Habrá un tsunami en Cádiz y España no tiene protocolo de actuación
José Antonio Aparicio, Presidente del Instituto Español para la Reducción de los Desastres, ha hablado con OKDIARIO y ha dejado varias advertencias, tanto para la población, como para el Gobierno: “Habrá un tsunami en Cádiz y España no tiene protocolo de actuación”.
P: Habéis advertido en alguna ocasión de la posibilidad de que se produjera un tsunami en Cádiz, ¿es real esa posibilidad?
R: Nosotros llevamos trabajando en la posibilidad de que se produzca un tsunami desde el año 2009. En el año 2015, de hecho, hicimos unas jornadas técnicas muy importantes en la Universidad de Cádiz, junto al Instituto Español para la Reducción de los Desastres, en el que trajimos a los mayores expertos de tsunamis de todo el país. Fue una jornada realmente apoteósica que marcó un hito muy importante.
P: ¿Y qué conclusiones estáis extrayendo de vuestro trabajo?
R: Que el tsunami se repetirá sin lugar a dudas. No se sabe cuándo, porque ni los terremotos ni los maremotos son predecibles, pero sí sabemos que volverá a ocurrir. Las características geológicas que permiten ese tipo de fenómenos naturales siguen existiendo. Y hablamos de una gran falla tectónica, que cubre Azores, el Estrecho y llega hasta Argelia, y lógicamente algún día ocasionará un terremoto de tal magnitud que provoque un tsunami. Igual que ocurrió en 1775, que es el referente más cercano.
«El tsunami se repetirá sin lugar a dudas»
P: El más cercano, pero no el único…
R: Ha ocurrido más veces en el pasado, claro. Por ejemplo, se sabe de un maremoto similar, hace 4.000 años; otro en el 245 o 218 a.C., no se sabe con precisión si fueron incluso los dos años, y también hubo en 1969 un pequeño tsunami que fue de pequeña magnitud.
P: ¿De qué sirve la tecnología frente a los fenómenos naturales de este tipo?
R: Podemos preverlos pero no podemos predecirlos, es decir, sabemos que ocurrirán pero no qué día ni a qué hora. Se está trabajando mucho junto a la Universidad Complutense de Madrid en crear un sistema de alerta temprana que permita, a través de las primeras ondas sísmicas, determinar cuál va a ser la magnitud del terremoto cuando llegue todo el conjunto de ondas que se liberan desde el epicentro, y activar de este modo respuestas automáticas como por ejemplo impedir inmediatamente el aterrizaje de un avión, o impedir el despegue del avión; también que permita parar o reducir la velocidad automáticamente a la que circula un tren en una determinada vía. Obviamente, no podría ser un frenazo en seco, pero sí se puede reducir mucho la velocidad evitando que si hay algún daño en la vía, como una fractura, pues que haya el menor número de víctimas posible.
«Hay cuatro zonas sísmicas muy importantes en España»
P: Y, además de Cádiz, ¿hay más puntos calientes en España?
R: Hay cuatro zonas sísmicas muy importantes. Una de las más importantes está al suroeste del Cabo de San Vicente, que es la zona de la Herradura, que es donde se generó el terremoto de 1775. Además, más cerca de las Ozores está la zona de Gorringe, que es donde se presuponía que había ocurrido una debacle en 1775 pero que se ha demostrado que salió de la Herradura; luego hay otro al sur del Algarve, y otro al noroeste de Marruecos.
De hecho, hubo una alerta de tsunami en 1986, cuando se desalojaron todas las playas de Barbate, Conil, Chipiona y Cádiz, que fue por una ola misteriosa que se generó al noroeste de Marruecos y que se dirigía hacia Cádiz; y sabemos que impactó en la costa de Chipiona, porque se levantó un oleaje extraño que incluso llegó a invadir el paseo marítimo, pero no llegó a afectar al resto de costas. Luego, en 1969, en una zona cercana a las Azores, también hubo un pequeño susto.
Pero también hay otras zonas sísmicas como Murcia, que es una Comunidad que tiene riesgo en su totalidad; aunque los movimientos sísmicos suelen ser leves.
«La fase operativa en caso de tsunami no está implementada en España»
P: ¿Y tiene España un protocolo de actuación adecuado?
R: Bueno, España tiene un plan sísmico; hace muy poco creó, además, una directriz básica para el riesgo de tsunami. Pero realmente la fase operativa en caso de tsunami no está implementada; se están empezando a implementar ahora los sistemas de alerta, pero con eso no es suficiente. No necesitamos solamente una alerta, necesitamos una respuesta. Necesitamos saber responder, y eso es lo que no tenemos a fecha de hoy.
P: ¿Habláis con el Gobierno?
R: Es complicado poder acelerar estos procesos. La Administración normalmente suele dejar fuera de toda su planificación a asociaciones de profesionales como la nuestra, aunque creemos que podemos aportar grandes cosas, pero ellos trabajan a otros ritmos. Nosotros, al ser una entidad independiente, vamos mucho más rápido: tenemos muchos contactos profesionales y analizamos las cosas en el momento que ocurren.
«La población no es consciente de lo que puede ocurrir»
P: Es decir, que España no está preparada para un tsunami que sabemos que va a ocurrir…
R: No, y lo peor es que la población no es consciente de lo que puede ocurrir. La población no está debidamente informada de los riesgos a los que estamos sometidos. Hay mucha gente que no es consciente de que en las costas de Cádiz se puede producir un gran tsunami en cualquier momento. Y eso la gente no lo sabe y, si no lo saben, cómo van a saber qué hacer en caso de que ocurra.
P: Y, ¿qué es lo que tendrían que hacer?
R: Lo primero es saber que, la evacuación, en caso de tsunami muy cerca de la playa, tiene que ser en una zona de altura, no puede ser una evacuación horizontal; no es el salir corriendo. Porque si estamos a la misma altura va a llegar un momento en el que el tsunami nos va a alcanzar. Tenemos que estar siempre en un punto elevado por encima del nivel de crecida del mar.
«En caso de tsunami hay que elevarse, no correr»
La única forma de hacerlo es en un monte elevado o dentro de un edificio en unas plantas superiores. No hace falta una octava planta, porque los tsunamis no se tragan ciudades, son riadas que atraviesan las calles de una ciudad, como si se desbordara un río con un caudal grande. Se elevan cuatro o cinco metros, pero en una segunda o tercera planta podemos estar seguros, siempre y cuando estemos por encima del nivel del mar.
P: ¿Y en caso de terremoto?
R: Esto es muy claro y lo debería saber ya todo el mundo: si estamos en un edificio, no se debe tratar de salir de él; y si estamos fuera, no se debe intentar entrar en un edificio. Por lo menos no hasta que pase el terremoto porque el momento en el que se producen las vibraciones es el momento más peligroso de un terremoto.
Los edificios están diseñados para que no se hundan. De hecho, hay una Ley que regula cómo se tienen que construir los edificios en los distintos puntos de España en función del riesgo sísmico. Los edificios están preparados para no colapsar, pero no es bueno entrar o salir en pleno terremoto porque hay elementos no estructurales, como balcones, cristales, cornisas o revestimientos de fachadas, que son los más vulnerables y son los que caen cuando se producen terremotos.
Eso es lo que ocurrió en Lorca, en Lorca no se hundieron los edificios, solamente colapsó uno. Lo que mató a las personas fueron los revestimientos de fachada y los tabiques, que cayeron en la calle y mataron a la gente. Luego tuvieron que tirar edificios, pero no se hundieron aquel día, los tuvieron que tirar porque quedaron dañados. El edificio no está preparado para que no le pase absolutamente nada, sino para que no colapse, para que no se hunda.
P: En comparación con otros países, ¿cómo de mal preparada está España?
R: Lamentablemente, más o menos como el resto de Europa. En 2015, para que te hagas una idea, se emitió la primera alerta de tsunami desde Grecia y sorprendió a todo el mundo. Casi nadie supo entenderla, casi nadie supo aplicarla. Llegó a las distintas fuerzas de seguridad, a la protección civil y local, y nadie sabía entender un mensaje en inglés; ni siquiera la terminología en la que se expresaban, entonces, aquello fue bastante desastroso en líneas generales.
«Queda mucho por hacer»
Queda mucho por hacer a nivel de formación, a nivel de información. A la población hay que implicarla, porque entonces, ¿qué estamos haciendo? No estamos haciendo nada.