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El electrodoméstico que usamos en España y que te va a arruinar: dispara la factura de la luz

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En los hogares españoles, uno de los temas que más preocupa a fin de mes es la factura de la luz. Aunque la electricidad es un gasto habitual, muchas veces subestimamos cuánto influye cada aparato en el consumo total de energía. Entre frigoríficos, lavadoras, hornos y televisores, es fácil suponer que los electrodomésticos que más utilizamos a diario son los que más encarecen nuestra factura. Sin embargo, existe un dispositivo que, aunque pasa completamente desapercibido, puede estar consumiendo mucha más electricidad de la que imaginamos.

Nos referimos al calentador de agua eléctrico, un aparato presente en muchos hogares españoles, especialmente en viviendas sin acceso a sistemas de gas natural. A simple vista, no parece que consuma demasiada energía, pero detrás de cada ducha caliente hay un importante gasto energético que se traduce en vario euros al final del mes. En un momento en los que la sostenibilidad y el ahorro energético son más importantes que nunca, prestar atención al consumo de nuestros electrodomésticos es fundamental, tanto para el medio ambiente como para nuestro bolsillo.

El electrodoméstico que dispara la factura de la luz

El calentador de agua eléctrico funciona con una resistencia que se encarga de subir la temperatura del agua acumulada en un depósito. Este proceso requiere una cantidad considerable de energía eléctrica; en términos generales, un calentador puede consumir entre 3.000 y 5.500 vatios cuando está funcionando, una cifra muy superior al consumo promedio de otros electrodomésticos.

La clave está en cómo funciona. A diferencia de los sistemas de calefacción de agua por gas o energía solar, el calentador eléctrico convierte la electricidad en calor mediante una resistencia. Este proceso es poco eficiente, ya que gran parte de la energía se pierde por el camino o se destina a mantener la temperatura del agua almacenada, incluso cuando no se va a utilizar de inmediato.

Además, si el calentador no está bien aislado, se pierde calor constantemente, lo que obliga a la resistencia a encenderse una y otra vez. En viviendas antiguas o con modelos obsoletos, estas pérdidas son aún mayores. De hecho, se estima que alrededor del 15% del consumo eléctrico anual de una vivienda puede estar relacionado con este aparato, una cifra considerable si tenemos en cuenta que se trata de un solo electrodoméstico.

Para ponerlo en perspectiva: un frigorífico moderno consume entre 100 y 200 vatios de forma continua. Esto significa que, en momentos de máxima exigencia, como por ejemplo, cuando varias personas se duchan en poco tiempo, el calentador puede estar usando tanta energía como 60 o más frigoríficos encendidos al mismo tiempo. Es una comparación sorprendente, pero ayuda a entender por qué, sin darnos cuenta, este aparato puede representar una gran parte del gasto energético del hogar.

Uno de los problemas principales es que el calentador eléctrico trabaja sin que seamos conscientes de cuánto está consumiendo. Esto lo convierte en un consumidor silencioso pero constante, especialmente en invierno o en familias numerosas, donde el uso del agua caliente es más frecuente. Además, la mayoría de los modelos no cuentan con sistemas inteligentes que optimicen su funcionamiento, por lo que siguen calentando aunque nadie lo necesite en ese momento. A lo largo del mes, este hábito se traduce en un incremento notable de la factura eléctrica.

Alternativas

Afortunadamente, no todo son malas noticias. Hoy en día existen opciones mucho más eficientes y sostenibles para calentar el agua. La primera opción es sustituir el calentador tradicional por uno de alta eficiencia energética, diseñado para minimizar las pérdidas de calor y optimizar el uso de electricidad. Estos modelos suelen tener mejores sistemas de aislamiento y control de temperatura.

Otra posibilidad interesante es apostar por calentadores instantáneos, también conocidos como termos sin depósito, que sólo calientan el agua cuando se abre el grifo. Aunque pueden tener un consumo elevado en el momento de uso, no mantienen el agua caliente todo el tiempo, lo cual supone un importante ahorro energético.

La alternativa más ecológica es sin duda el calentador solar, un sistema que aprovecha la energía del sol para calentar el agua mediante paneles térmicos. Aunque la instalación inicial puede ser un poco cara, a medio y largo plazo representa una inversión rentable y sostenible. Muchos hogares que han optado por este sistema han visto reducirse notablemente su factura eléctrica, además de contribuir a la reducción de emisiones contaminantes.

Sin embargo, reducir el consumo energético del calentador eléctrico no siempre requiere una gran inversión. Con pequeños cambios en el uso diario y ciertas mejoras, es posible optimizar su funcionamiento. Ajustar la temperatura, mejorar el aislamiento o incorporar tecnología como temporizadores son medidas sencillas pero efectivas.

Además, adoptar hábitos más responsables, como acortar el tiempo en la ducha, contribuye significativamente al ahorro. Estos gestos no solo benefician al bolsillo, sino que también favorecen un consumo más sostenible y consciente. Así, es posible disfrutar del confort del agua caliente sin que ello suponga un exceso innecesario de gasto energético.