El Barcelona conquista el Clásico por los detalles finales (80-84)
El Barcelona conquistó el Wizink Center (80-84) en un encuentro en el que el Real Madrid no encontró continuidad en su juego y los culés, siempre atentos ante un posible fallo de los blancos, se mostraron más acertados en el tramo final para acabar con la condición de invicto de su eterno rival. Dos franceses, Adrien Moerman y Kevin Seraphin, ejercieron de líderes en el combinado azulgrana, mientras que Luka Doncic volvió a ser el mejor en el Madrid, pero no estuvo acertado en la segunda mitad.
No llegaban al Clásico Real Madrid ni Barcelona en sus mejor momento, unos por problemas físicos y los otros con complicaciones en el inicio de un nuevo proyecto. El comienzo de partido dio ventaja a los blancos, que mostraron una marcha más, y a Luka Doncic. Dos triples del genio esloveno, uno de ellos tras romperle los tobillos a Moerman, pusieron al Palacio en pie nada más empezar.
Otro de los momentos cumbre llegó con el debut del nuevo gigante de Laso, Walter Tavares, que hizo acto de presencia en el minuto 8 en la pista. Sus cualidades quedaron reflejadas en los cuatro tiros que Ante Tomic, abucheado como se ha convertido en tradición en cada visita a Madrid, marró ante la inmensa presencia del gigante de Cabo Verde. A Edy le espera un tiempo de adaptación para rendir, pero bien empleado, amenaza con ser demoledor para los rivales.
La superioridad del Real Madrid no se tradujo en cifras en el luminoso, donde a final del primer cuarto sólo se imponían por un punto ante un Barcelona precipitado, pero al que el nivel de sus jugadores va a permitirle competir en casi cualquier escenario. Faltó acierto y también intensidad defensiva, el gran déficit de ambos contendientes del Clásico en el primer tercio de campaña.
Ya sin Tavares, Tomic comenzó a soltarse antes de dar relevo al talentoso Seraphin, uno de esos jugadores irregulares con los que siempre hay que estar alerta. Diez puntos del francés ejercieron de sostén del Barça en la primera mitad, mientras el Madrid, con Taylor y Rudy ya en pista, subían el nivel defensivo en las alas. Campazzo, con dos acciones mágicas consecutivas, volvió a demostrar al Palacio sus cualidades, pero Ribas, enorme soldado, dejó el marcador en tablas con un triplazo sobre la bocina del descanso.
El comienzo de la segunda mitad dibujó un duelo de pistoleros franceses. Ambos noveles en el Clásico, Causeur y Moerman sumaban para sus respectivos conjuntos en un apagado tercer cuarto… hasta que Randolph, deplorable en ataque, apareció para colocar a Seraphin un tapón de órdago. Mientras tanto y cual asesino silencioso, Doncic colocaba su decimoctavo punto en el marcador marcando los pasos como un veterano con 300 partidos en la élite.
El encuentro estaba a una racha de comenzar a separarse en el marcador y Moerman, con ocho puntos consecutivos, le dio ese privilegio al Barcelona, que en cambio no pudo marcharse por el desacierto de Tomic, de nuevo ante Tavares, que se colgaba con el tablero a punto de ponerse en rojo para devolver el empate. ¡Cómo corre el campo este chico de 2’20!
El Barcelona, más acertado al final
Partido nuevo a diez minutos y la tensión que se palpaba en un Palacio a pesar de todo incansable. El Madrid no desplegaba un juego preciosista y el Barcelona, esta vez de la mano de Sanders, volvía a amenazar con marcharse, pero Rudy, resucitado cara a canasta, permanecía empeñado en que fueran los de blanco los que se llevaran el Clásico.
El tiempo bajaba amenazante y el marcador seguía igualadísimo, mientras las decisiones arbitrales comenzaban a cansar al banquillo del Real Madrid como antes había sucedido con el del Barcelona. Ninguno contento, como suele suceder en este tipo de encuentros, y como también suele suceder, Carroll, con un triple tras carretón, ponía al Madrid por delante provocando el tiempo muerto de Sito Alonso.
El Barcelona, lejos de bajar los brazos, volvió a competir y tras una canasta de Seraphin emergió Heurtel, otro de los ausentes durante 39 minutos de partido, para anotar una canasta que prometía ser decisiva a nueve segundos del final. Balón para el Madrid, tres abajo. Emergía un triple como única solución para llegar a la prórroga y Laso sacó su batería de tiradores en busca de un imposible. Ni siquiera hubo tiro. Un malentendido acabó con la pelota en los brazos de Sanders y el Clásico, para el Barça.
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