El transporte con gas natural, la mejor alternativa para mejorar la calidad del aire en las grandes ciudades
El gas natural se ha convertido en el combustible alternativo más utilizado en España en automoción, configurándose como una tecnología madura y real aplicable en turismos, camiones e incluso barcos o ferrocarriles. La extensión de su uso en las grandes ciudades españolas permitirá acabar con el problema de la mala calidad del aire superando las expectativas que generan los coches eléctricos.
Para comprender mejor la importancia del gas natural como fuente de energía para el transporte hay que destacar algunos datos que proporciona un reciente documento realizado por la firma de servicios profesionales KPMG. Los vehículos propulsados por este combustible emiten un 60% menos de óxidos de nitrógeno, un 97% menos de dióxidos de azufre y un 93% menos de partículas en suspensión.
Son los tres elementos contaminantes que están relacionados con problemas de salud respiratorios, junto con el dióxido de nitrógeno, componente que los vehículos impulsados por gas natural prácticamente no emiten.
Además, el gas natural es también una de las opciones más eficientes para luchar contra los efectos del cambio climático. Según revela el estudio Greenhouse Gas Intensity of Natural Gas, “su uso es clave para la descarbonización del transporte, ya que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en un 23% comparadas con la gasolina, y en un 7% comparadas con el diésel”.
Por todo ello, una sustitución del 5% del parque de vehículos pesados y turismos de gasolina y diésel por otros impulsados por gas natural reduciría las emisiones los gases contaminantes (excepto el CO) entre un 2% y un 5% en todas las ciudades españolas, según concluye otro trabajo de investigación realizado por Sedigas.
Los españoles son cada vez más conscientes de que el gas natural vehicular es una alternativa más adecuada que los coches eléctricos. Los datos de GASNAM indican que las matriculaciones de vehículos de gas natural se han disparado en los últimos cinco años más de un 2.300%, hasta el punto que a cierre del año 2017 circulaban por nuestra carreteras cerca de 8.500 vehículos. En cuanto a los puntos de suministro, España dispone en la actualidad de 57 estaciones de servicio de acceso público que suministran gas natural para vehículos. .
Este número crece cada mes, y se espera la apertura de 35 estaciones públicas para avanzar con lo establecido en la Directiva Europea de Infraestructuras de combustibles Alternativos que, entre otras medidas, impulsaba medidas concretas para asegurar la creación de una infraestructura que garantice el suministro de gas natural en el sector transporte en los estados miembros de la Unión Europea.
Y esta tendencia va más allá de la carretera. Descarbonizar el ferrocarril y el transporte marítimo resultan también imperativos para avanzar hacia una mejor calidad del aire. “El transporte por ferrocarril, marítimo y aéreo nacional emiten alrededor de 6 MtCO2 equivalentes a la atmósfera”, indica el informe de Deloitte Un modelo energético sostenible para España en 2050, en el que la consultora apunta a la adopción del gas natural licuado (GNL) como combustible alternativo para reducir notablemente las emisiones a la atmosfera, hacer más competitivo el transporte y, por extensión, también a la industria.
El problema de la calidad del aire
Los ciudadanos de las grandes urbes españolas están experimentando los efectos perniciosos de la elevada contaminación y nuestro país es ya el séptimo país europeo con más muertes prematuras por enfermedades respiratorias y cardiovasculares provocadas por la mala calidad del aire. Un reciente estudio de Ecologistas en Acción asegura que el 81% de la población española ha respirado en 2017 aire con una concentración de ozono superior a la máxima establecida por la Organización Mundial de la Salud.
Y ¿de dónde proviene esa contaminación urbana? La respuesta es sencilla: La mayoría tiene como origen el transporte por carretera. El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha determinado que el problema de la mala calidad del aire se debe a la alta densidad de vehículos (en Madrid por ejemplo hay 2.100 turismos matriculados por kilómetro cuadrado), la alta proporción de coches y camiones diésel (el 65% de la flota) y “el escaso desarrollo de políticas que generen un transporte metropolitano atractivo (económico, rápido y confortable) y que impulsen una logística de reparto de mercancías y de despliegue de taxis que incluyan seriamente criterios ambientales”.