Análisis

El BCE tumba todas las propuestas económicas de los principales partidos en España

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El presidente del BCE, Mario Draghi. (Foto: EFE)

El BCE ha hecho alarde de sus recomendaciones en la reciente publicación de su boletín económico, un boletín que trata de recoger aquellas recomendaciones que, desde el propio organismo, se realiza a los países integrantes con el fin de mantener unas economías saneadas y fortalecidas. Con motivo de la situación que atraviesa la economía de la zona euro, en un momento donde las economías moderan sus crecimientos y las proyecciones se reajustan continuamente a la baja, el Banco Central Europeo ha tratado, en especial, aquellas medidas que recogen las distintas formaciones políticas en materia de política económica, las cuales ve inviables en todos los sentidos.

Para el BCE, ni lo que dice el Partido Socialista, ni lo que exigen, por otro lado, Partido Popular tiene un sentido en sí mismo, pues poco se ajusta con una realidad paralela que percibe el banco central sobre la situación de la economía española. Al no cumplirse los objetivos planteados a medio y largo plazo, España se enfrenta a una situación en la que posee una mayor vulnerabilidad que otros países que, a diferencia de España, poseen un pequeño margen para, en última instancia, poder recurrir a estímulos monetarios en caso de que el país lo precisase.

Según las declaraciones emitidas por el todavía presidente del organismo central, Mario Draghi, España no está en una situación en la que los márgenes de actuación gocen de una amplia maniobra. De acuerdo con las previsiones del organismo, España no ha logrado sus objetivos en materia de déficit y, pese a haber salido de los Procesos de Déficit Excesivo en los que Bruselas interviene la gestión en materia de endeudamiento, España sigue estando a la cabeza en deuda pública, ostentando el puesto de subcampeón mundial de deuda, de acuerdo con las declaraciones del Fondo Monetario Internacional.

Por este motivo, aumentar el gasto público, como prevé hacer Sánchez en su mandato, es una estrategia descartada por el BCE. Para el banco central, el aumento de gasto público es inviable, por muchos estímulos que deseen aplicarse, ya que no se puede engrosar más una deuda que ya roza el 99% sobre el PIB. Pese a gozar de una mayor solvencia en la contratación de deuda, debido al coste de la misma por la baja prima de riesgo que presenta el país, el Banco Central Europeo insiste en que los objetivos deben cumplirse, impidiendo que el país sigue engrosando su deuda, llevándola a niveles como Italia, donde la deuda no deja de crecer, rozando el 140% sobre el PIB.

Pero sin embargo, curiosamente, las políticas planteadas por las distintas formaciones políticas de la oposición tampoco son una opción viable para el organismo. Mario Draghi, así como su equipo de analistas no confía en que las creencias del economista Arthur Laffer, aplicando esa rebaja en el esfuerzo fiscal hasta su punto óptimo, sean la solución definitiva al problema de España.

Para el Banco Central, España ha llegado a un límite en el cual debe adoptar actuaciones, estamos de acuerdo. Sin embargo, esas actuaciones requieren de políticas basadas en el crecimiento consecuente con una política de austeridad, compaginada con el ingreso fiscal que recibe el país, sin la capacidad de bajar impuestos.

Dicho sea de paso, según los planteamientos del BCE, basados primordialmente en los Pactos de Estabilidad y Crecimiento -denominados popularmente como PEC por sus siglas-, España debería aprovechar, en el caso de que el presidente aplique una subida de impuestos, ese ingreso extraordinario con el único fin de reducir sus niveles de deuda. En esto, el BCE ha insistido mucho, pues considera primordial la reducción del déficit y el cumplimiento de los objetivos planteados en los PEC para crecer de una forma sostenible y, a la vez, con unas cuentas públicas saneadas y estabilizadas.

Para Bruselas, la tasa de crecimiento nominal del gasto público primario en términos netos no debe superar el 0,6% durante este año, descontando los intereses de la deuda que, en base a los tipos y la prima de riesgo, como hemos dicho, se mantienen muy bajos. Esto obliga al país a realizar un ajuste estructural anual del 0,65% sobre el PIB, lo que obligaría a España a realizar políticas basadas en la reducción de gasto y no en el aumento como estímulo a la economía. Con semejante  ajuste por delante, es imposible pensar en estos momentos en un aumento de la deuda, pues no se ajustaría a las exigencias pactadas con Bruselas.

Sin embargo, en el caso de España, la desviación entre el objetivo y lo ocurrido es bastante amplia, pues si observamos el déficit del estado al final del primer semestre del año, este ha crecido sustancialmente en contraste con el año anterior, pues el déficit al cierre del semestre representaba el 0,84% sobre el PIB, mientras que un año antes, este indicador, se situaba en el 0,68%. Esto supone un incremento del 27%, como consecuencia del incremento en el gasto público que acometió el partido socialista, con todos esos programas sociales y el incremento de la deuda, desviándonos por completo de los objetivos que comentábamos.

Para finalizar, debemos entender que la situación que atraviesa España es complicada. La situación presupuestaria en el país, a falta de alcanzar unos presupuestos actualizados y vigentes con el nuevo gobierno, sigue poniendo de manifiesto la realidad de un país que, como poco, se encuentra bajo un riesgo latente precedido por los excesivos niveles de endeudamiento. De acuerdo con el BCE, España debe cumplir con los objetivos si pretende continuar una senda de crecimiento sostenible, pues recurrir a un mayor gasto público podría hacer tambalear los cimientos de unos acuerdos que, con la entrada de España en la UE, se pactaron previamente.

La desaceleración económica es real, e incide con mayor fuerza con el paso de los meses. Ante esto, España no puede tratar de solventar la situación con el crecimiento económico, pues las previsiones muestran una moderación en los crecimientos. Ante esto, como dice el BCE, España debe ir pensando en una reducción de gasto bastante ambiciosa, compaginándola con un ingreso fiscal que trate de reducir esos niveles de endeudamiento y acerquen al país a los objetivos planteados a medio plazo, aplicando esos reajustes de deuda que, progresivamente, vayan saneando las cuentas públicas del país. Contamos con un pequeño margen, por lo que la política económica jugará un papel fundamental en el futuro económico del país, de acuerdo a las declaraciones de Bruselas.

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