Descubre por qué el bocadillo de calamares es un emblema de Madrid
¿Quién no ha probado un bocadillo de calamares alguna vez en su vida? Este plato típico representa a Madrid y hoy te contamos toda su historia
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Madrid es una ciudad con millones de opciones en todos los sentidos: puedes hacer miles de planes, visitar museos o disfrutar de sus calles. Pero también es la ciudad de la gastronomía. La capital de España alberga los mejores restaurantes y los mejores platos que jamás hayas probado, aunque sin duda hay uno que es la comida estrella de la ciudad: el bocadillo de calamares. Aunque los calamares rebozados son algo típico de Andalucía, el bocata de calamares es sinónimo de Madrid. Hoy te vamos a contar de dónde viene esta tradición y por qué se ha convertido en un icono de la ciudad.
Podemos hacernos una idea de lo difícil que era hace varios siglos que el pescado llegara fresco a Madrid ya que el viaje desde las zonas costeras duraba entre 11 y 12 días. Sin embargo, había una gran demanda de este alimento porque la Iglesia prohibía el consumo de carne en numerosas fechas a lo largo del año. Por lo tanto, se hacía todo lo posible porque en Madrid hubiera pescado fresco.
Llegaba a la ciudad en recipientes con hielo, aunque no siempre en condiciones idóneas para su consumo. El besugo era el pescado que mejor soportaba los viajes, así que se convirtió en un alimento muy demandado.
Como resulta lógico, los pescados secos y ahumados, así como los salazones, se convirtieron en la forma más segura de comer pescado en «buenas» condiciones. La llegada del ferrocarril a España en el siglo XIX mejoró de forma notable la comunicación de Madrid con las zonas costeras.
También en el siglo XIX se produjo un hecho que podría explicar el origen del bocadillo de calamares en Madrid: la influencia gastronómica y cultural llegada desde Andalucía. También llegaron a la ciudad muchas cocineras del norte de España que fundaron muchos restaurantes. Estaban acostumbradas a trabajar con productos del mar, como el calamar.
Los calamares son perfectos para tomarlos en bocadillo porque no tienen espinas. Se les añadió pan para darle más sabor y aporte calórico al plato.
Fue en el siglo XX cuando el bocadillo de calamares vivió su época dorada en Madrid. En la década de 1950 era un clásico en la ciudad, y empezó a popularizarse la venta de estos bocadillos en bares situados en los alrededores de la Plaza Mayor.
Actualmente el bocadillo de calamares es todo un símbolo de la capital, y forma parte de la cultura madrileña. ¡Todos los turistas se animan a probarlo!
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