El Banco de España rebaja el crecimiento hasta 2020 por la crisis de Cataluña y la escalada del petróleo
El Banco de España ha revisado a la baja su estimación de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) para los próximos años como consecuencia del impacto generado por la crisis institucional en Cataluña y el repunte del precio del petróleo. No obstante, la institución considera que la demanda interna y el comercio exterior seguirán permitiendo a España crecer un 2,4% en 2018 y un 2,1% tanto en 2019 como en 2020; lo que reducirá la tasa de paro hasta el 11% de la población activa.
Así lo refleja la última revisión de sus proyecciones macroeconómicas realizadas por el organismo que dirige Luis María Linde. Las citadas previsiones son ligeramente inferiores a las que contemplaba anteriormente: una décima menos de crecimiento económico esperado para cada año.
«El PIB se revisa ligeramente a la baja como consecuencia del aumento de la incertidumbre asociada a la situación en Cataluña, cuyos efectos se ven parcialmente compensados por el impacto neto de los cambios en los supuestos (entre los cuales domina el efecto positivo de la mejora de las perspectivas de los mercados exteriores –particularmente, los del área del euro- sobre el de signo opuesto asociado al reciente repunte de los precios del petróleo)», señala el Banco de España.
A este respecto, la institución considera que la expansión del producto seguirá apoyándose en la demanda nacional, para la que, no obstante, prevé «una desaceleración en los próximos años». En cuanto a la demanda exterior neta “continuará ejerciendo una contribución positiva, aunque ligeramente decreciente, a lo largo del horizonte de proyección”.
Por lo que respecta al empleo, el Banco de España espera una «moderación» de los elevados ritmos de crecimiento observados en los últimos ejercicios conforme avanza el período de proyección, «en consonancia con la desaceleración proyectada de la actividad». En esta línea, añade que «el aumento sostenido de la ocupación permitirá descensos adicionales de la tasa de paro, hasta situarse, a finales de 2020, alrededor del 11%».
En el documento hecho público este viernes, la institución supervisora deja claro que esta desaceleración no implica el final de la actual fase expansiva, que se ha visto “favorecida por los progresos alcanzados en el restablecimiento de los equilibrios macrofinancieros de la economía, que han dotado a la misma de una mayor capacidad de resistencia ante perturbaciones adversas”.
La ralentización se produce, por lo tanto, porque gradualmente se van «desvaneciendo algunos de los impulsos expansivos que han operado en el pasado». Además, estas proyección incorporan una orientación «neutral» de la política fiscal, frente a su tono expansivo en el pasado reciente, así como «un impacto adicional moderado de la política monetaria sobre las condiciones de financiación de los agentes, que se mantienen en niveles holgados».
«En este contexto, el alcance de la incertidumbre política en torno a Cataluña constituirá un condicionante adicional de la evolución de la economía española. En el escenario central, se ha supuesto que el nivel de incertidumbre registrado en los últimos meses remitirá durante la primera parte de 2018», añade el Banco de España.
«La incidencia final de este elemento de riesgo para el conjunto de la economía española dependerá de la magnitud y persistencia de las tensiones. Un alivio, como el que ha comenzado a percibirse en las últimas semanas, del grado de tensionamiento podría conducir a un escenario de mayor crecimiento del producto. Por el contrario, un hipotético rebrote de las tensiones en los próximos meses podría llevar a un impacto más pronunciado sobre las decisiones de gasto de los agentes privados», señala la institución sobre la crisis catalana.
En cuanto a la evolución de los precios, en el corte plazo el organismo espera una ralentización también del IPC por la «desaparición de los efectos comparación ligados al aumento de los precios energéticos observado un año antes».
Sin embargo, a partir de la primavera del próximo año, «la dinámica de los precios de consumo vendrá determinada principalmente por el componente subyacente», es decir, el resultado de excluir los precios energéticos y el de los alimentos no elaborados, para el que «se proyecta un repunte gradual en un contexto de prolongación de la fase alcista del ciclo».
Así, en términos de promedio anual, después de aumentar un 2 % en 2017, el Banco de España estima que el IPC crecerá un 1,5 % y un 1,4 % en 2018 y 2019, respectivamente, antes de acelerarse hasta el 1,7 % en 2020.
Finalmente, en la vertiente exterior, el organismo celebra que la última información coyuntural disponible para el área del euro sugiere que «la actividad podría crecer a un ritmo mayor que el previsto».
No obstante, a medio plazo subsisten diversos focos de incertidumbre en el plano internacional, «vinculados a las elevadas valoraciones alcanzadas por algunos activos financieros, la capacidad de las autoridades chinas para reconducir los desequilibrios de esa economía y las consecuencias del proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea».