FÓRMULA 1: GRAN PREMIO DE ABU DHABI

La triquiñuela de Hamilton a Rosberg para robarle el Mundial

hamilton
Rosberg y Hamilton se saludan en el podio.
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Lewis Hamilton intentó por todos los medios ser campeón del mundo de Fórmula 1 por cuarta vez en su carrera. El británico, sin embargo, tenía que conseguir que su compañero Nico Rosberg no le acompañase en el segundo peldaño del podio del circuito de Abu Dhabi. El piloto de Mercedes se encontraba en una situación que en otras ocasiones resolvieron pilotos como Michael Schumacher con una salida de pista de su rival por el título o como hizo Red Bull en 2010 distrayendo a Fernando Alonso con un señuelo como Mark Webber.

En esta ocasión, sin embargo, eran dos compañeros de equipo los que se disputaban el título y por mantener las formas y las apariencias no podía producirse ninguna circunstancia de esas, simplemente tenía que ser una carrera dentro de los parámetros normales. Hamilton sólo se guardaba un as en la manga: el de hacerla lo más lenta posible dando opciones a otros pilotos de alcanzar a Rosberg. Si el británico pilotaba en cabeza como una tortuga posibilitaría que su compañero tuviese jaleo por detrás.

«¿Por qué vas tan lento?», le espetaron a Hamilton desde el box de Mercedes sin encontrar respuesta del británico a 15 vueltas del final. Lewis estaba esperando, como el coche escoba a que su compañero le alcanzase, y poner en marcha su plan.

Hamilton rodó casi dos segundos más lento que sus perseguidores. Aceleraba a fondo en las rectas y frenaba como un dominguero en las curvas, permitiendo que Vettel y Verstappen se acercaran como el tiburón que huele la sangre a la rueda de Rosberg. 

Nico, cuestionado toda la temporada por su pilotaje conservador, sacó entonces las garras para mantener la plaza ante el acoso del alemán de Ferrari y del holandés de Red Bull. Hamilton se mordió las uñas, mientras miraba la batalla por el retrovisor en esas cinco vueltas finales. Su triquiñuela no le salió. Se acordará de todos aquellos puntos que tiró por el retrete al principio de temporada y de los fallos de fiabilidad que se han cebado con su motor este año. Rosberg, ese siempre había perdido los títulos contra él desde niños, le arrebató por primera vez un campeonato. Quizá el más valioso.

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