Casi nadie lo conoce: éste es el apellido de España que está a punto de desaparecer


En España, donde millones de personas tienen apellido como García, Fernández o Martínez, también existen otros que pasan casi desapercibidos, invisibles para la mayoría. Son nombres de familia que apenas aparecen en los registros y cuya supervivencia pende de un hilo. Es el caso de Anteportamlatinam, un apellido tan inusual que parece sacado de un manuscrito latino o de una obra de ficción histórica, pero que es real y lo llevan hoy, en pleno siglo XXI, apenas 35 personas en toda España.
Este apellido tiene su origen en Soria, una de las provincias más despobladas y envejecidas del país, y cuya historia está plagada de leyendas, linajes casi olvidados y tradiciones que resisten al paso del tiempo. La historia de Anteportamlatinam no es simplemente una anécdota curiosa; también es un reflejo de la riqueza lingüística, la herencia local y la fragilidad de los vínculos que nos conectan con nuestro pasado. Su escasa presencia y su misterioso origen lo convierten en un símbolo de algo mucho más profundo: la lucha por conservar lo singular en un país cada vez más homogéneo.
El apellido de España que va a desaparecer muy pronto
Según los últimos datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), apenas 35 personas en toda España llevan actualmente el apellido Anteportamlatinam. De esas, 15 lo tienen como primer apellido, y 20 como segundo. En términos porcentuales, eso representa un ínfimo 0,09% de la población de Soria, la provincia donde nació este apellido y donde aún pervive, aunque de forma testimonial.
En comparación con apellidos tan extendidos como García (que supera los 1,4 millones de personas), la rareza de Anteportamlatinam resulta abrumadora. Pero más allá del número, lo que llama la atención es su singularidad: no hay otro apellido parecido en todo el país, ni en forma, ni en etimología, ni en estructura. Se trata de un caso prácticamente único.
¿Cuál es su origen?
Aunque no existe una documentación clara y definitiva sobre su origen, todo parece indicar que Anteportamlatinam tiene raíces latinas y, probablemente, una carga toponímica o religiosa. Algunos lingüistas y expertos en onomástica sugieren que su etimología podría relacionarse con la expresión «Ante Portam Latinam», que en latín significa «Delante de la puerta latina», y que aparece en referencias religiosas asociadas a San Juan Evangelista. De hecho, existe una festividad conocida como “San Juan ante Portam Latinam”, celebrada en honor al santo por su supuesto martirio en una puerta de Roma.
Es posible que, en algún momento de la historia, una familia soriana adoptara este nombre por razones religiosas o simbólicas, quizás vinculadas a una ermita, parroquia o zona específica con esa denominación. Otra posibilidad es que se tratara de una latinización de algún apellido anterior durante épocas en que el latín se utilizaba con frecuencia en documentos oficiales o eclesiásticos. Sin embargo, todo esto son hipótesis: el misterio sigue sin resolverse.
Uno de los factores que ha contribuido a la casi extinción de este apellido es la despoblación que azota a Castilla y León, y especialmente a Soria. Este fenómeno demográfico no sólo afecta a la economía o al paisaje humano de la región, sino también a su patrimonio inmaterial. Apellidos como Anteportamlatinam, ligados a familias concretas y entornos muy localizados, pierden fuerza a medida que las nuevas generaciones se mezclan en contextos urbanos donde predominan los apellidos comunes y donde lo singular tiende a diluirse.
Más allá del nombre: una historia cultural
La existencia de un apellido como Anteportamlatinam no es una simple una curiosidad estadística en España. Es un testimonio vivo de cómo el pasado se cuela en el presente a través del lenguaje. Cada apellido encierra una historia, una identidad, un relato de personas que vivieron, trabajaron y dejaron huella en su comunidad. Y en ese sentido, apellidos en peligro de extinción deberían ser vistos como parte del patrimonio cultural de un país.
Aunque existen otros apellidos más largos o con mayor sonoridad en España, pocos tienen la carga simbólica y el valor testimonial de Anteportamlatinam. No se trata solo de lo peculiar que suena o de lo poco común que es: su valor reside en su resistencia, en haber llegado hasta hoy a pesar de las circunstancias, y en lo que representa como parte del mosaico identitario de España.
En un país donde la velocidad y la estandarización arrasan con lo singular, apellidos como éste nos recuerdan que también existe valor en lo pequeño y en lo olvidado. Su conservación no depende de leyes ni de instituciones, sino del deseo colectivo de no dejar que se apague una parte del relato común.
Hoy, con sólo 35 personas que lo llevan, este apellido puede desaparecer en una o dos generaciones si no se transmite. Pero también puede convertirse en un símbolo de resistencia cultural, una anécdota poderosa que demuestre que, en la era de la uniformidad, lo raro todavía tiene un lugar.
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