Francisco Marhuenda: “Pedro Sánchez habla de reformar la Constitución por desconocimiento absoluto”

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El director de La Razón, Francisco Marhuenda, muestra su rostro más didáctico y académico con la publicación de Historia político-constitucional de España (Editorial Universitas), una obra escrita junto con el profesor jubilado de la Universidad Complutense de Madrid Tomás Zamora. En ella, los autores repasan la historia del derecho político español desde principios del siglo XIX hasta el franquismo.

Marhuenda ha recibido a Okdiario en la sede del diario que dirige, pero en la conversación más que el periodista quien ha estado presente es el catedrático de Historia de las Instituciones y el miembro de dos Reales Academias. En el diálogo ha habido lugar para la historia de las constituciones españolas, pero también para reflexiones sobre la situación de la España actual.

El autor explica que “lo que quería es que guste a mis alumnos, que puedan entender la historia de las instituciones españolas”. Aunque es un manual no se dirige sólo a estudiantes de Derecho: “Hemos buscado que a un lector medio sea atractivo”. Añade que “tiene una parte histórica y otra jurídica, pero no es un histórico-jurídico para juristas”.

Cree que “no hay tanta excepcionalidad en el proceso jurídico español” y que hay otros países más convulsos. Considera, eso sí, que menos la Constitución de la Restauración y la actualmente vigente, todas las cartas magnas españolas han sido “constituciones de parte, que unos españoles imponen sobre otros”. Cree que cuando hay políticos que hablan de reformar la norma vigente “algunos lo hacen porque queda bien decirlo y otros, con todo el respeto, por desconocimiento absoluto”. Pone como ejemplo de esto último a Pedro Sánchez cuando habla de federalismo.

Francisco Marhuenda conversa con Okdiario

Considera que la de 1978 “es una constitución de consenso, con la que han podido gobernar la derecha y la izquierda”. Cree que no es necesaria reformarla, que los cambios se pueden hacer mediante acuerdos entre partidos y cambios legislativos de otro tipo.

La mejor Constitución

Marhuenda afirma “que la mejor constitución que ha tenido España es sin duda alguna la de 1978, pero la de Cánovas también fue buena”. Cree que el resto “responden a una época y que la de Bayona no merece ser llamada Constitución y que es una “carta otorgada”.

Sostiene que “la muy mítica Constitución de 1931 es una imposición del centro-izquierda español” y “no tiene la viabilidad que hubiera sido necesaria, porque no tiene el apoyo de una parte importante de la sociedad española”. Considera que su talón de Aquiles es que “es demasiado ideológica”.

Entra en materia de derecho comparado al repasar las diferencias entre Estados Unidos y los países europeos: “El modelo estadounidense tiene una ventaja que le diferencia del derecho continental nuestro. Es mucho más flexible, no tenemos su capacidad interpretativa de los jueces. Es la sociología del derecho, según la cual este tiene que adaptarse a una realidad cambiante. El nuestro es mucho más rígido, muy basado en los códigos”.

Vuelve a la Constitución española vigente: “Es moderna y recoge todo lo interesante de nuestro constitucionalismo histórico. Deja un poco confuso el tema territorial. Se opta por un modelo que es distinto al federal, el federalismo es igualdad”. Considera que “el modelo del Estado de las autonomías es bastante razonable, porque se recoge lo que son los hechos diferenciales”.

Admite, eso sí, carencias: “El problema del modelo actual es que no se han resuelto las competencias, lo que entendemos por leyes de base: cuál es el papel del Estado y del Gobierno como ordenador del sistema. Se ha generado una hipertrofia legislativa”. Defiende que “habría que simplificar la Administración pública y ordenar lo que es, entre comillas, el mercado jurídico”.

Lo bueno sería que las Constituciones fueran breves. Tienen que definir los poderes del Estado, organizar en nuestro caso el tema territorial, los mecanismos de garantías y el catálogo de derechos y libertades”. Critica a los políticos que “hablan del papel del Ejército”. Considera que “el Ejército no debe tener ningún papel, está a las órdenes del Gobierno. Con el franquismo sí tenía un papel propio, pero el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) no puede ordenar que los tanques hagan algo, vulneraría el ordenamiento.

Tras este comentario, surge en la conversación la candidatura del ex JEMAD Julio Rodríguez en las de Podemos al Congreso de los Diputados. Este periódico quiere saber la opinión de Marhuenda sobre si los militares pueden o no meterse en política.

Un militar debe ser neutral. No recuerdo ningún país de nuestro entorno en que un militar en activo pueda tener un cargo como político o ministro, salvo en un área de su competencia”. Cree, sin embargo, que una vez que está fuera de las Fuerzas Armadas sí puede entrar en política “como cualquier otro ciudadano”.

 

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