EL RETO DE LA FINANCIACIÓN

Claves para financiar la compra o alquiler de un vehículo si eres emprendedor

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Disponer de algún elemento de transporte es vital para la actividad de algunas empresas. Es entonces cuando aparecen las dudas sobre cómo financiarlo: qué es preferible; ¿alquilar o comprar? En cada caso, ¿cuál es el instrumento financiero más adecuado? ¿Con quién realizar la financiación, en caso que sea necesario? Son preguntas habituales a las cuales intentaremos dar respuesta.

Las formas más habituales para poder disponer de un elemento de transporte son las siguientes:

Financiación bancaria

Consiste en dirigirse a la entidad financiera con la cual se trabaja y pedir un préstamo para adquirir en propiedad el vehículo. En este caso, es posible escoger entre los distintos bancos que existen y elegir aquél que ofrece un coste de financiación menor. Es importante recordar que no solamente hay que tener en cuenta el interés de la financiación, sino también todos los gastos asociados (como posibles comisiones de apertura o exigencias de productos vinculados) a este préstamo.

Financiación del concesionario

Se formaliza el préstamo en el mismo concesionario en el cual se ha comprado el vehículo. Normalmente, estas compañías disponen de acuerdos con financieras. Gracias a ello. es posible conseguir unas condiciones más ventajosas que en el caso anterior, ya que el concesionario es el primer interesado en conseguir la venta.

Leasing

Se trata de un contrato de arrendamiento financiero. De la misma forma que en un alquiler, se va pagando cada mes un importe fijado a cambio del uso del vehículo. Una vez acabado el contrato, existen tres opciones:

  • Renovar en las mismas condiciones
  • No renovar el contrato
  • Adquirir el elemento de transporte mediante una opción de compra. En caso de escoger esta opción, se descuenta del coste de adquisición los pagos ya efectuados.

Renting

Igual que el leasing, se trata de un arrendamiento financiero. Ahora bien, existen una serie de diferencias importantes respecto el anterior:

  • No existe opción de compra al finalizar el contrato: solamente es posible renovarlo o no.
  • Incluye, dentro de la cuota, el coste del seguro y gastos de mantenimiento y reparación: por ese motivo, la cuota mensual resultante es superior que en el leasing. Si se opta por contratar un leasing, hay que contratar a parte estos servicios.
  • Es posible deducir fiscalmente la totalidad de su cuota: al no haber la posibilidad de comprarlo y convertirse en propietario, la empresa se puede desgravar su pago.
  • No es considerado un elemento del activo: se imputa, como hemos visto, como gasto. En cambio, el leasing hay que contabilizarlo en el activo y, a la vez, al pasivo, como una deuda por el valor del elemento financiado.
  • No tiene valor residual: en el leasing tal valor es el equivalente a una cuota.
  • No existe un plazo mínimo de contratación: en el leasing, en cambio, es de dos años.

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