Economía
¡Es el mercado, amigo!

El madridista Alemany, última víctima de un Laporta que busca un milagro con las cuentas del Barcelona

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

«El Barça es un club familiar», según su presidente, Joan Laporta. Y este enfoque de andar por casa de la gestión es lo que ha provocado la salida de las tres estrellas que vinieron de su mano para profesionalizar el Barcelona: Jaume Giró, Ferran Reverter y, esta semana, Mateu Alemany. Y todo ello, mientras intenta cuadrar desesperadamente las cuentas para poder cumplir su sueño dorado: el regreso de Messi, que es lo que más ilusionaría a la alicaída afición culé.

Cada uno de estos directivos ha sido un caso distinto, aunque todos con un nexo común: el absoluto personalismo de Laporta, que les ha impedido realizar la labor para la que fueron contratados.

Jaume Giró.

En el caso de Giró, exdirector de comunicación de La Caixa, expresidente de su Fundación y exconseller de Economía de la Generalitat, fue el artífice de la victoria de Laporta gracias a su gran manejo de la comunicación y de los medios (tiene décadas de experiencia) e incluso fue avalista con su propio patrimonio. Pero cuando ganó, La porta incumplió su promesa de nombrarlo vicepresidente, y en su lugar colocó a su amigo Rafael Yuste, que no había puesto un euro. Giró se sintió traicionado y, además, resultó que Laporta no tenía ni mucho menos los avales necesarios y tuvo que pedir el auxilio del millonario trotskista e independentista Jaume Roures. Con este panorama, Giró prefirió abandonar el barco.

Reverter, CEO sin poderes

Reverter era una estrella internacional de la gestión, un españolito que había triunfado nada menos que en el gigante alemán Media Markt, donde había llegado a consejero delegado. Laporta le ofreció un puesto equivalente, de nueva creación, en el Barcelona y le prometió plenos poderes. Reverter se encontró con la ruina económica del club por todos conocida, que lo había metido en causa de disolución. Y aplicó el manual: austeridad, recortes y búsqueda de nuevos ingresos para tratar de salvarse de la quiebra: sin fichajes, tirando de cantera (los Nico, Riqui, Pedri, GaviAnsu Fati, etc.), renegociando contratos a la baja o esperando a que vencieran, vendiendo lo que podía, etc.

Ferran Reverter, durante un acto con el Barcelona. (fcbarcelona.cat)

Pero claro, eso conllevaba asumir que el Barça iba a estar dos o tres años de travesía en el desierto, sin ganar nada, jugando la Europa League, etc. Es decir, el famoso «es lo que hay» de Koeman. Algo que no gustaba nada al soci, que estalló definitivamente con el ridículo ante el Eintracht de Frankfurt y con la victoria en la Champions del Real Madrid (si yo no gano nada y el enemigo tampoco, pues bueno; pero si él es campeón de Europa, la situación se hace insostenible). Así que Laporta tumbó todos los planes de austeridad de Reverter y se lanzó a la venta a derribo (fire sale) de todos los activos disponibles del club e incluso algunos recién inventados -las famosas «palancas»- para hacer un equipo competitivo.

Incluso tumbó una oferta de patrocinio para el Camp Nou por parte de un broker de criptodivisas que ofrecía más que Spotify (visto lo que ha ocurrido con estos brokers, Laporta acertó, pero entonces no podía saberlo). Todo esto era lo contrario del plan de Reverter y, lo más importante, se encontró con que no era un CEO al estilo europeo con poder en la gestión, sino al estilo español, sin poder real y sometido a las veleidades de un presidente ejecutivo plenipotenciario. Así que también se marchó.

Mateu Alemany, en rueda de prensa. (AFP)

Por último, Alemany es uno de los directores deportivos más prestigiosos de España -y madridista, por cierto- y se va porque el Aston Villa inglés le ofrece como cuatro veces más de lo que cobra en el Barcelona. Pero, más allá del dinero, también se ha hartado de que Laporta no le deje trabajar. Su proyecto, en sintonía con el de Reverter, era una renovación total de la plantilla, con la salida de la guardia de corps de Messi (Busquets, Alba, Sergi Roberto), cuyos elevados sueldos impuestos por el argentino son el principal lastre para cumplir el famoso fair play financiero. Pero Laporta quiere renovarlos a la baja y mantenerlos en plantilla. Y ya encima, el plan de recuperar a Messi sería anular por completo la renovación y volver al pasado. Así que Alemany también se siente desautorizado y se va.

Cuadrar el círculo

Tras estas deserciones, Laporta tiene por delante la titánica tarea de salir de la quiebra, hacer un equipo competitivo, reformar el Camp Nou con el crédito de 1.450 millones, traer de nuevo a Messi y mantener a sus escuderos en plantilla. La cuadratura del círculo, vamos. De momento, ha cerrado la ruinosa Barça TV, pero con eso apenas arregla nada.

Y todo eso, sin contar con el caso Negreira de las compras de árbitros, cuyas consecuencias son imprevisibles, tanto penales como deportivas. En cuanto a las segundas, la gran amenaza es que la UEFA excluya al Barcelona de las competiciones europeas uno o dos años, lo que sería catastrófico económicamente. Lo de bajar a segunda en España, aunque sería legal, no parece posible.

Messi, durante un partido del PSG. (AFP)

Lo de Messi tiene a favor la voluntad del jugador de volver a España tras su decepcionante etapa en París. Además, traería a sus propios patrocinadores, lo que abarataría mucho el coste para el Barcelona. Pero tiene en contra la estratosférica oferta de Arabia Saudí y el citado problemita del fair play financiero, ya que la vuelta del argentino impediría inscribir a Gavi (que sigue jugando inexplicablemente a pesar de no estar inscrito), los nuevos contratos de BaldeAraujo, y cualquier potencial nuevo fichaje.

En esta situación, Laporta está comiendo la oreja tanto a Ceferin, el presidente de la UEFA (se ha ido hasta su casa en Eslovenia para rogarle que no les excluyan de Europa), como a Javier Tebas, el padrino de la liga española, para arreglar lo del fair play con Messi y sin que salgan los citados Alba, Busquets y Sergi Roberto. Algo que sí que sería milagroso, pero en una liga tan corrompida como la de Tebas todo es posible. Eso sí, la condición sine qua non sería romper definitivamente con la Superliga pese a las indemnizaciones que debería pagar. Pero entre eso y Messi… ¿Apostamos?