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Sexta enfermedad o roséola: los síntomas a reconocer en los niños

La sexta enfermedad es una enfermedad infecciosa infantil típica de los niños, causada por el virus del herpes humano tipo 6B (HHV-6B). El nombre deriva de que se trata de la sexta enfermedad exantemática en orden cronológico identificada. También se puede definir con otros nombres, como roséola infantil, erupción crítica, exantema subitum, roséola, o fiebre de tres días si bien esta última es uno de sus primeros síntomas. Conozcamos más sobre la sexta enfermedad y cómo reconocer sus síntomas entre los niños.

Sexta enfermedad o roséola: los síntomas a reconocer en los niños

La roséola o sexta enfermedad afecta principalmente a niños pequeños, de entre 6 meses y 2 años de edad. Cuando tienen menos de 6 meses, los bebés están protegidos de los anticuerpos que la madre ha transmitido a través de la placenta. Por eso es más raro que se enfermen. Rara vez ocurre en niños mayores o adultos. La sexta enfermedad se transmite por la nasofaringe , por la nariz y la boca, al igual que el resfriado común: con riesgo de estornudar, toser , pero también por contacto con objetos o superficies contaminadas por sujetos infectados.

Síntomas de la sexta enfermedad

La patología típica que tiene esta enfermedad en la primera infancia se manifiesta por fiebre alta y erupción en el tronco y raíz del cuello: las manchas, de color rosa pálido, se expanden luego en el rostro y en otras partes del cuerpo. Por lo general, primero aparece la fiebre y luego se pueden ver las típicas manchas por todo el cuerpo. Todo esto dura unos días. Pero la enfermedad también puede reactivarse poco tiempo después, aunque con síntomas mucho más leves, ya que el sistema inmunológico ya conoce al patógeno y puede combatirlo mejor.

En detalle, los síntomas del período preexantemático son:

Después de 3-5 días estos síntomas desaparecen y aparecen manchas en la piel, similares a las del sarampión o la rubéola.

Tratamiento de la sexta enfermedad

Los síntomas son siempre muy leves, a menos que el sistema inmunológico del niño no se vea comprometido por otras enfermedades o motivaciones. Los síntomas desaparecen por sí solos en una semana. Sin embargo, el médico recomienda reposo en casa, fármacos antipiréticos para bajar la fiebre, así como beber mucha agua para prevenir la deshidratación.