La gran paradoja para las bolsas, los malos datos son los nuevos buenos datos.
A los mercados de renta variable les está encantando que los bancos centrales estén cambiando el guión y hablen ahora de bajar tipos de interés. Evidentemente no es buena señal para una economía que está empezando a dar síntomas de agotamiento presionada sobre todo por las tensiones comerciales, pero sí lo es desde el punto de vista de que poner freno al proceso de normalización monetaria y revertir incluso parte del camino ya andado en los últimos años significa en la práctica poner más estímulos y más liquidez en unas bolsas que no atraviesan por su mejor momento precisamente por la incertidumbre a una guerra comercial más dura.
Otra vez ha sido Jerome Powell el que ha cambiado el sentimiento de unos inversores que empezaban a oír ya que los tipos estaban cerca de niveles neutrales tras cuatro subidas en 2018. Ahora, cambia su lenguaje y abre la puerta a bajar los tipos si la inflación sigue estando baja y la economía como casi todo el mundo empieza a vaticinar, empieza a perder fuelle ante los intercambios de aranceles con China. El mercado empieza a descontar ya una elevada probabilidad de que veamos tres bajadas de tipos este año, en julio, septiembre y diciembre. Es decir revertir casi todo el camino andado durante el pasado año, lo que para muchos deja como ganador a Donald Trump en su batalla contra Jerome Powell. El presidente de EEUU llegaba a decir el pasado viernes que los mercados podrían estar 10.000 puntos por encima sin esas subidas de tipos. Casi nada.
Al cambio de tono de Powell se une también un Mario Draghi que aunque asegura que los tipos seguirán intactos hasta al menos el segundo semestre de 2020, avanza que algunos miembros están ya elevando el debate a nivel interno sobre bajar tasas a negativo e incluso retomar el Quantitive Easing, el programa de compras de activos que ha puesto 3 billones de euros en los mercados desde el año 2015.
Y las bolsas ahí están, alentadas por estas expectativas cerrando la pasada semana la mejor desde el mes de noviembre tras el convulso mes de mayo por la ruptura de las negociaciones entre EEUU y China, al menos hasta que vuelvan a sentarse a la mesa Donald Trump y Xi Jinping en el G20 de Osaka a finales de mes. Y ahí es donde viene la gran paradoja para los mercados. A partir de ahora, aunque parezca contradictorio, cada vez que tengamos un mal dato macroeconómico en EEUU encima de la mesa va a ser bueno para las bolsas porque va a alimentar esta expectativa de que Powell baje los tipos. Ya lo vimos el viernes con el NFP, el dato de empleo que decepcionó y mucho al mercado, y podría pasar lo mismo este miércoles con el dato de inflación definitivo de mayo que se espera precisamente que baje de nuevo por debajo del objetivo del 2%, lo que en principio alimentará expectativas de bajadas de tipos. Un mal dato que, aunque parezca mentira, podría seguir alimentando a las bolsas.
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