OkBaleares
EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Steinbacher no es Jansen, ni falta que le hacía

La Camerata Salzburgo actuó en el 61 Festival de Pollença con la baja inesperada de la violinista holandesa Janine Jansen

La alemana Arabella Steinbacher la sustituyó con una dulzura y elegancia infinitamente femeninas

Les Arts Florissants descifra el ADN del Festival de Pollença

Había levantado mucha expectación la visita de la Camerata Salzburgo al 61 Festival de Pollença y no tanto por la excelencia que la define, sino por el hecho de llegar acompañada en el doble papel de dirección y solista por el ciclón que encarna la violinista holandesa Janine Jansen, dueña de una puesta en escena desenfada y enérgica, acogida por el público como si de una estrella del pop se tratase. Desde luego su virtuosismo a flor de piel.

La escala española en la gira veraniega del conjunto de cámara austríaco ya era en sí misma de postín, puesto que el 18 de agosto acudía al Festival de Santander y el 19 al claustro de Sant Domingo. No es asunto menor, puesto que Santander es el referente del verano junto con la Quincena Musical de San Sebastián o el Festival Castell de Peralada y por supuesto el Festival de Pollença, de manera que los sucesos de agosto en el interior del claustro de Sant Domingo definen bien la calidad de nuestra presencia en el escenario internacional en lo que al calendario estival de conciertos se refiere.

Pero la Ley de Murphy está para que se cumpla y se cayó del cartel Janine Jansen por enfermedad impertinente no especificada. ¿Una tendinitis? (el mal del violinista). Qué sabré yo. El asunto es que el relevo de urgencia iba a llegar de inmediato y para sorpresa nuestra un referente más austero pero igualmente virtuoso como la alemana Arabella Steinbacher. Nada de variar el programa previsto, si bien nada también de compartir tareas de dirección.

Steinbacher se limitaría a interpretar el Concierto número 4 de violín, de Mozart. Se restaba espectáculo, cierto, aunque se garantizaba la calidad sin lugar a dudas. Ella me pareció –con perdón- un poste tan elegante y divino que no parecía presagiar lo que vendría acto seguido. Un río de emociones algo contenido, aunque profundamente inspirador. Sus manos inmensas se disponían a recorrer el paisaje de las cuerdas para deleitarnos con autoridad el sueño de Mozart. Su mirada al cielo –en parte por el paso de aviones-, lo que nos transmitía era la memoria de ese momento de 1775 de una inmensa inspiración. Dulce, elegante, infinitamente femenina, hacía cantar las notas para envidia de una orquesta resignada a su papel gregario, aunque feliz de compartir diálogos en unos encuentros de inmenso placer. Steinbacher no era Jansen, ni falta que le hacía. Sus delicadezas en los recorridos servían de guía hacia una calidez emocional, la misma que recorría el barroco.

El anuncio precipitado de la baja por enfermedad de Janine Jansen obligó al Festival de Pollença a anunciar la posibilidad de devolver las entradas a quienes lamentasen mucho más la ausencia forzosa que la maestría de un conjunto de cámara que ya se ha ganado un lugar en la historia. No hubo demasiadas bajas, al contrario. El lleno del claustro era absoluto.

El lado bueno de la historia era poder centrarnos en Camerata Salzburgo y lo que puede interpretarse como su gira por el 70 aniversario (fue fundada el año 1952) y saborear entonces en plenitud esa cuerda inmensa.

Fascinante el temperamento en la interpretación de Adagio en Fa mayor del quinteto de cuerda de Bruckner. Y nos esperaba todavía la Serenata número 2 de Brahms, ya con el viento incorporado. Porque una de las características que convierten en sublime las interpretaciones de Camerata Salzburgo es permanecer fiel a su naturaleza fundacional: la reunión de gentes del Mozarteum, compartiendo a la vez la singularidad de identidades y la maestría al conjuntarlas, guiándose siempre por el amor a la música.

Fiel reencuentro con Camerata Salzburgo, que ya estuvo en Sant Domingo el año 2007 y ahora se nos regalaba la experiencia de 70 años de historia.