Bruselas prepara un cambio total de estrategia: más gasto en Defensa y menos en activismo ecológico
Nuevas prioridades estratégicas tras las próximas elecciones europeas
La nueva Comisión Europea que saldrá de las próximas elecciones de junio afronta un cambio radical de las prioridades que hasta ahora han guiado su estrategia. El nuevo modelo estará presidido por un mayor gasto en Defensa y un menor activismo ecológico, según los medios consultados por OKDIARIO. El cambio está forzado por la dramática transformación del escenario geopolítico provocado por la guerra entre Rusia y Ucrania y la escalada del conflicto bélico en Oriente Medio, ambos sumidos en la incertidumbre y la eventual implicación de más actores en la disputa.
El aumento del gasto en Defensa pasará a ser un objetivo predominante después de la debilidad legendaria de los recursos destinados a este fin, que han ocupado un espacio marginal en los presupuestos de la Comisión. De hecho, ya existe una recomendación de las autoridades europeas para que los estados aumenten el peso de esta partida en sus cuentas públicas hasta llegar como mínimo hasta el 2% del PIB. El mismo presidente Sánchez ha aceptado este compromiso, aunque tendrá que afrontar la oposición rotunda de su socio de Gobierno Sumar, el partido lanzado por la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
La nueva prioridad viene también exigida por el incierto resultado de las próximas elecciones en Estados Unidos, que se celebrarán en noviembre. Hasta ahora, las encuestas dan como favorito al ex presidente Donald Trump, que ya manifestó durante su anterior mandato su deseo de reducir drásticamente la contribución americana a la seguridad europea, ante el escaso compromiso monetario mostrado por los países miembros de la Unión; incluso esbozó su incomodidad con la presencia de EEUU en la OTAN, la institución en la que figura como el principal financiador. La concreción de esta clase de amenazas sería letal para Europa, que ha acelerado un cambio total de planteamiento de la futura Comisión para garantizar su supervivencia estratégica y garantizar su influencia política en el mundo.
Como contrapartida, la gran sacrificada en este cambio de planes será la llamada lucha contra el cambio climático, de acuerdo con los medios consultados. Ésta ha venido siendo durante los últimos años la principal directriz de la política comunitaria, y ha acaparado cuantiosos recursos y regulaciones diversas, al tiempo que ha propiciado un intervencionismo extremo sobre distintos sectores económicos, algunos tan importantes desde el punto de vista político como la automoción o la agricultura.
«Está cada vez más claro que el activismo medioambiental va a pasar a mejor vida porque hay sectores de actividad que se sienten crecientemente perjudicados por la política europea. Las demostraciones de los agricultores de hace unos meses son sólo el inicio de lo que puede suceder en el caso de que no se revierta el activismo ecológico», admiten fuentes comunitarias. «Y ha quedado muy claro que la tensión en el campo, que continúa latente, no se puede mantener», explican.
De momento, las movilizaciones en los países grandes de Europa como Francia y Alemania, y unos días después en España, se han suspendido temporalmente ante la situación de provisionalidad del Ejecutivo comunitario, de la próxima campaña electoral y del veredicto final de las urnas, pero el malestar de los colectivos más afectados por las llamadas políticas verdes continúa siendo un mar de fondo que volverá a agitarse a la menor oportunidad. «La tregua se romperá si la nueva Comisión Europea que salga de las elecciones no da pasos atrás de calado en sus políticas», coinciden en señalar las organizaciones agrarias, y éste es además un movimiento transversal, que afecta a todos los países comunitarios.
El paréntesis en las movilizaciones ha venido motivado por algunas concesiones de la actual Comisión, relacionadas con la flexibilización de varias normas que penalizaban el cultivo de las explotaciones pequeñas, de la eliminación del periodo de barbecho y de otros aspectos onerosos y perjudiciales para la rentabilidad de los negocios. Pero los representantes de los colectivos agrícolas quieren avances más rápidos y trascendentales. «Hay que reformar la política agraria de arriba a abajo de cara a 2025». Es decir, las medidas que ha tomado Bruselas «no satisface» las pretensiones del sector, pero sí que marcan la dirección de futuras medidas políticas, señalan.
Otro de los sectores afectados es la energía, con las empresas eléctricas sometidas a una intensa carga fiscal y la discriminación positiva de las fuentes de generación renovable, aunque, en los últimos tiempos, la inclusión de las nucleares como emisores no contaminantes e incluso la determinación del Banco Europeo de Inversiones -ahora presidido por la española Nadia Calviño- para inyectar capital en la energía atómica, así como su nueva prioridad para invertir en Defensa, está ya sacudiendo completamente el panorama.
La automoción, que es otro de los vectores de actividad económica más importante de Europa, también se beneficiará de los nuevos aires que se respiran en Bruselas y que invitan a pensar en un retraso temporal de los objetivos de transición ecológica y del final definitivo para los coches de combustión -una cuestión bastante lógica si se tiene en cuenta la dificultad para producir a precios asequibles automóviles eléctricos así como los problemas logísticos y de infraestructura para su recarga-.