Economía
EEUU, China, Europa...

La carrera por las divisas digitales se acelera: ¿qué son y por qué interesan tanto a los países?

  • Laura Piedehierro
  • Periodista. Cuando no escribo del Ibex 35 me gusta mirar cuadros. Antes en Estrategias de inversión y ahora aquí.

El crecimiento de las criptodivisas, y más concretamente del bitcoin, ha puesto sobre la mesa un sistema alternativo a las monedas fiat. Conscientes de ello, muchos bancos centrales, que hasta ahora poseen en monopolio del dinero, han comenzado a lanzar sus propias divisas digitales; otros ya están trabajando en las conocidas como CBDC (en inglés, central bank digital currency). El último en unirse a este último grupo ha sido EEUU.

Una CBDC o, en español, una moneda digital de banco central, es una forma de dinero fiduciario digital que es emitido por la institución emisora de una nación y que, por tanto, tiene valor de curso legal en dicho país.

Hasta ahora, entre las grandes economías del mundo sólo China cuenta con una moneda digital propia, el yuan digital, que vio la luz en abril de 2021. Según datos de Atlantic Council recogidos por Reuters, en total de nueve países han lanzado su moneda digital y otros 16 están en fase avanzada de desarrollo. Entre los que ya lo han hecho se encuentran Nigeria con su e-Naira, Bahamas con su Sand Dollar; y la divisa DCash, disponible en varias islas de las Antillas caribeñas.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), un centenar de países están explorando también la posibilidad de crear su propia CBDC, que se diferencian de las criptodivisas en tener un emisor único (el banco central de cada país) que controla el mercado monetario, igual que con las divisas de papel. En el caso del BCE, el organismo europeo espera haber determinado el diseño y las características del euro digital para finales de 2023 y, a partir de ese momento, confía en desarrollar un prototipo en un periodo adicional de seis meses. Rusia también está trabajando en el suyo, igual que La India.

Se acelera por tanto, la carrera de los países y los distintos bancos centrales por tener su propia divisa digital. Réplicas de sus contrapartes físicas, la mayoría de los proyectos usan la tecnología blockchain, siendo similares a las conocidas como stablecoins (tokens asociados a una moneda fiat), pero con la diferencia de que están respaldadas por un banco central en lugar de por una empresa privada. Además, tampoco se pueden considerar criptodivisas porque su valor no se decide por las fluctuaciones de oferta y demanda y no operan de manera descentralizada.

La carrera por las CBDC

“Aunque la carrera por implantar la primer CBDC que funcione correctamente aún no se ha disparado oficialmente, no será sólo patrimonio de las grandes economías. Como se ha visto en el conflicto ucraniano, la circulación de dinero o la posibilidad de acceder a él a través de una plétora de medios podría dar lugar a una adopción más global, quizá más rápidamente de lo previsto”, indica Simon Peters, analista experto en criptoactivos de eToro.

Los proyectos de divisas digitales respaldadas por un banco central se extienden de Tanzania a Suiza. Sin embargo, a principios de 2022, la Cámara de los Lores descartaba la idea de una CBDC del Reino Unido, al concluir que, aunque existían algunas ventajas, crearía importantes problemas de estabilidad financiera, además de cuestionar la privacidad de los usuarios.

Esa, la de la falta de privacidad junto a su uso como método de control de los ciudadanos, es una de las principales críticas que desde en mundo cripto se hace a los proyectos emprendidos por los bancos centrales. El planteamiento de las CBDC es que puedan tener una cartera digital con esa divisa sin estar vinculada a ninguna entidad financiera comercial, permitiendo hacer transferencia de dinero particulares de manera inmediata.

El otro reproche es que las instituciones buscan mantener el monopolio del dinero que actualmente ostentan, en contra del espíritu de las criptodivisas, cuestión se pone de manifiesto en el impulso de las finanzas descentralizadas (DeFi).

Por el contrario, los bancos centrales defienden la creación de divisas digitales propias con el objetivo de mejorar el funcionamiento de los sistemas de pago al por mayor, reemplazar el efectivo por un medio de pago más eficiente, mejorar los instrumentos de la política monetaria y reducir (o incluso eliminar) la probabilidad y el impacto desestabilizador de las crisis bancarias.