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Resuelven el enigma de las orejas después de 315 millones de años: hallazgo espectacular de la ciencia

Orejas
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

La evolución humana sigue revelando fascinantes secretos que desafían nuestra comprensión del pasado. Una investigación  publicada en la prestigiosa revista Nature ha sacado a la luz un hallazgo sorprendente que podría cambiar la manera en que entendemos la formación de las orejas humanas. Según el estudio, estas estructuras tienen una conexión evolutiva con las branquias de los peces prehistóricos, lo que reconfigura nuestra visión sobre cómo los vertebrados han desarrollado sus características a lo largo de millones de años.

El estudio analizó las similitudes genéticas entre las branquias de peces como el pez cebra (Danio rerio) y el salmón atlántico (Salmo salar) con el cartílago que forma las orejas externas de los mamíferos, incluido el ser humano. Los investigadores identificaron un tipo de cartílago elástico en las branquias de estos peces que comparte características genéticas con las secuencias responsables del desarrollo de las orejas. Este descubrimiento refuerza la teoría de que las estructuras biológicas no surgen de la nada, sino que evolucionan a partir de mecanismos preexistentes. De hecho, los resultados muestran que este proceso evolutivo comenzó hace aproximadamente 315 millones de años.

Las orejas: un puente entre los peces y los mamíferos

Los científicos introdujeron secuencias genéticas humanas en peces cebra para observar cómo estas influían en el desarrollo del cartílago en las branquias. Sorprendentemente, las secuencias activaron la formación de cartílago en los peces, demostrando una conexión evolutiva directa. Posteriormente, realizaron el proceso inverso: insertaron secuencias genéticas de peces en ratones. Esto activó las zonas responsables del desarrollo de las orejas externas en los mamíferos.

Estos resultados respaldan la idea de que los programas genéticos que impulsaron la formación de branquias en peces se han reutilizado a lo largo de la evolución para dar lugar a nuevas estructuras, como las orejas externas en los mamíferos. Esta estrategia evolutiva, conocida como «cooptación genética», permite que un conjunto de genes originalmente destinado a una función específica pueda adaptarse para cumplir una nueva.

Además de los peces, el estudio también identificó vínculos genéticos con animales aún más antiguos, como los cangrejos herradura, criaturas invertebradas cuyo origen en la Tierra se remonta a hace más de 400 millones de años. Estos resultados refuerzan la hipótesis de que las branquias, que originalmente servían para la respiración en un entorno acuático, fueron evolucionando para cumplir roles diferentes en los organismos que comenzaron a colonizar la tierra firme.

En el caso de los mamíferos, esta transformación dio lugar a las orejas externas. La evolución no creó las orejas desde cero, sino que aprovechó las bases genéticas ya existentes en los peces prehistóricos y las adaptó para satisfacer las necesidades de los vertebrados terrestres.

Evolución de los vertebrados

El pez cebra y el salmón atlántico desempeñaron un papel crucial en esta investigación debido a su cartílago elástico, una característica que ha sido objeto de numerosos estudios evolutivos. Este cartílago no sólo cumple funciones vitales en la respiración acuática, sino que también proporciona pistas fundamentales sobre cómo los vertebrados han desarrollado estructuras más complejas a lo largo del tiempo.

Además, el análisis de anfibios y reptiles modernos sugiere que este proceso evolutivo ya estaba en marcha hace más de 300 millones de años, cuando los primeros vertebrados comenzaron a adaptarse a la vida en tierra. Estas adaptaciones incluían la reutilización de programas genéticos existentes para desarrollar nuevos órganos y estructuras, como las extremidades y las orejas externas.

Implicaciones del descubrimiento

Este hallazgo tiene implicaciones que van más allá de la evolución de las orejas humanas. Refuerza la idea de que la evolución es un proceso de innovación constante basado en la modificación de elementos preexistentes. En lugar de crear estructuras completamente nuevas, la naturaleza aprovecha lo que ya existe y lo adapta para nuevas funciones.

Por ejemplo, las branquias de los peces, que inicialmente eran esenciales para la respiración acuática, evolucionaron para dar lugar a estructuras completamente diferentes en otros vertebrados, como las orejas y las mandíbulas. Este enfoque de la evolución explica por qué ciertos genes pueden cumplir múltiples funciones a lo largo del tiempo.

Además, este descubrimiento podría tener aplicaciones prácticas en áreas como la medicina y la biología molecular. Al comprender mejor los mecanismos genéticos que impulsan el desarrollo de estructuras complejas, los científicos podrían desarrollar nuevas terapias para tratar enfermedades relacionadas con el cartílago y otros tejidos.

El descubrimiento de que las orejas humanas podrían tener su origen en las branquias de peces prehistóricos es un recordatorio poderoso de cómo la evolución ha moldeado todas las formas de vida en la Tierra. Este proceso, que comenzó hace más de 300 millones de años, nos conecta con nuestros antepasados acuáticos, al tiempo que destaca la creatividad inherente de la naturaleza para reutilizar y adaptar estructuras a lo largo del tiempo. Y, aunque aún queda mucho por descubrir, este hallazgo nos acerca un paso más a comprender cómo hemos llegado a ser quienes somos hoy en día.

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