Cómo prevenir y tratar la intoxicación alimentaria durante el embarazo: guía práctica
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La intoxicación alimentaria es una enfermedad causada por el consumo de alimentos o bebidas contaminados con microorganismos, como bacterias, virus o parásitos, o sus toxinas. Los síntomas más comunes son náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, fiebre y escalofríos. La mayoría de los casos son leves y se resuelven en unos días sin necesidad de tratamiento médico.
Sin embargo, durante el embarazo, la intoxicación alimentaria puede tener consecuencias graves tanto para la madre como para el feto. El sistema inmunológico de la mujer embarazada está debilitado y es más susceptible a las infecciones. Algunos microorganismos pueden atravesar la placenta y afectar al desarrollo del bebé, provocando aborto espontáneo, parto prematuro, bajo peso al nacer o malformaciones congénitas. Además, la deshidratación y la pérdida de nutrientes causadas por la diarrea y los vómitos pueden comprometer la salud materna y fetal.
Por eso, es importante prevenir la intoxicación alimentaria durante el embarazo, siguiendo unas medidas de higiene y seguridad alimentaria. También es fundamental reconocer los síntomas y buscar atención médica si se sospecha de una intoxicación alimentaria. En este artículo, te ofrecemos una guía práctica para prevenir y tratar la intoxicación alimentaria durante el embarazo.
Cómo prevenir la intoxicación alimentaria durante el embarazo
La prevención de la intoxicación alimentaria durante el embarazo se basa en cuatro principios básicos que son limpiar bien antes de cocinar o preparar la comida. Debes limpiar todo lo que sean manos, utensilios y superficies. También debes separar los alimentos crudos y los cocinados en recipientes separados y bien cerrados. No mezcles los alimentos de origen animal con los de origen vegetal.
Luego debes cocinar los alimentos a una temperatura adecuada, que asegure la destrucción de los microorganismos. Usa un termómetro de cocina para comprobar la temperatura interna de los alimentos. No consumas alimentos crudos o poco hechos, especialmente los de origen animal, como huevos, carne, pescado o marisco. Tampoco consumas leche o quesos no pasteurizados, ni zumos o cidras no tratados.
Y por último, tienes que enfriar los alimentos cocinados lo antes posible, y guardarlos en el refrigerador o el congelador. No los dejes a temperatura ambiente más de dos horas. Pòr último debes recalentar los alimentos cocinados hasta que estén bien calientes, y no los recalientes más de una vez. Además descarta los alimentos que tengan un aspecto, olor o sabor extraño.
Alimentos que es mejor limitar o evitar en el embarazo
Al margen de estas medidas generales, existen algunos alimentos que se deben evitar o limitar durante el embarazo, por su mayor riesgo de contaminación o por su contenido en sustancias que pueden ser perjudiciales para el feto. Estos alimentos son:
- Pescado y marisco crudo o poco hecho: Pueden contener bacterias, virus o parásitos, como la listeria, el anisakis o el toxoplasma, que pueden causar infecciones graves. También pueden contener mercurio, un metal pesado que puede afectar al desarrollo neurológico del feto. Se recomienda limitar el consumo de pescado a dos o tres raciones por semana, y elegir pescados de pequeño tamaño, como sardinas, boquerones, caballa o salmón.
- Carne cruda o poco hecha: Puede estar contaminada con bacterias, como la salmonella, la campylobacter o la E. coli, o con parásitos, como el toxoplasma o la tenia, que pueden provocar aborto, parto prematuro o malformaciones. Se recomienda cocinar la carne hasta que no quede ningún rastro de sangre, y evitar los embutidos crudos, como el jamón, el salchichón o el chorizo.
- Huevos crudos o poco hechos: Pueden contener salmonella, una bacteria que puede causar diarrea, fiebre y deshidratación. Se recomienda cocinar los huevos hasta que la clara y la yema estén firmes, y evitar los alimentos que los contengan, como la mayonesa, el alioli, el tiramisú o el merengue.
- Leche y quesos no pasteurizados: Pueden contener bacterias, como la listeria, la salmonella o la E. coli, que pueden causar infecciones graves. Se recomienda consumir solo leche y quesos pasteurizados, y evitar los quesos blandos, como el brie, el camembert o el roquefort.
- Brotes crudos: Pueden contener bacterias, como la E. coli o la salmonella, que pueden causar diarrea, fiebre y deshidratación. Se recomienda lavar bien los brotes antes de consumirlos, o cocinarlos ligeramente.
- Cafeína: Puede atravesar la placenta y afectar al ritmo cardíaco y al sueño del feto. También puede aumentar el riesgo de aborto o de bajo peso al nacer. Se recomienda limitar el consumo de cafeína a 200 mg al día, lo que equivale a dos tazas de café, cuatro de té o cinco de cola.
Siguiendo estas recomendaciones, se puede reducir el riesgo de intoxicación alimentaria durante el embarazo, y proteger la salud de la madre y del bebé.
Cómo tratar la intoxicación alimentaria durante el embarazo
A pesar de las medidas de prevención, la intoxicación alimentaria puede ocurrir durante el embarazo. En ese caso, es importante reconocer los síntomas y actuar de forma adecuada.
Los síntomas de la intoxicación alimentaria son náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, fiebre y escalofríos. Para aliviarlos, se debe beber líquidos, comer alimentos blandos y astringentes, aplicar calor en el abdomen y tomar paracetamol si hay fiebre. Se debe evitar el alcohol, el café, el té, las bebidas gaseosas, los zumos ácidos y los alimentos grasos, picantes, dulces o con mucha fibra. Se debe consultar al médico si los síntomas son graves o duran más de dos días.
Si se presentan estos síntomas, se debe consultar al médico lo antes posible, especialmente si:
- La fiebre es superior a 38°C o dura más de 24 horas.
- Los vómitos o la diarrea son intensos o duran más de 48 horas.
- Hay sangre o moco en las heces o en el vómito.
- Hay signos de deshidratación, como boca seca, sed, orina oscura o escasa, mareos o debilidad.
- Hay dolor abdominal severo o persistente.
- Hay contracciones uterinas o sangrado vaginal.
- Hay cambios en el movimiento fetal o disminución de la frecuencia cardíaca.
El médico podrá diagnosticar la causa de la intoxicación alimentaria, mediante análisis de sangre, de heces o de orina, y prescribir el tratamiento más adecuado, según el tipo de microorganismo y la gravedad de los síntomas.
El tratamiento puede incluir antibióticos, antiparasitarios y antivirales que son medicamentos que se usan para tratar las infecciones causadas por diferentes tipos de microorganismos. Solo se deben tomar con receta médica y siguiendo las instrucciones. Algunos pueden ser dañinos para el feto, por lo que se debe avisar al médico si se está embarazada. Por otro lado, es importante la rehidratación oral o intravenosa que es la reposición de líquidos y sales perdidos por la diarrea y los vómitos. Es esencial para evitar la deshidratación y sus riesgos. Y también se aconseja tomar probióticos que son microorganismos que ayudan a recuperar la flora intestinal. Se pueden tomar en alimentos o suplementos, pero se debe consultar al médico antes.
La intoxicación alimentaria durante el embarazo puede tener consecuencias graves para la madre y el feto, por lo que se debe prevenir y tratar adecuadamente. Siguiendo estas recomendaciones, se puede evitar o minimizar el riesgo de intoxicación alimentaria, y proteger la salud de la madre y del bebé.
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