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El centro Stella Maris abre sus puertas en Palma para brindar apoyo humano y espiritual a los marineros

Es un centro de asistencia integral de los marineros en aspectos espirituales, sociales y laborales

Stella Maris nació en 1920 en el puerto de Glasgow, donde el Padre Egger SJ sentó las bases del futuro Apostolado del Mar

Stella Maris ha abierto un nuevo centro en el puerto de Palma para brindar apoyo humano y espiritual a los marineros, navegantes y pescadores que llegan o trabajan en la ciudad. Este recurso asistencial, por el momento, estará disponible los martes y los jueves de 10.30 a 14.00 horas y contará con la colaboración de un grupo de nueve voluntarios. En él, los trabajadores del mar podrán conectarse a internet para comunicarse con sus familiares o recibir tanto paquetería como apoyo espiritual, entre otras cosas.

La inauguración del local, ubicado en el número 12 de la calle Contramoll-Mollet de Palma, ha sido presidida la mañana de este jueves por el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, quien ha bendecido el nuevo espacio.

«Queremos que la de Stella Maris sea una presencia para dignificar a las personas y su trabajo, que sean atendidos en todas las circunstancias, para afrontar también sus dificultades laborales», ha dicho Taltavull, quien ha refrendado el compromiso de la Diócesis para sacar el proyecto adelante.

El director de Stella Maris en Mallorca, Nadal Bernat, ha recordado que, con esta nueva incorporación, la organización internacional de la Iglesia -fundada en Glasgow en 1921- está presente en 351 puertos de todo el mundo, donde busca ser una «presencia amable y acogedora» para personas que muchas veces «vienen de muy lejos», informa Europa Press.

Bernat ha contrapuesto la suavidad de las manos de la mayoría de trabajadores -de un centro comercial, de una sucursal bancaria, de un juzgado- con la dureza de las de aquellos que desempeñan su oficio en el mar.

«Nosotros venimos para ayudar a que estas manos duras sean más suaves, a hacer más fluidas las relaciones humanas de la gente del mar, a ser una crema que suavice y ayude a estas relaciones interpersonales. Venimos humildemente a aprender y a ser una fuente de agua fresca para aquellos que se quieran acercar a ser escuchados, a refrescarse vitalmente», ha subrayado.

Según ha explicado Bernat en declaraciones a los medios de comunicación, los potenciales beneficiarios son, principalmente, los trabajadores de los cruceros que llegan a Palma o los pescadores que allí tienen su base.

«Cada crucero lleva cerca de 1.500 trabajadores, el 70 % de ellos son extranjeros y el 30%, filipinos. Y están ocho meses embarcados sin poder ver a sus familias, necesitan un espacio de intimidad para poder hablar con ellos por videoconferencia, tener un punto de recogida de paquetería en tierra o atender sus necesidades espirituales y laborales», ha indicado el responsable de Stella Maris en Mallorca.

También ha aprovechado su intervención para agradecer la colaboración del actual presidente de la Autoridad Portuaria de Baleares (APB), Javier Sanz -presente en la inauguración-, y al que ostentaba el cargo cuando comenzaron los trámites -hace cerca de tres años- para instalar el centro de Stella Maris en el puerto de Palma, el recientemente fallecido Francesc Antich.

Antes de la apertura de este centro, ha aseverado, muchos de estos trabajadores del mar acudían a pedir ayuda a la parroquia de Porto Pi, por lo que ha esperado que ahora puedan venir al nuevo local de la organización.

«Hoy en día, ¿qué puerto no tiene un plan de sostenibilidad», se ha preguntado el director nacional de Stella Maris, Ricard Rodríguez. «La gente del mar son parte de la sostenibilidad social del puerto, y hay que apostar por su bienestar. Sin barcos no hay puerto, pero sin tripulación tampoco», ha sentenciado.

Este centro de acogida contará con el apoyo de un equipo de nueve voluntarios, que se irán turnando y repartiendo tareas, en función de sus conocimientos, a partir de la semana que viene.

Jaume Ferrando, marino jubilado, ha destacado lo reconfortante que es «encontrar una mano amiga dispuesta a ayudarte en cualquier aspecto, sea material o espiritual» cuando se llega a un puerto desconocido.

«Intentaremos, entre todos los voluntarios y dentro de nuestras posibilidades, aportarles lo que necesiten, ya sea un consejo o una actividad», ha dicho.

La voluntaria Maria Antònia Martorell, por su parte, ha deseado que su conocimiento de varios idiomas y su experiencia trabajando en barcos le permitan servir de nexo entre el servicio y los potenciales beneficiarios, a algunos de los cuales «los dejan tirados y sin sitio al que ir» cuando llegan a puerto.

«Mi función será traducir, ir a los barcos y ofrecer los servicios que podemos dar aquí, como asistencia sanitaria o un abogado si tienen problemas», ha concluido.