¿Sabías que tu mordida tiene fuerza para arrancarte los dedos, pero tu subconsciente te lo impide?
Nuestra mordida tiene la capacidad de ejercer una fuerza lo suficientemente fuerte como para arrancarnos los dedos.
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La boca humana es una obra maestra de la naturaleza. Diseñada para llevar a cabo una gran variedad de funciones, como masticar los alimentos, hablar y expresar emociones, la boca es una parte esencial de nuestro cuerpo. Pero, ¿te has preguntado alguna vez cuánta fuerza puede ejercer tu mordida?
Una mordida con mucha fuerza
La respuesta es sorprendente. Aunque parezca increíble, la fuerza de nuestra mordida puede llegar a ser asombrosa. Según estudios científicos, la mordida humana promedio tiene una fuerza de alrededor de 162 libras por pulgada cuadrada (psi). Esto significa que si pudiéramos concentrar toda nuestra fuerza en un solo punto, podríamos ejercer una presión suficiente como para arrancarnos los dedos.
Pero, ¿por qué no lo hacemos? La respuesta está en nuestro subconsciente. Aunque tengamos la capacidad física de ejercer una fuerza tan poderosa, nuestro cerebro nos impide hacerlo. Nuestro subconsciente está programado para protegernos de hacernos daño a nosotros mismos.
Protección derivada de la evolución humana
Este mecanismo de protección se debe a la evolución humana. A lo largo de millones de años, nuestros antepasados han tenido que adaptarse a diferentes entornos y situaciones de supervivencia. Aquellos individuos que tenían una mordida demasiado fuerte podrían haberse lastimado gravemente, dificultando su capacidad para obtener alimentos y sobrevivir.
Por lo tanto, el subconsciente ha desarrollado una serie de inhibiciones que nos impiden ejercer toda nuestra fuerza de mordida. Estas inhibiciones actúan como una especie de «freno» que nos impide hacer daño a nosotros mismos. Aunque tengamos la capacidad física de ejercer una fuerza extrema, nuestro cerebro nos dice que no lo hagamos.
Pero, ¿qué pasa cuando estas inhibiciones se debilitan o desaparecen? Esto puede ocurrir en situaciones extremas, como en momentos de gran estrés o en casos de trastornos neurológicos. En estas circunstancias, algunas personas pueden llegar a ejercer una fuerza de mordida mucho mayor de lo normal, lo que puede resultar en lesiones graves.
Trastornos y descontrol de la mordida
Un ejemplo de esto son los casos de trastornos como el síndrome de la mano alienígena o el síndrome de Munchausen por poder. En estos trastornos, las personas experimentan una pérdida de control sobre sus acciones y pueden llegar a ejercer una fuerza extrema con su mordida, incluso llegando a lastimarse a sí mismas o a otras personas.
Por otro lado, también existen casos de personas que han entrenado su mordida para tener una fuerza sobrehumana. Estos individuos suelen ser atletas o artistas marciales que han dedicado años de práctica y entrenamiento para fortalecer sus mandíbulas. Sin embargo, es importante destacar que estos casos son excepcionales y no representan la capacidad promedio de la mordida humana.
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