El G20 defiende las políticas proteccionistas para luchar contra las «prácticas comerciales injustas»

G20
Cumbre del G20 en 2017 en Alemania.

La reunión de los líderes mundiales de las principales economías del mundo en la Cumbre del G20 ha concluido con un comunicado final consensuado en el que los mandatarios respaldan de forma unánime el libre comercio, aunque abre la puerta a políticas proteccionistas si determinados países realizan «prácticas injustas».

Esto supone una victoria para el presidente de EEUU, Donald Trump, que basa una parte importante de su política económica es limitar la entrada de productos de fuera del país norteamericano para proteger a los productores estadounidenses, lo que termina perjudicando a los consumidores.

En el comunicado se defiende expresamente el uso de «instrumentos legítimos de defensa comercial» para establecer barreras comerciales y, al mismo tiempo, se asegura que los países del G20 «mantendrán los mercados abiertos combatiendo el proteccionismo, incluidas todas las prácticas comerciales injustas».

Es decir, que para lograr el consenso los líderes de los países más industrializados del mundo defienden una cosa y la contraria, poniendo de manifiesto el desacuerdo que existe en Occidente sobre la forma de afrontar el impulso de las economías emergentes.

El acuerdo resalta los avances que se han producido en la situación macroeconómica global, aunque reconoce que «el crecimiento es todavía más débil de lo esperado». La excusa perfecta para seguir solicitando medidas «monetarias, fiscales y estructurales» para reforzarlo, lo que supone una petición a la banca central para que retrase lo máximo posible la retirada de estímulos con los que mantiene artificialmente las economías.

El G20 subraya asimismo su compromiso con la aplicación de «reformas estructurales», su intento de reducir los «desequilibrios globales excesivos» y la promoción de «una mayor inclusión, justicia e igualdad en la búsqueda del crecimiento económico y la creación de empleo».El objetivo es lograr «un crecimiento fuerte, sostenible, equilibrado e inclusivo» a la vez que se mejora la resistencia económica y financiera de los países.

En materia laboral, los líderes reconocen los retos que suponen la globalización, la digitalización y la automatización; y defienden que para mejorar las opciones de adaptación de los trabajadores ante estos cambios hace falta potenciar la educación y la formación continua. Además, se comprometen a promover las «oportunidades de trabajo decentes» (aunque no definen qué es «decente») durante la transición que está experimentando el mundo laboral y que se traducirá en la desaparición de los puestos de trabajo que generen menor valor añadido.

En el ámbito financiero, el G20 manifiesta su satisfacción por el «considerable progreso» que ha tenido lugar en el sector bancario desde el estallido de la crisis en 2008 y aboga por seguir mejorando la solidez del sistema financiero internacional reforzando el capital de las principales entidades.

También se indica en el comunicado conjunto que el G20 aspira a continuar trabajando por un «sistema fiscal internacional moderno y globalmente justo» que combata el fraude tributario y mejore el intercambio de información entre países. Todo ello acompañado de la implementación de unos estándares internacionales de transparencia para combatir «la corrupción, el fraude fiscal, la financiación del terrorismo y el lavado de dinero». 

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