Análisis

¡Papá Estado vs. La acción humana!

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«El laissez faire no significa: Dejen que operen las desalmadas fuerzas mecánicas. Significa: Dejen que cada individuo escoja cómo quiere cooperar en la división social del trabajo; dejen que los consumidores determinen cuáles empresarios deberían producir. Planificación significa: dejen que únicamente el gobierno escoja e imponga sus reglas a través del aparato de coerción y compulsión», Ludwig von Mises.

Vivo con cierta resignación la atrevida ignorancia que rodea a mis amadas ideas de la libertad, entendiendo ignorancia como la falta de formación, información y/o conocimiento sobre una materia en particular, o cultura en general. Indignante, pero cierto es, que el propio interés de papá Estado por su supervivencia consiste en adoctrinar sobre teorías intervencionistas en pro de hacer dogma de fe, aquello de que «el Estado es absolutamente necesario y que sin él sólo existiría el caos». ¡Piénselo! Pregúntese por un instante, ¿podríamos vivir sin Estado? Difícil salir de este arraigo ideológico que tenemos acerca de papá estado redentor, ¿verdad? Pero, ¿acaso no existe un ideario ideológico entre Hayek y Keynes acerca de cuál es la teoría económica que debe imperar? En todo caso, el vencedor, obviamente siempre será Keynes, el gran defensor del intervencionismo, pues debe ser un valiente outsider que viva al margen del Estado el único capaz de abrazar las ideas de la libertad.

Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Javier Milei, son sin duda tres excepciones dentro de una norma que desafortunadamente juega dentro de una competición adulterada, sin VAR y con todos los árbitros afiliados a nuestro rival. Solamente el desgaste social como consecuencia de una sociedad en decadencia por culpa de una clase política general corrupta puede provocar un cambio hacia las ideas de la libertad, más bien como un efecto en busca del cambio que por un mero arraigo hacia una idea anclada en la propia libertad, como es mi caso. La idea de “donde hay una necesidad nace un derecho” es problemática, porque hay necesidades infinitas y recursos finitos. Y ante un rival tan demérito, no encuentro escala.

Pero, ¿por qué el estatismo detesta tanto la libertad?, ¿acaso no es lícita la defensa de la propiedad privada?, ¿no es lícito que cada uno haga y reciba meritocráticamente y viva con libertad para decidir siempre dentro de la Ley? Evidente es que cierta ignorancia implantada haga creer a gran parte de nuestra sociedad que sin Estado nos sumiríamos en el más absoluto caos, pero no olviden que el imperio Romano se edificó alrededor de la Ley, y cayó en decadencia con su particular harakiri alrededor del Estado como consecuencia de la corrupción, porque el ser humano es corruptible por naturaleza.

¡La existencia de la Ley precede a la existencia del Estado! Aquí no hay discusión. Yo como libertaria mantengo y mantendré que ¡dentro de la Ley todo! y fuera de la Ley NADA. Y es que señores/as, no hay esperanzas para una civilización cuando las masas están a favor de políticas nocivas y no alzan su voz para cambiarlo. Y no es baladí, cuando observamos a nuestro alrededor y lo único que vemos es caos, no estamos en la dirección correcta. Curioso, ¿no les parece? Porque, ¿no era el caos lo que tendríamos sin Estado? Yo hoy, sólo veo descontento e injusticia. Nuestros agricultores son maltratados por una burocracia que es como tirarse un tiro al pie, dando ventaja a sus competidores con una regulación que es una clara invitación a la bancarrota. Dani Alves sentenciado con la condena mínima como consecuencia de una Ley hilvanada precisamente para tener menos contemplaciones con los agresores sexuales y los malditos maltratadores, y el caso Koldo… que nos trae a la memoría los famosos papeles del M. Rajoy. En serio, ¡BASTA!

Por otro lado, en mis queridos mercados, en el lado de la innovación y la libertad, el mundo observa entusiasmado a NVIDIA como otrora lo hiciera con el Iphone de Steve Jobs, o la batalla de las corrientes de Edison y Tesla, la imprenta, la rueda y en definitiva los inventos que el ser humano ha creado a lo largo de las civilizaciones para convertirnos en la especie dominante del planeta. La semana pasada, detrás de mi Trading desk, sorprendía NVIDIA al calor de sus microprocesadores para con la inteligencia artificial generativa, con unos resultados que han multiplicado por 7 el trimestre del año pasado, demostrando que la capacidad creativa del ser humano no tiene límites, cuando está incentivado.

¿Acaso habría existido el smartphone, internet o la inteligencia artificial si en Silicon Valley hubieran impuesto la misma regulación que están sufriendo nuestros agricultores, o la misma asfixia fiscal que sufrimos los empresarios? Que se lo pregunten a los holandeses y ellos muy gustosamente nos explicarán cómo se las han ingeniado para el cultivo de tomate. La vida humana no es más que una secuencia incesante de acciones, y la sociedad es el producto del pensamiento y de su voluntad. Cuando el excesivo ímpetu regulador de unos pocos interfiere en la vida de las personas, la llama que prende el fuego de la creatividad ¡se apaga! Y no es por otro motivo por el que nuestra querida Europa ha caído en una gran decadencia de las ideas. Al final, lo que debemos tener claro es que ningún gobierno puede hacernos más ricos; sin embargo, sí puede hacernos más pobres, siempre. Y si puede, ¡lo hará!

Tan pronto como abandonemos el principio acerca de que el gobierno no debe interferir en ningún asunto relacionado con el estilo de vida del individuo, nos vemos regulando y restringiendo nuestra libertad hasta los detalles más inhóspitos de nuestra vida, una vida que sin libertad en términos sociológicos, se conoce como esclavitud.

El hombre piensa, no sólo por la bendición del razonamiento y cultivarse, sino también para actuar. Y como decía von Mises: la libertad laissez faire significa que cada persona puede elegir cómo quiere cooperar en la división social del trabajo y que sean los consumidores a través de la competencia los que decidan qué proyectos de inversión deben perdurar. Lo contrario es planificar, es decir, dejar que sea el gobierno y no nosotros, quien elija e imponga sus normas a través de la coerción y la compulsión, por eso creo en la solidaridad por encima de la imposición, por eso prefiero abrazar las ideas de la libertad al albur de creer que nadie mejor que yo misma podrá incentivar y motivar mis propias acciones. Por eso, cada día de mi vida elijo sentarme con ganadores porque la conversación es muy distinta, y por eso ¡soy libertaria! Uno, en definitiva, tiene el tamaño de los rivales que elige. ¿Cuál es el tuyo?

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