Paseo por Madrid con Ayuso

La ‘Ayusomanía’ se dispara: «Estamos contigo, vamos Ayuso, ¡Presidenta!”

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Carlos Cuesta

Hombres, mujeres, camareros, taxistas, empresarios, universitarios, mayores, jóvenes. El paseo de Isabel Díaz Ayuso con OKDIARIO se convirtió desde el primer minuto en un continuo coro de ánimos a la presidenta madrileña tras haber convocado elecciones anticipadas: desde el «estamos contigo, vamos Ayuso, ¡Presidenta!», hasta el «tú sí que tienes narices». O un original «¡mi madre me ha dicho que si no te voto, no entro en casa!».

PREGUNTA.-Usted recibe infinidad de apoyos en la calle, pero ha sido insultada por la izquierda sin parar. ¿Se imaginaba una campaña contra usted de insultos y de ataques personales como la que ha recibido?

RESPUESTA.-Yo he recibido esos ataques desde el primer día que fui candidata. Primero, he vivido con el desprecio, con la manipulación constante sobre mi perfil y con mi trabajo y todo lo que he hecho a lo largo de mi vida. Después, con cada declaración que he hecho, con cada propuesta que lanzaba en campaña. Luego, cuando fui a formar Gobierno, ya en mi propio debate de investidura, tuve que estar defendiendo a mi familia. O sea, ha sido así todo el rato. Pero es mucho más el cariño que recibo de la gente. Hay que saber elegir con qué voces te quedas. No tengo derecho a ignorar a la gente que me da su cariño por la calle. Estoy obligada a escucharla, porque será esa gente a la que no quiero decepcionar. Al que odia, porque odia, pues no le voy a contentar. Y aun así, soy consciente de que también gobierno para esa gente, pero bajo el criterio del que me da su confianza.

P.- ¿Se puede llamar machista a la derecha y, sin embargo, haber hecho una coalición de partidos en la cual, por ejemplo, Pablo Iglesias sin primarias, anuncia su candidatura contra su propia candidata en Madrid y contra la del partido de Íñigo Errejón?

R.- Yo es que estoy tan aburrida del machismo, el no machismo. Estoy cansada. He vivido toda mi vida en Madrid, he peleado por sacar adelante mi proyecto vital, por tener mis trabajos sin ser la mujer de nadie, no como la ministra de Igualdad. He representado a todas las mujeres que en una ciudad como esta se independizaron, se buscaron sus pisos de alquiler compartido. Luego fueron alquilando casas mejores, pagándose sus viajes… Represento a todas esas mujeres. Y represento a las mujeres que tienen tantas historias anónimas, que sacan adelante a sus familias o que se empeñan en seguir poniéndose metas laborales y conquistando sueños, a esas abuelas rurales o esas mujeres con discapacidad, o a todos los hombres. Es que nunca he vivido y he pensado que porque era mujer se me estaba dando ningún puesto ni que iba progresando por el hecho de serlo. Todo lo contrario.

Entonces, ahora, de repente, nos hemos metido en un debate estéril, que sí es cierto que se da que en algunos reductos en España, a lo mejor en algunas sociedades pequeñas y por supuesto en África, en otras religiones, etcétera. A lo mejor hay que poner mucho el acento ahí, pero ¿de verdad hay en la sociedad española? Mentira. Precisamente, cuando digo esto, muchísimas mujeres me dicen: «Me representas», muchísimas. Es impresionante, en la manifestación en defensa de la educación concertada y la educación especial, la gran cantidad de madres que me decían: «Me representas porque tu forma de trabajar o de pelear es como la mía». Y yo siempre digo que para mí es un orgullo representar al que me representa, porque a mí me representa el dueño de este bar, el que estaba cargando las cajas de Coca-Cola que nos ha saludado en esta entrevista. A mí me representa la gente que sale por las mañanas, se remanga y dice «vamos, voy a sacar mi vida adelante». Esa es la gente que me representa y que a su vez, está representada por mí. Me llena de orgullo.

(Durante toda la entrevista, se interrumpe sin cesar la conversación porque, en pleno recorrido por las calles, infinidad de madrileños vitorean a Díaz Ayuso, la paran, la saludan haciendo sonar el claxon de los coches y le gritan «¡Presidenta, presidenta!». «Mi madre me ha pedido que te vote, presidenta, que si no, no entro en casa», le dice un joven; «tu madre sí que sabe», le responde ella con una sonrisa.

Díaz Ayuso reparte multitud de agradecimientos. Y repartiría gran cantidad de abrazos si la pandemia lo permitiera.

Habla con otra mujer que le dice que la representa. Le responde que: «A muchas mujeres les representas sin tener que ir a lo mismo de siempre, porque las mujeres ya tenemos bastantes dificultades para sacar adelante nuestras vidas, nuestros trabajos. Pues te lo agradezco».)

P.-Tras la ola de cariño y apoyo recibidos, si esto es representativo del  resultado, algún comunista que se acaba de presentar va a ir fino…

R.- No lo sé. Desde luego, celebro que la gente esté tan animada. Y veo que hay mucha ilusión en Madrid ahora mismo, como si todo hubiera cambiado desde el miércoles, hemos agitado un poco la coctelera. La gente ha dicho «a votar, voy a opinar libremente por lo que creo que he visto durante un tiempo, todo lo que ha pasado. Vamos a por ello. Les veo muy ilusionados. Y es que pensar que al final les tratas como adultos, como durante la pandemia, creo que va en el sentido de lo que siempre que he defendido, que es la libertad. Libertad para decidir si te gusta este Gobierno o no, libertad para seguir trabajando, cuidándose, para seguir llevando sus negocios, porque es bueno. Yo es que creo que siempre tienes que querer para los demás lo mismo que para ti mismo. Yo siempre he sido así, independiente y muy libre, y creo que los demás evidentemente quieren lo mismo.

P.-Presidenta, muchísimas gracias por esta entrevista y casi experimento social. Acabamos en la Cibeles y junto al pebetero de homenaje a las víctimas del Covid…

R.-Veo que sabéis acabar bien las cosas, pero sobre todo, porque es verdad que la intención de una entrevista así era que estuviera en contacto con la calle. La verdad es que es un orgullo, es un placer. Muchas gracias, de verdad. Gracias.

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