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En España, explica el experto Rafael Loza , “se realiza cada día una subasta de energía, donde los diferentes productores ofrecen su energía a un precio determinado, y los consumidores demandan la energía que necesitan para ese día. La necesidad de energía del país se va cubriendo con las fuentes productoras más baratas (renovables), y se van comprando a otras fuentes más caras hasta cubrir la demanda energética diaria”.
Esta subasta se basa en un “sistema marginalista”, es decir, “el precio de la fuente de energía más cara es el precio al que se pagará toda la energía que compremos”. El primer problema de esto, reconoce Loza, “es que con las fuentes de energía baratas no son suficientes para cubrir la demanda energética de nuestro país, por lo que siempre tenemos que comprar un poco de gas”. El segundo problema “es que el precio del gas lleva un año subiendo sin parar y rompiendo todos los récords”. Y el tercer problema, “es que cómo tenemos un sistema marginalista, terminamos pagando toda la energía al precio del gas”.
Y este, reconoce, “es uno de los motivos por los que el precio de la electricidad lleva más de un año subiendo sin parar y según parece, va para largo. Todos estamos notando cómo la factura cada vez es más cara, pero no a todo el mundo le está afectando igual”. La realidad es que hay usuarios que apenas han visto aumentar su factura y a otros se les ha duplicado.
¿Cómo podemos pagar menos?
Hay muchas formas de reducir el importe de la factura eléctrica, la más obvia es disminuir el consumo, pero eso conlleva reducir también nuestra calidad de vida. Otra forma sería instalar placas solares u otros sistemas de producción de energía, pero esa decisión supone también una inversión económica. Afortunadamente hay formas de pagar menos sin reducir nuestra calidad de vida ni gastar más dinero. Se trata de una serie de cambios que podemos hacer en nuestro contrato de electricidad, con nuestra misma comercializadora o cambiando a otra, que nos ayudarán a pagar bastante menos.
“El primer paso es muy sencillo, y quizás muchos lo hayan llevado a cabo”, explica Loza. “Lo primero es adaptar la potencia que tienes contratada a lo que realmente necesitas para no pagar de más por este concepto. Cada suministro eléctrico tiene contratado determinados vatios de potencia, y se paga por ello un importe fijo en cada factura”. El importe que pagamos por este concepto depende de los vatios de potencia que tengamos contratados y del precio al que nuestra comercializadora nos cobra esos vatios. Así, reconoce el experto, “gastes lo que gastes, pagarás siempre lo mismo, por eso se le suele llamar, el término fijo”. La cantidad de potencia que cada cual necesita contratar depende de la cantidad de energía que vaya a consumir al mismo tiempo, en el pico máximo de consumo.
La clave está en “el mismo tiempo”
Lo normal en una vivienda es tener contratado entre 3.5 y 6 kW de potencia, y el precio medio del kW está entre 5 y 10 €, por lo que, de media, se paga entre 18 y 60 € al mes. En Internet, aconseja Rafael Loza, “puedes encontrar muchas formas de saber qué potencia necesitas, pero te doy una pista; si nunca te han saltado los fusibles de casa, probablemente tengas más potencia de la necesaria y, por tanto, estás pagando de más”. Mucha gente, prosigue, “consigue reducir su factura en 15 o 20 € al mes con solo bajar la potencia, y sin notar absolutamente nada, ni en la calidad del servicio, ni en sus hábitos de vida”.
Atentos a las tarifas
El segundo paso es más importante y, aquí, es donde muchos usuarios no prestan atención. Así lo explica Loza: “Se trata de cambiar el tipo de tarifas que tienes. No me refiero a cambiar de compañía eléctrica, me refiero a cambiar el tipo de tarifa. Me explico mejor, hay distintos tipos de tarifa, y se diferencian en la forma en la que te facturan la energía que consumes y el precio al que te la cobran”. Por un lado, están las tarifas indexadas, en las que el precio del kW consumido es variable, y replica el precio del mercado regulado. Tener una tarifa indexada y estar en el mercado regulado es casi lo mismo.
En el mercado regulado (PVPC), los usuarios pagan el kW al mismo precio que se marca en el pool diario; el pool es la subasta donde se crea el precio de la energía para ese día. “El famoso megavatio que escuchamos en las noticias”. Estar en el mercado regulado o tener una tarifa indexada, señala el experto, “era buena idea hace dos años, cuando el precio del megavatio no pasaba de 40 € y estaba muy estable. Pero llevamos más de un año batiendo récords todos los meses. Hace unos días, el megavatio llegó a los 700 €, y los que están en el mercado regulado o tienen una tarifa indexada, son los que más han sufrido porque les sube la factura al mismo ritmo que sube el precio del megavatio en el pool diario”.
Muchas personas tienen este tipo de tarifa y ni lo saben; sin embargo, si cambiaran a otro tipo de tarifa con el precio del kW más bajo y estable (hay muchas), se ahorrarían bastante dinero. Para hacernos una idea, apunta Loza, “hay quien consigue reducir la factura a la mitad solo cambiando el tipo de tarifa que tienen”. Por otro lado, están las tarifas de precio fijo. Son tarifas que ofrecen las comercializadoras del mercado libre, y se caracterizan porque el precio del megavatio se marca al inicio del contrato, y permanece invariable a lo largo del mismo, por mucho que cambie el precio de la energía en el pool diario, el usuario paga el kW consumido siempre al mismo precio.
Estas tarifas, señala Loza, “pueden ser con discriminación horaria, es decir con un precio del kW diferente para las tres franjas horarias del día (valle, llano y punta), o tener el mismo precio para las 24 horas del día”.
Según sean tus hábitos de consumo, te interesará más la discriminación horaria o el precio fijo para las 24 horas. Este tipo de tarifa de precio fijo y congelado, son de las más recomendables en este momento, ya que suelen ofrecer precios más bajos que los del mercado regulado y ofrecen mucha estabilidad, porque siempre pagarás el mismo precio.
Lo importante en este tipo de tarifas, reconoce el experto, “es saber el precio al que te cobrarán el kilovatio y durante cuánto tiempo te mantendrán ese precio. Saber elegir el tipo de tarifa que nos conviene más es crucial para pagar lo mínimo posible, y la diferencia de lo que acabaremos pagando puede llegar a ser muy grande”.
Una vez tienes claro el tipo de tarifa que más te conviene, queda el último paso; encontrar la comercializadora que mejor precio y condiciones ofrece. Llegados a este punto, el tema se complica un poco, sobre todo porque en España hay más de 300 comercializadoras eléctricas, y el ejercicio y de buscar y comparar puede ser arduo.
¿Solución? Un comparador eléctrico
Los comparadores eléctricos son empresas que se encargan de estudiar y monitorear a todas las comercializadoras y tarifas del mercado y, en base a ese estudio, recomiendan a sus usuarios la tarifa que más le conviene a cada uno.
Son servicios gratuitos para el usuario, ya que los comparadores obtienen su ganancia de los acuerdos que tienen con las comercializadoras eléctricas.
Cada comparador opera de forma distinta. Algunos se limitan a dar el resultado de una comparativa, y otros son más completos y se encargan de tramitar el cambio de compañía o asignar un gestor personal al que poder recurrir para cualquier tema que se necesite relativo a tu contrato eléctrico.
Algunos incluso se encargan de que sus usuarios siempre tengan la tarifa más barata del mercado, porque les avisan si aparece un precio con el que ahorren más que con el que tienen en ese momento.