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Un repaso a todos los bólidos naranja de Woking

El naranja del McLaren… ¿buena o mala suerte para Alonso?

La superstición no deja de ser un mecanismo de defensa humano, una mezcla entre intuición, estadísticas, casuística y cierta dosis de magia. Una sugestión con la que, aparentemente, se puede predecir el futuro. Las sensaciones que desprende, visualmente, el MCL32 naranja son nostálgicas, un guiño a la leyenda: Bruce McLaren. Pero el marketing, que tan bien domina Zak Brown, sin resultados, tiene el mismo efecto que una ducha sin jabón.

La historia dicta que con el apellido de Bruce bañado en naranja, el rendimiento ha sido de notable alto sin rozar la excelencia. Todo ello tiene una razón: eran los inicios de leyenda, los primeros pasos de una escudería que habría de ganarlo todo vestida de Marlboro. Pero antes, en esa época cítrica, los resultados eran el aliento de lo que estaba por venir.

Porque el primer coche naranja de McLaren se estrenó dando miedo: segunda posición del M7A en España 1968 a manos de Denny Hulme. Bruce logró la primera victoria en Bélgica… y su compañero refrendó el buen hacer del bólido ganando en Italia y Canadá. Así comenzó a exprimirse el jugo de Bruce, quién subió al podio con él hasta en cinco ocasiones más, sin disfrutar de la visión más alta en el cajón. En resumen: 2º en el Mundial de Constructores de aquel año; 4º en el 69.

Su sucesor de misma tonalidad no fue tan triunfador: el M14, el último que piloto Bruce antes de su tragedia. Cinco podios… sin victoria. El último coche que se vistió de atardecer, el M19A, cerca se quedó del Mundial: fueron terceros, en el 72, con un bagaje total, contando otras intervenciones, de una victoria y ocho podios.

Números, estadísticas, datos, en su mayoría positivos, vestidos del tono que precede a la oscuridad. El arma visual que provoque respeto en los rivales: cuando vean el MCL32 por el retrovisor, se les debe hacer de noche. El presente más reciente en los test no indica tal potencial destino pero Alonso, ya saben, confía. Un creyente del naranja surge del pánico. El futuro dictará si la intuición naranja se hace carne en victorias.