Puigdemont y Junqueras retoman las negociaciones para reeditar un gobierno separatista

Junqueras acusó a Carles Puigdemont de no contactar con él ni su familia tras ser encarcelado y el expresidente, en su libro, les acusa de desleales

Tribunal de Cuentas Junqueras Puigdemont
Oriol Junqueras y Carles Puigdemont. Foto: Europa Press
Joan Guirado

Si suman volverán a pactar. Esa frase se repite en todos los despachos de las sedes de los partidos políticos en Cataluña. Se refieren a JXCat y ERC que, pese a no soportarse en el Ejecutivo que comparten, no ven otra solución que continuar gobernando juntos si quieren seguir con la matraca del discurso separatista. Pero en esta ocasión, tras los comicios del mes de octubre, las cosas serán distintas. Por eso, desde hace unos días, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras negocian ya cómo será esa nueva coalición independentista.

La salida de prisión de Junqueras, gracias al tercer grado penitenciario otorgado por Quim Torra, ha permitido a los dirigentes separatistas recuperar la relación que rompieron con la fuga del primero a Bélgica y el encarcelamiento del segundo. Ambos han hablado ya, por teléfono, en distintas ocasiones. Pero no está siendo fácil.

Las rencillas entre ellos siguen ahí y la desconfianza es mutua. Si al tiempo de entrar en prisión, en una entrevista, Oriol Junqueras afirmó que Puigdemont no se había puesto en contacto con él ni con su familia, ahora es el eurodiputado quien, en un libro que se titula M’explico, carga hasta en cinco ocasiones contra sus socios tildándolos de desleales.

Ni el uno ni el otro formarán parte del próximo Ejecutivo que salga de las urnas que Torra convoque para los próximos meses. Si bien Carles Puigdemont encabezará la lista de JXCat, tal como ha avanzado este periódico, su foto en el cartel es meramente simbólica y estratégica. El ex presidente continua siendo el gran activo de su partido. Pero aunque ni el eurodiputado ni el presidente de ERC estén sentados alrededor de la mesa del próximo Govern ambos serán los que dirigirán, desde Bélgica y desde la prisión -si el juez revoca el tercer grado-, la acción gubernamental de la Generalitat.

Hasta ahora, la poca relación que habían mantenido los dirigentes de los principales partidos separatistas era a través de intermediarios. Puigdemont, que es muy temeroso con sus comunicaciones, y el hecho de que las que pudiera mantener con Junqueras, desde la cárcel, pudiesen ser interceptadas, había distanciado mucho a los dos máximos responsables del referéndum ilegal del 1 de octubre. Por eso, aseguran desde su entorno, la recuperación de la confianza -muy tocada ya de antes- va a ser lenta y dificultosa.

La necesidad mutua, por tanto, «les hará llegar a los acuerdos que sean necesarios» subrayan personas muy cercanas a ellos. «Son conscientes de que se necesitan y que el uno sin el otro son incapaces de hacer ni avanzar en nada» añaden sus colaboradores. Así pues, aunque sus caminos sean diferentes y sus ideas también, Puigdemont y Junqueras parecen haber firmado una tregua antes de un nuevo matrimonio forzoso que, cuando lo anuncien, seguro irá acompañado de un por el bien de Cataluña.

Los presos, en el Palau

Durante los días que estuvieron clasificados en el tercer grado, varios de los líderes separatistas encarcelados desfilaron por el Palau de la Generalitat. Fueron invitados a la sede del gobierno autonómico por Torra, con el fin de intercambiar impresiones entre ellos de cara al inminente escenario electoral que se dibuja en esta región.

De esta forma Oriol Junqueras, Jordi Sánchez, Josep Rull o Jordi Turull, acudieron a las dependencias de la presidencia catalana recibidos por el máximo responsable de la institución. En todas las citas se habló de la fecha de las elecciones, que Torra sitúa entre el 1 y el 4 de octubre, y de la situación del separatismo en Cataluña con la irrupción de nuevas formaciones políticas.

El objetivo tanto de Junts per Catalunya como de Esquerra Republicana, si los números dan y a día de hoy todas las encuestas les otorgan de nuevo una mayoría en escaños, es que si los comicios son finalmente en octubre, a finales de año pueda haber un equipo ya al frente de la Generalitat. Fuentes de ambos partidos reconocen también que se está trabajando, de cara a garantizar la estabilidad y tener un gabinete más fuerte, en las posibilidad de incluir a los antisistema de la CUP a estas negociaciones para su posterior incorporación al Govern.

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