Tamara Falcó desvela el truco que le enseñó Isabel Preysler y que deberías hacer en tu casa: «Mi madre…»
En un mundo donde la inmediatez y el caos parecen gobernar muchas de nuestras rutinas, hay algo profundamente reconfortante en los pequeños rituales que nos conectan con nuestras raíces y con el valor de lo sencillo. Tamara Falcó, conocida por su elegancia natural y su creciente influencia en el mundo del lifestyle, representa precisamente ese equilibrio entre lo moderno y lo clásico. Hija de Isabel Preysler, una de las figuras más icónicas del glamour, Tamara ha sabido recoger el testigo de una tradición de estilo que va mucho más allá de la moda o la alta sociedad. Su manera de habitar el hogar, de cuidar los espacios cotidianos, es reflejo de una educación que valora el orden, la belleza en los detalles y el bienestar en todas sus formas.
Durante una entrevista en el programa «El Hormiguero», Tamara compartió algunos de los hábitos domésticos que heredó de su madre, demostrando que el verdadero lujo está en lo invisible: en un cajón ordenado, en un aroma delicado que se escapa de un armario, en la armonía de una casa cuidada. Estos gestos, aparentemente simples, encierran una filosofía de vida que habla de respeto por uno mismo y por el entorno. Y en un contexto en el que muchas veces la decoración se limita a lo superficial, escuchar a alguien hablar con tanto cariño sobre cómo organizar un cajón es, sin duda, un soplo de aire fresco.
Tamara Falcó y el arte de mantener el hogar con estilo
En su intervención en «El Hormiguero», explicó cómo su madre le inculcó desde pequeña ciertos hábitos que ahora forman parte esencial de su día a día. Uno de ellos, el de colocar bolsitas de lavanda en los cajones y armarios, es quizás el más evocador. Éste sencillo gesto, que muchas veces se asocia con generaciones anteriores, representa para Tamara una forma de mantener el orden con sentido, de crear espacios que no sólo sean bonitos, sino también agradables al olfato, personales y acogedores.
La lavanda, con su aroma calmante y sus propiedades relajantes, se ha utilizado durante siglos como un recurso natural para perfumar y proteger la ropa. Tamara lo menciona con la ternura de quien recuerda un consejo materno que ha perdurado en el tiempo. Para ella, esos pequeños saquitos no son un simple adorno, sino parte de una cultura del cuidado que se manifiesta en cada rincón del hogar.
Pero no se trata sólo de aromatizar. Según explicó en el programa, mantener los cajones ordenados es casi una filosofía de vida. «Mi madre me enseñó a tener los cajones siempre en orden», comentó. Puede parecer algo menor, pero quienes valoran el orden saben que un cajón bien dispuesto no es solo una cuestión de estética, sino de paz mental.
El orden como estilo de vida
En tiempos en los que se nos anima constantemente a comprar más, llenar espacios y vivir deprisa, elegir el orden y el minimalismo emocional es casi un acto de rebeldía. Tamara Falcó apuesta por un estilo de vida donde el equilibrio visual y la organización interior van de la mano. No es casualidad que esté formada en gastronomía ni que haya sabido combinar su gusto por lo estético con lo práctico. En la cocina, como en la vida, el orden importa.
La disciplina que requiere mantener un hogar cuidado no es incompatible con la sensibilidad o el buen gusto. De hecho, según relata, el entorno ordenado es fundamental para sentirse bien. No se trata de una obsesión por la limpieza, sino de un enfoque consciente hacia el bienestar: saber dónde está cada cosa, sentir que los espacios responden a nuestras necesidades, y poder dedicar tiempo a lo que realmente importa sin distracciones innecesarias.
Aunque Tamara hereda muchas de estas costumbres de su madre, también ha sabido adaptarlas a su propia realidad. Es decir, no se limita a repetir lo aprendido, sino que lo integra a su estilo personal, más relajado, más contemporáneo. A diferencia de generaciones anteriores que quizás vivían el orden con cierta rigidez, Tamara lo asume desde la libertad, como una elección que le aporta serenidad.
En definitiva, escuchar a Tamara Falcó hablar de bolsitas de lavanda o de cajones perfectamente ordenados no es simplemente un ejercicio de nostalgia o de lifestyle. Es una invitación a reconsiderar nuestras propias rutinas, a recuperar el valor de lo sencillo y a comprender que el bienestar empieza, muchas veces, en los pequeños gestos. Un hogar cuidado no es necesariamente un hogar lujoso, pero sí es un hogar que se vive con intención.
Y en ese sentido, Tamara ofrece una lección valiosa: la verdadera elegancia no está en lo que se muestra, sino en lo que se cultiva en privado. Tal vez, después de todo, el estilo de vida más deseable no es el que brilla en las revistas, sino el que se respira en cada rincón de nuestro espacio más íntimo.
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