Nebulosas planetarias, belleza en el último suspiro
A pesar de su nombre, este fenómeno nada tiene que ver con los planetas
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Observar el universo es ver un sinfín de fenómenos que son tan bellos como poco respetuosos con la vida humana. Su violencia y estado casi sobrenatural combina con la belleza y quietud con que nosotros la podemos localizar desde la seguridad de la Tierra. Entre estos fenómenos, destacan las impresionantes nebulosas planetarias.
Estas nebulosas, que aparecen cuando una estrella está a punto de morir, son de excelsa belleza vistas en fotografías o desde un telescopio potente. Pero créenos si te decimos que no te gustaría estar físicamente cerca de este espectáculo sobrecogedor y mortal.
Qué son las nebulosas planetarias
En realidad, las nebulosas planetarias no son nebulosas como tal. Lo cierto es que son formaciones que contienen elementos químicos pesados en forma de gases y polvo. En su interior, podemos encontrar gran cantidad de hidrógeno y helio.
Estas nebulosas emiten gas ionizado y plasma procedente de las estrellas gigantes rojas, que han consumido todo su combustible y están a punto de explotar y morir definitivamente, como un día le pasará a nuestro Sol dentro de unos 5000 millones de años o más.
El suceso en sí consiste en una asintótica gigante, es decir, la estrella ha consumido todo su hidrógeno nuclear. Llegado a este punto, se contrae, elevando la temperatura, lo que provoca que las capas externas comiencen a enfriarse y expandirse.
Durante decenas de miles de años que dura este proceso, que son muchos para un ser humano, pero un pestañeo en términos astronómicos, la estrella crecerá y crecerá absorbiendo todo en su entorno.
El Sol, cuando consuma todo su hidrógeno, hará lo mismo y absorberá con toda seguridad a Mercurio, y a Venus probablemente también. Tal vez llegue a la Tierra, pero habrá convertido a nuestro mundo en un páramo hipercaliente donde nada podrá vivir.
Como observamos, estas nebulosas planetarias, en realidad, nada tienen que ver con los planetas. Sin embargo, al ser descubiertas en el siglo XVIII, se observaban como planetas gigantes en los antiguos telescopios, por lo que fueron bautizadas con este nombre, y así siguen hasta hoy.
Este tipo de nebulosa, que se puede presentar en diversas formas, desde bipolares hasta esféricas, irregulares o helicoidales, regulan la evolución química de la galaxia en que se encuentran, ya que lanzan elementos pesados al exterior, que son emitidos a elevadas temperaturas.
Hoy día se cree que debe haber unas 3000 nebulosas planetarias en la Vía Láctea, aunque esas son solo las conocidas, la cifra podría ser mucho más elevada. Según las teorías, habría una por cada 60 millones de estrellas.