El alza del precio del petróleo: ¿otra amenaza para la recuperación económica?
Francisco Coll Morales es economista y coordinador del servicio de estudios de la Fundación Civismo.
En las últimas semanas, los titulares de la prensa de color salmón centraban el foco en la multitud de publicaciones y eventos, que nos dejaba el pasado mes de enero. Con la mirada puesta en Davos, en Estados Unidos, así como en los distintos comunicados que hacían la OCDE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la recuperación que prevé experimentar la economía en los próximos meses, hemos pasado por alto sucesos que amenazan a dicha recuperación.
Y es que, en plena remontada, a la espera de la llegada de los fondos europeos y en un momento donde la actividad económica todavía sigue sin poder desarrollarse con total normalidad, si existía un fenómeno al que debíamos temer: la estanflación. Es decir, un escenario en el que la contracción económica -sumada a los débiles crecimientos- se da simultáneamente con una situación de desempleo, así como un aumento del coste de vida. Así pues, un fenómeno que podría estar gestándose ante los fuertes incrementos del precio del petróleo.
Debemos entender el petróleo como la principal fuente de energía del planeta, la cual permite que la actividad económica se desarrolle. Teniendo esto en cuenta, un alza en el precio del petróleo repercute en alzas en el precio final para consumidores. Por esta razón, el incremento en el precio del combustible fósil que encarecen el coste de vida, en un escenario en el que la economía se encuentra en situación de recesión y con un desempleo que crece a un ritmo considerable, es un riesgo que amenaza a la recuperación.
Según datos revisados de Bloomberg, los precios del petróleo se han disparado considerablemente durante los últimos dos meses. Siendo más precisos, hablamos de un valor que ha pasado de los menos de 40 dólares en noviembre por barril, hasta situarse a escasos centavos de los 60 dólares, en estos momentos. Así pues, estamos ante un incremento de más del 50% en cuestión de tres meses. La reanudación de la actividad económica en occidente, en un escenario en el que los productores de petróleo -temerosos de una posible escasa demanda y una caída del precio- han congelado la producción, está provocando, como en crisis pasadas del petróleo, una inflación de costes que podría ahogar el crecimiento.
Un shock de oferta que asfixiaba a la economía, en un escenario en el que dicho shock comenzaba a trasladarse a la demanda, supone un grave problema para la economía, ya que la capacidad de esta demanda es fundamental para ganar impulso en la recuperación. Por tanto, si los precios del oro negro se disparan y restan capacidad a esta demanda encareciendo notablemente los precios, la recuperación que tanto precisa nuestra economía podría ser más gradual.
Como vemos, esta continua insistencia de los economistas de hablar constantemente del petróleo está más que justificada. La variación en los precios -teniendo como referencia lo ocurrido en las crisis del 73 y el 79- provoca un efecto en la economía de gran relevancia. Para hacernos una idea, las importaciones de petróleo por parte de los países de la UE alcanzan los 8 millones de barriles diarios, un escenario en el que se produce un incremento de 20 dólares por barril provoca, de facto, un sobrecoste cercano a los 50.000 millones de euros anualmente, un coste extra que ya registramos en este mismo momento.
En resumen, si ya había riesgos que amenazaban la recuperación de la economía española, este encarecimiento de los precios, con la posible merma que esto supone para la capacidad de la demanda, es una nueva falla que afecta al motor económico del que dependerá dicha recuperación. Y todo ello, sumado a una contracción que se muestra como la segunda más elevada del planeta, así como, otra serie de riesgos estructurales que siguen incapacitando un auténtico desarrollo económico del país.
Vienen momentos de cambio, y parece que se ha logrado un consenso respecto a las decisiones que van a acometerse como respuesta al momento que vive el ciclo económico. En este sentido, es momento de demostrar eficiencia, de trabajar y lograr controlar la situación sanitaria, así como de reanudar, en la medida de lo posible, la actividad económica. Pues como suelo decir, el horizonte para nuestro país está plagado de riesgos, los precedentes de la pasada crisis nos muestran recuperaciones muy tardías, y una nueva década perdida para España sería un coste inasumible para nuestro país.
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