¿Por qué se hacen regalos en Navidad?

El intercambio de regalos es una de las tradiciones más esperadas de estas fiestas

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En España, esta costumbre tiene lugar tanto en Navidad, como en el Día de Reyes.

La Navidad se encuentra ya a la vuelta de la esquina y con ella la habitual entrega de regalos. Una fecha señalada del calendario que con el tiempo se ha convertido en una de las costumbres más esperadas de esta época del año. Son muchos los que se quejan por tener que comprar multitud de detalles para toda la familia y los amigos, pero también son los mismos que esperan con ilusión ese intercambio. A pesar de que este tipo de ofrenda es parte fundamental de la Navidad, ¿conoces realmente el origen de la tradición?

La historia de los regalos navideños

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¿Es San Nicolás de Myra el Papa Noel que todos conocemos?

Una de las teorías más asentadas tiene su origen en la Biblia y el relato de los Tres Reyes Magos. Como muchos de vosotros ya sabréis, estos visitaron a un Jesús recién nacido y le entregaron tres presentes para celebrar la feliz noticia. Siglos más tarde, la tradición ha seguido su ejemplo para recordar a los creyentes el regalo que Dios les proporcionó con la llegada de su hijo a la Tierra.

No obstante, aquellos que escogen a Papá Noel como principal benefactor siguen una historia bien distinta. En su caso, esta costumbre se remonta a la época arcaica, cuando en el siglo IV el obispo San Nicolás de Myra salvó a una familia de la ruina al dejar en su casa tres bolsas de oro, prueba fehaciente de su generosidad. Desde ese momento, las generaciones posteriores han entregado regalos a sus seres queridos como símbolo de solidaridad y fraternidad.

Orígenes desconocidos

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Saturnalia era una importante festividad anterior a la Navidad.

A pesar de la universalidad de dichas creencias, algunos historiadores sitúan el origen del intercambio de regalos en la antigua Roma. Antes de celebrar la Navidad, del 17 al 23 de diciembre, tenía lugar una fiesta de suma importancia: Saturnalia. Durante estos días se honraba a Saturno, dios de la agricultura, con grandes banquetes y bonitos detalles. Además, entre los miembros de una misma familia se solía agasajar con pequeños ramilletes de laurel, que traían buena suerte. Una tradición que con los años se extendió a otro tipo de obsequios, como pasteles caseros, muñecos de arcilla, velas o joyas. Así hasta nuestros días.

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