España
Inmigración ilegal

El CNI se suma al chequeo de los 133 inmigrantes sudaneses que saltaron la valla de Melilla

Los 133 sudaneses y chadianos que lograron traspasar la frontera de Melilla el pasado viernes están alojados en el CETI (Centro de estancia temporal de inmigrantes) de Melilla. Ya superan en número por nacionalidades a los súbditos de Mali, hasta ahora mayoría. Los 133 subsaharianos permanecerán cuarenta días sin poder salir del Centro. Durante estos días serán sometidos a varias entrevistas por parte de agentes de la Comisaría General de Información de Policía Nacional, especializados en terrorismo y por policías de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras. Pero en los últimos días han recibido refuerzos del CNI, personal que normalmente observa y no interviene en estas entrevistas pero en caso de dudas toman datos, hacen comprobaciones y contrastan los datos que ofrece cada inmigrante.

La mayoría de los 133 subsaharianos que saltaron el viernes la valla vienen de Sudán, un país en guerra y por tanto, por razón de edad y sexo, muchos han manejado armas en su país de origen. Sin embargo, no es probable que entre ellos haya terroristas yihadistas, máxima preocupación de las autoridades española, ya que normalmente las organizaciones terroristas prefieren las rutas marítimas ilegales para colarse en Europa porque están menos controladas y su llegada a España no consta en ningún registro.

Para establecer el primer filtro está la Policía Nacional que les toma declaración sobre su edad, lugar de nacimiento, familiares que puedan conocer en España o en el resto de Europa y contrasta la información que ofrecen con otras de las que disponen desde hace años sobre las zonas de donde vienen. También les piden un relato exhaustivo de cómo llegaron hasta Marruecos. La mayoría lo ha hecho por la ruta Este, desde Sudán hasta Libia, Argelia y Marruecos, donde disponen de 1.700 kilómetros casi permeables en su totalidad para cruzar, aunque la mayor parte acaba en la ciudad marroquí de Uchda, a 15 kilómetros de la frontera con Argelia. Desde allí a Nador hay dos horas por carretera. Es una ruta peligrosa, pero es la que usan los que no tienen recursos para, precisamente, pagar a las mafias. Este viaje dura unos 7 meses y los que acaban en el Monte Gurugú pueden esperar hasta dos años para intentar el salto. Los que sí tienen dinero para una patera embarcan en Túnez para cruzar el Mediterráneo hasta Grecia o Italia.

Sudán tiene unos 47 millones de habitantes y, por ejemplo, sería fácil que cualquier sudanés contase cómo es la capital Jartum, pero si declarasen pertenecer a etnias como los Guahyna, Rufa o Sherifi sería casi imposible determinar sus intenciones al saltar la valla o si dijesen ser Anag, Birked o Danagla, grupos nubios de la frontera con Egipto no arabizados, sería también difícil comprobarlo. Excepto para el CNI, que tiene personal especializado entre sus filas capaces de establecer el origen étnico de estos subsaharianos por difícil que parezca.

Es especialmente llamativo un grupo tan grande de sudaneses intentando asaltar la valla. De hecho no se recuerdan tantos inmigrantes de ese país en un salto masivo, ya que «normalmente van en grupitos más pequeños», asegura un veterano policía destinado en Melilla y nunca son mayoría. Por eso se sospecha de que Argelia habría «abierto» la posibilidad de trasladar su problema migratorio a Marruecos y de paso por extensión a España haciendo más permeable su frontera occidental.

Tanto Policía como CNI disponen de 40 días para hacer averiguaciones sobre ellos, observar su comportamiento y comprobar si la mayoría se dirigen a Reino Unido o Centroeuropa, donde tienen familia, como aseguran en el caso de los sudaneses y a Francia y Bélgica como dicen los chadianos que han saltado la valla con ellos. Después llegará una orden de expulsión para los que siembren la duda entre las autoridades o el traslado a la Península, porque en el CETI de Melilla, en teoría, no pueden estar más de un año. Ahora mismo los sudaneses ya son mayoría en este Centro, superando a los de Mali. El 88%, según las estadísticas, podrán obtener el estatuto de refugiado, al venir de un lugar en guerra.