Pros y contras de educar en la competitividad
a los hijos no es fácil, porque cada niño es diferente, porque cada familia es distinta y porque las situaciones e ideas que priman en cada hogar nada tienen que ver con las que se viven en otro. Partiendo de esa premisa, nos encontramos con padres que a la hora de educar a sus vástagos apuestan por muy diferentes valores y, en los últimos tiempos, han experimentado un aumento considerable los que apuestan en todo momento por lo que es la competitividad.
Como suele ocurrir con todo en esta vida, hay personas que están a favor de inculcarles esa base y otras que están totalmente en contra. Por ese motivo, para que tengas claro si quieres decantarte por la misma o no, a continuación te vamos a dar a conocer los pros y los contras que trae consigo o que lleva aparejados.
Pros
Muchos y variados son los argumentos que padres y madres de todo el mundo utilizan para declararse totalmente a favor de educar a sus hijos en pro de esa competitividad. No obstante, entre los más significativos destacaríamos los siguientes:
- Se consigue que aprendan a apostar por esforzarse, por trabajar y por no cejar en su empeño de alcanzar los objetivos que se han marcado.
- De la misma manera se establece que, siempre que sea una competitividad positiva, la misma les ayuda a que los niños puedan darse cuenta de que hasta de los errores se aprende y eso les sirve para no tropezar otra vez “en la misma piedra” y también para mejorar de manera notable.
- Los progenitores que apuestan por ese valor como predominante establecen además que es una buena forma de que sus hijos, desde temprana edad, aprendan a no conformarse con lo que tienen sino a estar continuamente intentando superarse a sí mismos.
- Por supuesto, determinan que otro aspecto a favor de la competitividad como pilar de la educación es que se convierte en una herramienta estupenda para que logren los menores aprender a responsabilizarse de su trabajo y de los resultados que consigan. Es más, algunos determinan que es una buena manera de aprender que lo importante es trabajar y esforzarse, más incluso que los logros que se acaben alcanzando.
- De igual modo, se establece que ese valor es una forma de que los hijos tengan claro desde corta edad de cuáles son los puntos débiles y los puntos fuertes que poseen a la hora de poder alcanzar ciertas metas u objetivos.
- Ni que decir tiene que también están los adultos que abogan por la competitividad como base de la educación de sus vástagos pues consideran que la sociedad cada vez fomenta más la misma y que es necesaria para poder salir adelante.
Contras
Por otro lado, a la hora de decidir si la competitividad tiene que ser o no pieza fundamental de la educación de los menores, es interesante conocer también cuáles son los puntos en contra que tiene la misma y cuáles son los argumentos que esgrimen sus detractores para rechazarla de plano. En concreto, entre las posturas más tajantes al respecto podemos subrayar estas:
- Se considera que el resultado de ese tipo de educación son niños con poca humildad, prepotentes y que se creen mejores que los demás. De ahí que puedan adoptar incluso posturas “chulescas” y de superioridad con respecto al resto.
- Quienes la rechazan establecen también que educar en ese valor lo que provoca es que se inculque en los menores el que deben hacer todo lo que esté en su mano por conseguir alcanzar sus objetivos, aunque sea pasando por encima de todos y de todo.
- De la misma manera, quienes no están a favor de la competitividad llegan a determinar que esa puede dar lugar a personas realmente frustradas, abatidas y destruidas anímicamente cuando no logran conseguir lo que se proponen.
- Por supuesto, determinan que ese valor lo único que genera en los menores es un exceso de presión, lo que puede traer consigo desde situaciones tales como cuadros de estrés hasta ansiedad e incluso lo que es impotencia. Eso sin olvidar tampoco que puede llegar a propiciar una pésima o baja autoestima cuando no se logra lo esperado o se considera que no se tiene la capacidad para llegar a un lugar que se ha marcado como objetivo.
Como puedes ver, hay opiniones para todos los gustos. Ahora lo que queda es que tú a la hora de educar a tus hijos tengas en cuenta los aspectos a favor y en contra, analices si consideras que son excesivos o realistas y que tomes la decisión que consideres más acertada en pro de tus pequeños. Sólo tú puedes decidir que consideras qué es lo mejor para ellos, en pro tanto de su presente como de su futuro.
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