El BCE cree que el FMI avala su política de altos tipos de interés para combatir una «inflación obstinada»
La inflación de la eurozona frena al 6,9% en marzo pero la tasa subyacente escala al récord del 5,7%
Lagarde asegura que el BCE no se compromete a seguir subiendo los tipos de interés
El Banco Central Europeo está muy satisfecho con el último informe de primavera del Fondo Monetario Internacional, que en su opinión avala la política de altos tipos de interés para detener la inflación iniciada por el banco desde junio del año pasado y que se ha seguido sosteniendo hasta la fecha para pasar del 0% de entonces a la actual cota del 3,75% después de la última subida en marzo de 25 puntos básicos. Según reza en el informe de la institución con sede en Washington, «los indicios de principios de 2023 de que la economía mundial podría alcanzar un aterrizaje suave -con una inflación a la baja y un crecimiento económico estable- se han desvanecido en medio de una inflación obstinadamente elevada y las recientes turbulencias del sector financiero». «Los riesgos para las perspectivas están muy sesgados a la baja, y las posibilidades de un aterrizaje forzoso han aumentando considerablemente», añade el análisis del FMI.
La tasa de inflación interanual de la eurozona se ha situado en marzo en el 6,9%, frente a la subida de precios del 8,5% de febrero, lo que supone el nivel más bajo desde febrero de 2022, gracias a la caída de los precios de la energía, según Eurostat. Por su parte, la tasa subyacente, que excluye el efecto de energía y alimentos, escaló a un nuevo récord del 5,7%. Estos niveles están muy por encima del 2%, que es el objetivo fundacional que tiene el BCE, y que es lo que impulsó la estrategia de endurecimiento monetario para combatir la inflación, aunque todavía sin el éxito esperado. Según medios cercanos al BCE consultados por OKDIARIO, «las consideraciones del FMI y su alerta sobre la resistencia a la baja de la inflación son muy convenientes, sobre todo porque lanzan una advertencia a los mercados sobre los obstáculos que está afrontando el combate contra los precios y esto constituye una ayuda de cara a desplegar nuestra estrategia». «Nos viene francamente bien», añaden.
Actualmente, se desconoce cuál es la posición que adoptará el banco en su próxima reunión de mayo. La última declaración al respecto es la efectuada por la presidenta, Christine Lagarde, en el sentido de que «ni se comprometían a seguir subiendo los tipos ni tampoco a renunciar a hacer todo lo posible para seguir luchando contra el alto nivel que reflejan todavía los precios». Todo dependerá de los datos, y las decisiones se adoptarán dependiendo de cuál sea la evolución. Lagarde destacó en una conferencia con los observadores del BCE en Fráncfort que «con la elevada incertidumbre es aún más importante que el ritmo de los movimientos de los tipos de interés dependa de las cifras». «Esto significa, ex ante, que ni estamos comprometidos a subir más, ni hemos terminado con los incrementos de los tipos de interés», ha apuntado, aunque a renglón seguido, advirtió que «si el escenario base en nuestras proyecciones más recientes se confirma, todavía tenemos terreno que recorrer para asegurar que las presiones inflacionistas se reducen».
En todo caso, durante las pasadas reuniones celebradas en Washington, el director del departamento europeo del organismo, Alfred Kammer, aseguró que «en la zona del euro son necesarios nuevos aumentos de los tipos de interés oficiales». A su juicio, los bancos centrales, y especialmente en Europa, deben mantener una política monetaria restrictiva hasta que la inflación subyacente vuelva con claridad a los objetivos marcados».
Otro de los elementos de debate abiertos en Washington es la exigencia de que los Gobiernos recuperen la senda de la austeridad fiscal porque precisamente esto permitiría controlar la inflación con tipos de interés más bajos. Sería un mensaje muy pertinente para el Gobierno español de Pedro Sánchez, inmerso en los últimos años en una escalada de gasto público, con sus efectos correspondientes sobre el déficit del Estado y la deuda, muy por encima de los parámetros establecidos en el pacto de estabilidad de la Unión Europea, que los países del norte están decididos a recuperar a toda costa volviendo a la vigencia de las reglas fiscales actualmente desactivadas.
Una última cuestión en disputa es la eventual relación entre altos tipos de interés y la estabilidad del sistema bancario. La reciente crisis desatada con motivo del colapso de Silicon Valley, los problemas con Credit Suisse -que tuvo que venderse apresuradamente a UBS por 3.000 millones- y los problemas desatados en Deutsche Bank a cuenta de su polémica gestión ha sido aprovechada por algunos analistas para destacar los efectos nocivos que una política monetaria restrictiva puede tener sobre la banca, sobre todo sobre aquella en posición más frágil. Pero la posición ortodoxa, y desde luego la que defiende el BCE es la de que reconducir la inflación hasta los niveles del 2% es la mejor manera que estabilizar también el sector financiero, así como de despejar el horizonte general para la actividad económica y el desarrollo empresarial.
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