Alimentación Infantil

La importancia de los 1.000 primeros días en la alimentación infantil, según una pediatra

La pediatra Lucía Galán explica la importancia de la alimentación tanto de la madre como del bebé

1.000 primeros días
Blanca Espada

Cuando hablamos de la salud de nuestros hijos, la alimentación juega un papel fundamental. Pero lo que muchas personas no saben es que los 1.000 primeros días, desde el embarazo hasta que el bebé cumple dos años, son el período clave para su desarrollo y su bienestar a largo plazo.

Durante esta etapa, el organismo del bebé está en pleno crecimiento, su cerebro se desarrolla a una velocidad asombrosa y su metabolismo se programa para el futuro. Como explica la doctora Lucía Galán Bertrand, en estos 1.000 días se establece la base de su salud para toda la vida, y lo que la madre come durante el embarazo, junto con la alimentación del niño en sus primeros dos años, puede influir en su riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes y problemas renales en la adultez. Por eso, este período es considerado por los expertos como una «ventana de oportunidad». Una nutrición adecuada en estos primeros 1.000 días no sólo favorece un desarrollo óptimo, sino que también previene enfermedades crónicas en el futuro. Por el contrario, una dieta rica en ultraprocesados, azúcares y grasas de mala calidad en el embarazo y la infancia puede tener un impacto negativo duradero en la salud.

¿Por qué son tan importantes los primeros 1.000 días?

Los 1.000 primeros días incluyen los nueve meses de embarazo y los dos primeros años del bebé. Es el momento en el que el cuerpo y el cerebro se desarrollan más rápido que en cualquier otro período de la vida.

Durante el embarazo, lo que la madre come influye en la formación de los órganos del bebé, en su sistema inmunológico y en su metabolismo. No se trata solo de ganar peso, sino de asegurar que el bebé reciba todos los nutrientes esenciales para un crecimiento óptimo. Un déficit de hierro, ácido fólico, omega-3 o proteínas puede tener consecuencias a largo plazo.

Después del nacimiento, la alimentación sigue siendo clave. La lactancia materna es la mejor opción durante los primeros seis meses, ya que aporta todos los nutrientes necesarios para fortalecer el sistema inmune y proteger al bebé contra infecciones. A partir de los seis meses, la alimentación complementaria debe introducirse de manera equilibrada y saludable, evitando productos ultraprocesados, exceso de azúcar y grasas poco saludables.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) han señalado que la malnutrición en estos 1.000 días tiene efectos irreversibles. Un niño que no recibe los nutrientes adecuados en este período tiene más probabilidades de sufrir enfermedades, bajo rendimiento escolar y dificultades en su desarrollo cognitivo y físico.

Cómo influye la nutrición en la salud futura del bebé

Lo que un niño come en sus primeros 1.000 días programa su metabolismo para el futuro, según explica la doctora Lucía Galán Bertrand. La ciencia ha demostrado que una mala alimentación en el embarazo y en la infancia puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas en la edad adulta, como:

  • Obesidad y sobrepeso: Una dieta rica en azúcares y ultraprocesados en estos primeros años puede alterar la regulación del apetito y provocar un aumento del tejido graso.
  • Diabetes tipo 2: La programación metabólica inadecuada puede hacer que el cuerpo desarrolle resistencia a la insulina desde una edad temprana.
  • Hipertensión y enfermedades cardiovasculares: Se ha demostrado que una dieta pobre en nutrientes esenciales y alta en grasas trans puede aumentar el riesgo de problemas del corazón en la vida adulta.
  • Déficit en el desarrollo cognitivo: La alimentación influye en la formación del cerebro. Un niño que recibe los nutrientes adecuados tiene mayor capacidad de aprendizaje y mejor rendimiento escolar.

Es por ello que la comunidad científica insiste en la importancia de invertir en una alimentación adecuada durante estos primeros años de vida, ya que los beneficios se mantienen a lo largo de toda la vida. La doctora alude a esos»1000 primeros días» en el vídeo compartido en sus redes en los que resalta lo importante de cómo se alimenta la madre en el embarazo y luego el bebé en sus dos primeros años de vida.

Los pilares de una buena nutrición en los primeros 1.000 días

Para aprovechar esta ventana de oportunidad, es fundamental seguir estas recomendaciones:

Durante el embarazo

  • Consumir una dieta equilibrada y rica en proteínas, hierro, calcio, omega-3 y ácido fólico.
  • Evitar los ultraprocesados, azúcares refinados y grasas trans.
  • Mantener una buena hidratación y niveles adecuados de vitaminas.

En los primeros seis meses del bebé

  • Priorizar la lactancia materna exclusiva siempre que sea posible.
  • Si se utiliza leche de fórmula, elegir opciones que sigan las recomendaciones pediátricas.

A partir de los seis meses

  • Introducir alimentos naturales y sin procesar, como frutas, verduras, cereales integrales y proteínas saludables.
  • Evitar sal, azúcar y productos ultraprocesados.
  • Fomentar la variedad de alimentos para que el niño desarrolle buenos hábitos alimenticios.

A partir del primer año hasta los dos años

  • Continuar con una dieta variada y equilibrada.
  • Incluir alimentos ricos en hierro, calcio y ácidos grasos esenciales.
  • Evitar bebidas azucaradas, frituras y comida rápida.

Ejemplos de programas de nutrición en el mundo

Para combatir la malnutrición en los 1.000 primeros días, se han desarrollado iniciativas como:

  • Benazir Nashonuma Programme (BNP) en Pakistán: Proporciona alimentos especializados y apoyo económico a madres embarazadas y lactantes para mejorar la nutrición infantil.
  • NutriCash en Uganda: Un programa que otorga transferencias económicas a madres para que puedan ofrecer una alimentación equilibrada a sus hijos.
  • Proyecto GTNS en Mozambique: Combina nutrición, empoderamiento femenino y agricultura sostenible para garantizar que los niños reciban una alimentación adecuada.

Estos programas han demostrado que invertir en nutrición durante estos 1.000 días no solo beneficia la salud individual de cada niño, sino que también impacta en la educación, la economía y el bienestar de toda una sociedad.

Los 1.000 primeros días en la alimentación infantil son una oportunidad única para garantizar la salud futura de los niños. Como explica la doctora Lucía Galán Bertrand, la forma en que nos alimentamos durante el embarazo y lo que damos de comer a nuestros hijos en sus dos primeros años puede determinar su salud para toda la vida.

Una alimentación rica en nutrientes esenciales y libre de ultraprocesados reduce el riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, mientras que una dieta deficiente puede aumentar estas probabilidades.

Por eso, es fundamental que las familias y las instituciones trabajen juntas para garantizar una alimentación óptima desde el embarazo hasta los dos años de edad. Porque cuando se trata de la salud de nuestros hijos, cada decisión cuenta.

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