Muere Alfredo Pérez Rubalcaba

La Biblia, Amaral y Bárcenas: los momentos memorables de Rubalcaba en el Congreso

Pocas veces en la contienda política un rival suscita una ovación unánime en la Cámara. Ocurrió, en 2014, cuando Rubalcaba dejó su escaño.

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Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La figura política de Alfredo Pérez Rubalcaba mereció el reconocimiento, a lo largo de su trayectoria, no sólo de sus propias filas. También de sus adversarios.

Pocas veces en la contienda política un rival suscita una ovación unánime en la Cámara. Ocurrió, en 2014, cuando Rubalcaba dejó su escaño. La despedida fue especialmente emotiva por parte del entonces presidente del Congreso, Jesús Posada, quien le definió como una gran figura del parlamentarismo.

Al finalizar el debate, y de imprevisto, Posada tomó la palabra para subrayar la «gran tristeza» que suponía la marcha del dirigente socialista y le agradeció, en representación de la inmensa mayoría de los diputados, la labor ejercida desde su escaño durante años en los que, dijo, dio «categoría y altura» a la función de diputado.

El socialista dejó muchos momentos memorables en el Congreso. Gran orador, especialmente hábil en la ironía y en la crítica inteligente a sus adversarios, protagonizó debates que pasaron a la historia del parlamentarismo.

La Biblia y Amaral

Fue un maestro en convertir un debate tedioso en algo sorprendentemente divertido. Ocurrió, por ejemplo, durante una sesión sobre el Consejo Europeo, que acabó en un intercambio de citas bíblicas con Mariano Rajoy. El entonces líder de la oposición insistió en atribuir el inicio de la recuperación económica en España a la gestión del Banco Central Europeo y plasmó su convicción en una cita del Evangelio: «Una palabra tuya bastará para sanarme». «Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra», le respondió el presidente ‘popular’.

Otro de esos momentos se remonta a 2011. El entonces vicepresidente del Gobierno regresaba tras varias semanas de baja por enfermedad y de nuevo, supo imprimir su carácter a una tediosa sesión parlamentaria sobre el presunto chivatazo a ETA. «Su prepotencia y su soberbia le han jugado una mala pasada. En cualquier otro país usted habría tenido que dimitir o estaría ya cesado. Le recomiendo que no haga planes de muy largo alcance», le espetó el diputado del PP Gil Lázaro.

Con ironía, Rubalcaba recogió el guante. «¿Qué haría usted sin mí los miércoles? y ¿qué haría usted los miércoles por la noche, cuando pasea por esas tertulias de extrema derecha glosando las infamias que ha dicho en esta Cámara?». «Es como la canción, Sin tí no soy nada», dijo, en referencia al tema de Amaral.

Fue precisamente con Gil Lázaro con quien Rubalcaba protagonizó alguno de sus mejores momentos.

«Leyendo anoche su pregunta, recordé la famosa canción infantil de Bartolo y la flauta con el agujero solo», ironizó en otra ocasión, en la que el diputado del PP le insistía por el mismo tema. «Hasta su propio grupo está aburrido de sus preguntas», añadió el socialista, acusando al diputado de tener una  «una obsesión psicopatológica» con el caso Faisán.

«Como los malos toreros, ha gritado ‘dejadme solo’ y sólo se ha quedado», dijo en una ocasión, tras la convalidación del decreto ley de recortes aprobado por el Gobierno del PP. Otro de sus momentos míticos: «Señor Rajoy, ¿en qué país vive usted?». Fue su primera frase en el debate sobre el estado de la nación, en 2014.

Aunque sin duda una de sus intervenciones más destacadas tuvo lugar en el primer pleno monográfico sobre el ex tesorero Luis Bárcenas, en el que Rajoy y Rubalcaba protagonizaron un tenso e histórico enfrentamiento verbal.

«Le acepto el cuerpo a cuerpo que ha buscado conmigo porque yo jamás he cobrado un sobresueldo; jamás he bajado el sueldo a los españoles y me he subido el mío; jamás he enviado sms a un delincuente. Váyase cuanto antes, váyase por bien de este país», le espetó el socialista.

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