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¡La democracia está sobrevalorada!

Cámara de Representantes
Capitolio de los Estados Unidos

«La libertad no sólo significa que el individuo tiene la oportunidad y el peso de la elección. También significa que debe soportar las consecuencias de sus actos. Libertad y responsabilidad son inseparables». Friedrich August von Hayek

¿Es la democracia el único sistema de orden económico-social factible? Durante las últimas semanas hemos asistido a la dantesca continuación de la enorme divergencia en cuanto al ciclo económico existente en la economía de mercado, de las diferentes economías del mundo desarrollado. El desplome de las divisas emergentes, se contraviene con una economía estadounidense que continúa impulsada por el consumo totalmente irresponsable del “manipulado” consumidor yankee.

Dicha perversión cortoplacista, me hace ciertamente malentender las
particularidades de las diferentes decisiones políticas actuales, puesto que el populismo dañino de las economías emergentes, reflejadas en mínimos históricos en la cotización de la cesta de divisas emergentes agregadas; parece indicarnos que las medidas de las economías desarrolladas, especialmente USA, ¡son las correctas!

Sin embargo, yo me pregunto; ¿Cuáles son las consecuencias que nos depara el aterrador efecto manipulador sobre el consumidor americano? Hinchar los mercados para fomentar el consumo, es una decisión tan populista, como las que fomentan la inflación vía el incremento del gasto público. El desequilibrio del consumidor americano, parte del déficit por cuenta corriente. La tasa de ahorro actualmente es de un rácano 2%, versus el ya de por sí irrisorio 6% de media histórica. Es cierto que el ciudadano americano tiene grabado en sus genes el consumo irresponsable; y así lo reflejan sus políticas económicas y fiscales, alejadas ¡y mucho! de incentivar el ahorro.

Ejemplos contrarios, los podríamos encontrar en economías como la Alemana o China. Este hecho ha provocado una enorme dependencia de China en EEUU, puesto que el consumo americano se financia con el ahorrador Chino y esto le da una ventaja estructural a China versus USA, circunstancia que Mr. Trump, evidentemente trata de ocultar, bajo la implantación de sus populistas e innecesarias políticas arancelarias.

¡Detesto las incongruencias! Y estas están repercutiendo de manera negativa en forma de volatilidad en los mercados cotizados. Pero también de manera positiva, en forma de oportunidades. En esta premisa estoy trabajando estas últimas semanas, en las que hemos aprovechado desde Blackbird para diagnosticar la situación coyuntural, excelente en algunos casos por tener delante el reto de aprovechar las absurdas decisiones populistas de nuestra clase política, en pro de una mejor perspectiva de largo plazo en nuestras carteras de inversión, puesto que a corto plazo, esperar algo positivo del pesimismo (Europa) es complicado y
esperarlo de la euforia (USA), ¡peligroso señores!

Esta situación me genera una especie de conflicto intelectual muy atractivo, en el que he planteado una tesis de inversión en cuanto al sentido de la democracia, dentro de unas convicciones arraigadas en mi esencia, que como saben es ¡eminentemente liberal! Mi creencia en la acción humana, sobre cualquier otra circunstancia, ¡me acerca tanto a Von Mises como a Hayek! ello me conduce a analizar un posicionamiento, sobre unas preguntas que podrían parecerles tabú, y que quiero compartir con ustedes; ¿Es la democracia un sistema justo?; ¿Soy demócrata?

Como diría Hayek, ¡no soy demócrata! Y no lo puedo ser desde el mismo instante en que reniego de la propia esencia de la concepción del poder; esté en manos de un oligarquía, de un tirano o incluso, ¡del pueblo! Así pues, el propio desafío que me sugiere la palabra democracia, la cual se define como el poder absoluto en el pueblo, ¡me aleja de mis propias convicciones! y por ende me acerca a una respuesta no favorable a la tan sobrevalorada democracia.

Tal vez la isonomía, que es la igualdad de todos ante la Ley, es el sistema de orden social más justo, liderado por el orden social, del libre mercado. Entiendo que los más hayekianos se sorprendan de estas, mis palabras. Sin embargo, ¿qué podemos pensar de un sistema exageradamente corrupto, repleto por doquier de injusticias sociales, que ha degenerado en el intervencionismo absoluto, la excesiva regulación y la economía de mercado? ¡Piénsenlo! ¿Acaso no defiende el libre mercado la economía productiva, el ahorro y la anhelada meritocracia? Como les
comentaba arrancando mi tribuna; son las decisiones de la clase política las que marcan la diferencia y degeneran la esencia del capitalismo, que no es otra que la ¡libertad! y por ende, ¡la acción humana!

¡Nuestro sistema está podrido! Podrido y degenerado por un populismo arraigado en la propia clase política, que se define siempre en un sentido radical en sus palabras, pero un sentido similar en sus actos; ¡el populismo! La gran mentira de la democracia consiste en hacernos creer desde que nacemos, que el Estado velará por nosotros; dándonos una buena educación, sanidad, vivienda y empleo digno.

¡Esta falacia que nos da seguridad! se suele convertir en indignación y protestas sociales, justo en el momento en que la gran mayor parte de la población, se da cuenta por fin de que ¡todo es una gran farsa! Cumplir sus promesas electorales les resulta imposible, pero eso sí; el propio sistema se alimenta de ello. En parte, somos hijos del pensamiento único social-demócrata, y por este motivo, les invito a compartir esta reflexión; ¿Es la democracia el mejor sistema de orden social?

Como puede imaginar, mi respuesta es clara y es rotundamente ¡NO! La
democracia está sobrevalorada por donde se mire, y el mundo necesita un golpe de timón severo, para que todos nos demos cuenta que el poder, esté en manos de quien esté, ¡es el gran enemigo del crecimiento! De ahí que les invite a abrir un nuevo debate interno sobre la virtud de la isonomía, pero sin miedos a los tabúes autoimpuestos por las altas esferas, estos que nos dictan la democracia como el único sistema de orden económico social factible. Pero, ¿están realmente seguros de ello?

Gisela Turazzini es CEO, Blackbird.

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