Economía
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Los economistas esperan una moderación de la disparada tasa de inflación a mediados de 2022

La inflación se mantiene en una escalada desbocada. En diciembre, el IPC se ha situado en el 6,7% -1,2 puntos más que en el mes anterior- y sigue aferrándose a máximos no vistos desde marzo de 1992, el año de la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, aún en la era de la peseta. Los españoles, al margen del debate académico de si se trata de un fenómeno transitorio o más persistente, lo que ya notan es su efecto en el bolsillo, sobre todo al pagar la factura de la luz, que triplica la de hace un año.

Y es que la fuerte aceleración de la inflación «se explica en un 80% por el encarecimiento de los productos energéticos, en especial de la electricidad, cuyo índice dentro del IPC registró un incremento interanual del 46,7% en noviembre», señala María Jesús Fernández, economista de Funcas. Un hogar medio con tarifa regulada (PVPC) tendrá que pagar un recibo en diciembre de 119,17 euros/MWh, el más caro de la historia, según datos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

A los economistas les preocupa que esta espiral alcista del IPC general, que ha concluido 2021 con una media anual del 3,1%, un nivel no visto desde el principio del milenio, se esté trasladando a la tasa de inflación subyacente, que excluye los precios de la energía y los alimentos frescos. A partir de julio, se empezó a apreciar un repunte como consecuencia de «la normalización de los precios de algunos servicios que sufrieron un fuerte descenso en 2020», indica Fernández. Eso muestra que «empiezan a contaminarse otro tipo de bienes, como los alimentos elaborados», lo que ha desembocado en un incremento de cuatro décimas de la tasa de inflación subyacente en diciembre, hasta el 2,1%, afirma María Romero, directora de economía de AFI, que destaca la inquietud que esto genera.

Seis meses de espera adicional

Tras 12 meses de alzas continuadas, la pregunta es: ¿hasta cuándo abusarás, inflación, de nuestra paciencia? Pues por lo menos habrá que esperar seis meses. Al final, se trata de un fenómeno global que viene dado por las restricciones vinculadas a la pandemia y los problemas en la cadena de suministro mundial, lo que en ningún caso se resolverá de la noche a la mañana. Es más, como apunta Silvia Dall’Angelo, economista de la gestora Federated Hermes, «la inflación empeorará antes de empezar a mejorar» porque los precios actuales de las materias primas relacionadas con la energía continuarán elevados durante los meses de invierno.

«El principal riesgo es que se genere una espiral salarios-precios, un proceso que se alimenta a sí mismo y que puede derivar en una subida de los tipos de interés que afectaría a la carga de la deuda», advierte Fernández, de Funcas, un factor que determinaría en gran medida el rumbo de la economía y de la política monetaria en 2022.

No obstante, por ahora los salarios se están controlando y eso amortiguará la senda alcista inflacionaria, opina Gloria Claudio, profesora de economía de la Universidad Francisco de Vitoria. «Las empresas vienen de un periodo en el que han perdido mucho dinero y tienen que reducir costes, y los más importantes son los laborales. Llevamos tiempo en el que crecen menos», señala.

El consenso de analistas prevé una moderación de la inflación a mediados de 2022, a medida que los precios de las materias primas vayan relajándose y mejoren gradualmente los embotellamientos del suministro. «Esperamos que la inflación converja en 2023 hacia los objetivos de los bancos centrales del 2% en la mayoría de las economías desarrolladas”, pronostica Dall’Angelo, de Federated Hermes.

Incluso algunos indicadores empiezan a remitir, como el coste de los fletes, mientras que en algunos mercados de materiales industriales, como el del aluminio, se ve cierta distensión, observa Romero, de AFI.

Esta experta se muestra optimista de cara al próximo ejercicio, aunque la sombra de la incertidumbre aún perdura. «Sabiendo que esto es un problema temporal, no debería traducirse en efectos de segunda ronda. Hasta ahora las empresas están asumiendo la subida de la luz con cargo a sus márgenes, pero si esto persiste más de lo anticipado, el riesgo es que la inflación se extienda y entraríamos en una espiral mucho más negativa para la recuperación económica que está en marcha», dice.

Evidentemente, todas estas estimaciones sobre la inflación se basan en un escenario de normalidad, que no contempla un agravamiento del conflicto de Rusia y Ucrania, que podría elevar el precio del gas transportado a Europa, o un empeoramiento de la situación pandémica, que implicaría nuevas restricciones que traerían más atascos en el flujo del suministro o escasez de contenedores.

«Ahora mismo, las expectativas de inflación han aumentado a corto plazo, pero a medio/largo plazo se espera que la inflación siga siendo moderada», coincide Daniel Pingarrón, jefe de ventas de Natixis IM Iberia.