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Descubren el vino más antiguo del mundo: era blanco y tiene más de 2.000 años

Un equipo de expertos ha hallado el vino más antiguo del mundo en la localidad sevillana de Carmona

Los expertos dicen que es de los mejores vinos de España y sólo cuesta 26 euros

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Un equipo de arqueólogos del Ayuntamiento de Carmona, en Sevilla, y la Universidad de Córdoba ha descubierto el vino más antiguo del mundo en la localidad sevillana. Este hallazgo se produjo durante la investigación de una tumba romana encontrada en una casa del pueblo en 2019. De acuerdo con un comunicado conjunto del Ayuntamiento y la Universidad, el vino fue hallado en una urna de vidrio que contenía los restos óseos de uno de los hombres enterrados en la tumba, la cual albergaba evidencias de cuatro personas en total.

Originalmente, se trataba de un vino blanco que, con el tiempo, ha adquirido un tono rojizo. El líquido se ha mantenido en buen estado desde el siglo I después de Cristo, como lo descubrió un equipo del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba, encabezado por el catedrático José Rafael Ruiz Arrebola, junto con los arqueólogos municipales. Este descubrimiento establece que se trata del vino líquido más antiguo conocido hasta ahora, superando a la famosa botella de vino de Speyer, hallada en 1867 y datada del siglo IV d.C., que se conserva en el Museo Histórico de Pfalz en Alemania.

El vino más antiguo del mundo

El descubrimiento de la tumba fue accidental y se remonta al siglo I d.C. En su interior, se encontraron hasta ocho nichos funerarios tallados en las paredes, con seis urnas fabricadas en piedra caliza, arenisca o vidrio. Los restos hallados en la tumba se dividen equitativamente entre hombres y mujeres. Lo más llamativo es que dos de las urnas llevan inscripciones con los nombres de los difuntos: Hispanae y Senicio, un matrimonio.

No era de extrañar que, después de 2.000 años, las condiciones de conservación de la tumba, que había permanecido intacta y bien sellada durante todo ese tiempo, permitieran que el vino mantuviera su estado natural. Esto también eliminó otras posibles causas de deterioro, como inundaciones, filtraciones en la cámara o procesos de condensación.

Lo más complicado fue determinar el origen del vino, ya que no existen muestras del mismo periodo con las que compararlo. Según Juan Manuel Román, arqueólogo municipal de la ciudad de Carmona, «las dos urnas de cristal de la tumba de Carmona son elementos que ilustran las divisiones de género de la sociedad romana en sus rituales funerarios», según recoge la revista Muy Interesante.

Para ello, se realizaron una serie de análisis químicos en el Servicio Central de Apoyo a la Investigación (SCAI) de la Universidad de Córdoba (UCO). Los resultados se publicaron en la revista Journal of Archaeological Science: Reports.

Los investigadores analizaron el pH, la ausencia de materia orgánica, las sales minerales y la presencia de ciertos compuestos químicos que podían estar relacionados con el vidrio de la urna o con los huesos del difunto. Además, compararon estos hallazgos con vinos actuales de Montilla-Moriles, Jerez y Sanlúcar. Gracias a esto, obtuvieron los primeros indicios de que el líquido era vino.

La clave para su identificación fueron los polifenoles, biomarcadores presentes en todos los vinos. Mediante una técnica capaz de detectar estos compuestos en cantidades muy pequeñas, el equipo encontró siete polifenoles específicos, los cuales también están presentes en los vinos de Montilla-Moriles, Jerez y Sanlúcar.

La ausencia de un polifenol específico, el ácido siríngico, indicó que el vino era blanco. Aunque esta tipología concuerda con las fuentes bibliográficas, arqueológicas e iconográficas, el equipo señala que la ausencia de este ácido podría deberse a su degradación con el tiempo.

El hecho de que el vino cubriera los restos óseos de un hombre no es casual, ya que en la antigua Roma, a las mujeres se le prohibía beber vino. En contraste, la urna que contenía los restos de una mujer no tenía ni una gota de vino, pero sí incluía tres joyas de ámbar, un frasco de perfume con aroma a pachulí y restos de telas que los primeros análisis sugieren que podrían ser de seda.

Pero, ¿para qué se usó este líquido en la tumba del hombre? Los expertos sugieren que «la urna probablemente fue llenada con vino como parte de un ritual durante la ceremonia funeraria, o como un componente del rito funerario destinado a asistir al difunto en su transición a un mundo mejor».

El vino se encuentra en un estado de conservación tan bueno que se puede beber, ya que los resultados microbiológicos no detectaron microbios. Algunos investigadores probaron este antiguo vino y comentaron que tiene un sabor salado, lo cual no sorprende dada su composición química.

En resumen, el vino, junto con los anillos, el perfume y otros elementos, formaba parte del ajuar funerario destinado a acompañar a los difuntos en su viaje al más allá. Esta tumba, que en realidad es un mausoleo circular y probablemente albergó a una familia adinerada, se encontraba junto a la importante vía que conectaba Carmona con Hispalis (Sevilla) y estaba señalizada con una torre, ahora desaparecida, para cumplir ese propósito.