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Copa del Rey: Leganés - Real Madrid

El Real Madrid pasa pero no tiene un pase

El Real Madrid se metió en los cuartos de final de la Copa del Rey sin ninguna gracia. Pasaron los blancos ante el Leganés en un duelo insulso y ahora esperarán rival en el sorteo de cuartos de final de la Copa del Rey del próximo viernes. No podrá ser el Atlético, lástima

  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Pasa pero no tiene un pase. Así se podría resumir lo que hizo el Real Madrid en Leganés. Pasar a cuartos, sí –no como otros–, pero con un juego soporífero casi hipnótico como un batido de ofridales. Un fútbol triste, lento, aburrido. Sin desborde ni gracia. Quizá por eso los de Solari perdieron en Leganés por un pírrico 1-0 que sirvió para que los locales contentaran a su público y para que los blancos siguieran vivos (o medio muertos) en la Copa del Rey.

Con la eliminación del Atleti (sonrisa, guiño, guiño) todavía caliente, Solari disponía en Butarque una alineación plagada de cambios pero aparentemente de garantías. Bueno, con este Real Madrid hablar de garantías es mucho decir. También cambiaba el sistema Solari al 4-4-2 después de haber jugado con tres centrales en el Villamarín como si utilizara los últimos partidos como escaparate para decirle al mundo: «Eh, que estaré libre en junio pero que soy entrenador».

Por ir situando al Real Madrid y al lector. Jugaba Keylor de portero y una remozada línea de cuatro defensas formada por Odriozola, Varane, Nacho y Reguilón. En el medio campo línea de cuatro con Lucas y Marcelo en los costados y Casemiro y Valverde por el centro. Arriba Isco (sí, Isco titular, no es una errata) y Vinicius como nueve de emergencia.

Con ese once y la eliminatoria medio encarrilada (toquemos madera) arrancaba el Real Madrid en Butarque ante un Leganés que pronto cogió los mandos del partido. El ritmo del partido era cadencioso y frío como un notario leyendo un testamento. A los blancos ya les iba bien un duelo en el que pasaran menos cosas que en un documental de La 2. Y mientras estas letras se deslizaban por el teclado ya nos habíamos fumado diez minutos de partido.

Podría escribir las crónicas más tristes de lo que pasó (más bien de lo poco que pasó) en el primer cuarto de hora de Butarque, pero tampoco es plan de llevarles a ustedes por la calle de la amargura. Baste con decir que el dominio del Leganés no se tradujo en ninguna ocasión. ¿Y el Madrid? Bien, gracias, pero como si acercarse al área del Lega diera calambre.

Un partido insípido

La primera ocasión local llegó pasado el minuto 20 con un centro lateral y llovido que no alcanzaron a cabecear ni Sabin Merino ni Gumbau ante el descontrol de la defensa del Real Madrid, que volvía a perder la posesión y esta vez no era ante el Betis de Setién. Siguió dominando el Leganés y Keylor a punto estuvo a hacer de las suyas con un mal (pésimo) despeje de puños que pudo costarle un disgusto a su equipo si el rechace lo hubiera aprovechado Sabin.

Pasaron los minutos y al filo de la media hora Isco demostró por qué es suplente al tirar por el sumidero una ocasión manifiesta después de una contra comandada por Vinicius. El malagueño, gordo, torpe y lento, se durmió en el mano a mano como un funcionario a la vuelta de un puente. Pagó caro su pecado de pereza en Real Madrid, que encajó el primer gol en la jugada siguiente. Fue confusa y embarullada. Hubo un remate al palo. Nadie despejó. Keylor tampoco y la pelota, como un conejo redondo y de cuero blanco, cayó a los pies de Braihtwaite, que sólo tuvo que empujar el 1-0 a la red.

Al Leganés le quedaba una horita larga para hacer dos goles, no encajar ninguno y llevar el partido a la prórroga y al Real Madrid a un patíbulo que (más pronto que tarde) parece inevitable esta temporada del fin de ciclo. Por suerte para los de Solari el Lega siguió llevando el partido a ritmo de balada y ni siquiera el gol valió para encender al público de Butarde. De repente el Real Madrid tuvo una noticia buenísima: el descanso.

Que acabe ya este suplicio

La mala es que todavía quedaba todo el segundo tiempo, que arrancó con un cambió en el Real Madrid: Ceballos por Reguilón. Intentaba Solari tener al menos la pelota para evitar males mayores. Vinicius decidió comparecer al partido con 45 minutos de retraso y se asomó con descaro al área de Cuéllar. La cosa no fue a más y el partido volvió a caerse.

A los 67 llegó la noticia del partido. Solari cambió a Isco, que estaba haciendo un partido canalla. El técnico se hartó del pasotismo del malagueño y le sustituyó por su paisano Brahim. El malagueño sigue echando paladas de tierra sobre su propia tumba. Lo que hizo en Butarque es para pensarse muy seriamente si el Real Madrid debe pensar en él como un activo de futuro o como un activo tóxico.

A todo esto en el partido no pasaba nada de nada. Bueno, sí, por fortuna pasaban los minutos. Superábamos el 80 y el Real Madrid se llevó un susto postrero tras un error de Casemiro. La echó arriba Sabin Merino y con ella las opciones del Leganés de un milagro imposible. Fueron unos últimos minutos de vértigo. También pudo marcar Brahim su primer gol de blanco después de un carrerón de Vinicius. Lo evitó el poste. Y luego el Leganés en un par de acciones que abortó Keylor. Por suerte para todos el partido se acabó. El Madrid se clasificó sin chicha ni limoná y a otra cosa mariposa.