La guerra más larga

La guerra más larga Tolo del Amor Gabriel Le Sene

El Presidente del Parlamento Balear, Gabriel Le Senne, está siendo víctima, entre otros, de lo que yo denomino “la guerra más larga”. Estoy rotundamente seguro de que Gabriel Le Senne no alberga odio alguno ni actuó movido por él. No recuerdo que en las anteriores legislaturas del Parlamento Balear, los Presidentes, Baltasar Picornell, Chelo Huertas, Vicens Mulet, tuvieran que retirar o romper retrato alguno de Aurora Picornell, sencillamente porque no se mostraron, ni de ésta ni de ninguna víctima.

Evidentemente, los anteriormente citados no eran de Vox y claro, esta es la clave del asunto. Desde el respeto a todas las víctimas, la izquierda, el PSOE, y particularmente Zapatero, revivió el guerracivilismo, el frentismo y el revanchismo, para ganar una guerra que ellos provocaron y perdieron. Forzosamente, el nuevo Frente Popular ha olvidado aquello de la reconciliación, posiblemente nunca la intentó, y para ello ha elaborado la Ley de Memoria Democrática, que incluso han fijado los terroristas de ETA, cuando el 85% de sus asesinatos y otras acciones lo fueron precisamente en democracia y tratan de obligar a que todos tengamos una “memoria” única de la guerra civil, e incluso del terrorismo de ETA.

Resulta que los terroristas, en esa Ley, fueron también víctimas y en la guerra civil solo asesinó un bando, el llamado “nacional”, siendo el otro exclusivamente las víctimas. Si esto no es una dictadura ideológica y mucho odio, que me lo expliquen. Pero además, el nuevo Frente Popular, cuyo líder y potenciador continuista es el traidor Sánchez, también ha sectorizado el odio de tal forma, que este sentimiento es exclusivo de la derecha, es patrimonio de todos aquellos que no piensan como ellos, en definitiva se practica en una única dirección.

Yo me pregunto, ¿dónde hay más odio, si en el intento de cumplir con el reglamento de un Parlamento, y sin querer romper unas fotos de papel, que de forma premeditada, institucional, exhumar a Franco, y a José Antonio, plantearse derribar la Cruz del Valle de los Caídos y cerrar la Basílica? ¿Dónde hay más odio, si en un error involuntario, o pactar con terroristas, o golpistas, que son los que más odian a España? ¿Acaso no hay toneladas de odio cuando en el País Vasco se recibe a los asesinos de ETA como héroes, vitoreándolos y homenajeándolos, por una importante parte de la sociedad vasca que era la autora del “ETA mátalos”, y que hoy gobiernan en esa Comunidad?

¿Acaso no hay un odio extremo en una Miriam Nogueras cuando manda que le retiren la Bandera de España, símbolo de la Nación, situada en el Congreso, sede de la soberanía popular, porque le molesta, por no decir que la odia, y con ello a todos los españoles que se ven representados en ella? El nuevo Frente Popular ha elaborado determinadas leyes, no para proteger a los ciudadanos, sino para perseguir con su odio a todo aquel que no acepte la versión oficial de su historia, y arremeter contra el que consideran aún el bando “enemigo”. Pero claro, todo esto no parece contar en esta desastrosa España que estamos construyendo.

Distintos filósofos han escrito ampliamente sobre el odio y la psicología define el odio como un sentimiento «profundo y duradero, intensa expresión de animosidad, ira y hostilidad». Debido a que el odio se cree que es de larga duración, muchos psicólogos consideran que es más una actitud o disposición que un estado emocional temporal. Díganme pues en todos los hechos que he reseñado dónde hay más odio acumulado y duradero. «Memoria que no olvida, rencor que no se aplaca» (Hernán Cortés).

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