La actividad de la industria española se contrae por primera vez en un año ante el temor de aranceles
El sector manufacturero ha reducido la producción y los pedidos han caído
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La actividad de la industria española se ha situado en terreno de contracción en febrero, algo que no sufría desde principios del 2024. Así lo refleja el índice PMI, que se ha situado en los 49,7 puntos, frente a los 50,9 de enero, lo que refleja un «deterioro marginal» de las condiciones operativas. Una de las cuestiones que más está afectando a este sector es el temor ante la guerra arancelaria tras la incorporación de Donald Trump como presidente de EEUU.
En concreto, el índice PMI publicado por S&P Global muestra como la actividad económica de la eurozona se encuentra al borde de la contracción. El Índice de Gestores de Compras (PMI, por sus siglas en inglés) mide la situación macroeconómica en base a los datos aportados por los gestores de compras.
Así, el PMI puntúa el contexto del sector privado de tal forma que, si el valor supera los 50 puntos, la actividad se encontraría en un estado de expansión y, si está por debajo, en contracción.
De esta forma, dado que la actividad de la industria española ha rebasado la barrera de los 50, estas empresas se encuentran en terreno de contracción. Una situación que puede acabar teniendo sus efectos en el crecimiento económico a nivel nacional.
«A diferencia de muchos de sus homólogos europeos, el sector manufacturero español logró evitar un declive en los últimos doce meses (…) No obstante, esa tendencia positiva ahora se ha detenido», ha afirmado Jonas Feldhusen, economista junior de Hamburg Commercial Bank, para quien este primer deterioro en más de un año se atribuye tanto al estancamiento de la producción como a la caída de los pedidos.
La actividad de la industria española
«La situación de los pedidos es particularmente preocupante», ha advertido el profesional, ya que, según afirma, las incertidumbres geopolíticas están ensombreciendo la actividad comercial, llevando a la cancelación o al aplazamiento de las inversiones en el sector industrial y a una reducción de la actividad productiva.
«La debilidad de los principales socios comerciales de la zona euro agrava este problema», añadió en referencia a la perspectiva de aranceles estadounidenses, que probablemente no tengan tanto impacto en España como en socios como Alemania e Italia, generando «un nivel adicional de incertidumbre» que afecta las decisiones comerciales.
Por otro lado, en contraste, la evolución de los precios «es alentadora», puesto que, después de meses de una presión creciente en el coste de los insumos, en febrero se observó una ligera relajación.
«Algunas empresas han repercutido estos aumentos de costes a los clientes, pero la presión de los precios en general se mantiene dentro de un rango normal y no es demasiado preocupante», señaló el economista.
En cuanto al empleo, después de cinco meses de crecimiento, los niveles de contratación disminuyeron ligeramente en febrero, ya que en general las empresas no reemplazaron al personal que dejó sus plantas, reflejando en parte la caída de nuevos pedidos, aunque muchas empresas prevén que la demanda y las condiciones económicas en general mejorarán durante los próximos doce meses.
«Si bien es poco probable que los trabajadores españoles sufran despidos a gran escala, el índice de empleo ha vuelto a caer en territorio de contracción, por primera vez en seis meses. A pesar de estos desafíos, las perspectivas entre los fabricantes siguen siendo cautelosamente optimistas», apostilló Feldhusen.