El socialista Borbolla sobre Begoña Gómez: «La mujer del César tiene que ser honrada y parecerlo»
Borbolla considera que "nunca jamás un partido político español había caído tan bajo"
El ex presidente andaluz explicó recientemente que votó al PSOE pensando que Sánchez no sería capaz de hacer lo que está haciendo
Las sospechas sobre la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, han llegado ya a históricos socialistas, como el ex presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, que ha asegurado a través de un artículo que «la mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino parecerlo». En este sentido, Borbolla ha atacado al «puto amo» Pedro Sánchez y también al ministro de Transportes, Óscar Puente.
José Rodríguez de la Borbolla lamenta que el PSOE se haya convertido en una «partida de arribistas e iletrados regidos por la voluntad torticera, desvergonzada y egocentrista» de su secretario general y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y advierte de que «nunca, jamás, un partido político español había caído tan bajo». Así lo expresa el presidente socialista de la Junta de Andalucía en un artículo titulado PSOE: «El puto amo», Catilina y la mujer del César que publican este lunes los diarios del Grupo Joly.
«¿Quién se lo podría haber imaginado? ¿Que el PSOE, un partido de gente decente, muchos de los cuales viejos hombres y mujeres de una pieza que habían sobrevivido a la Guerra Civil y al franquismo, y otros y otras pertenecientes a nuevas generaciones que se hicieron personas leyendo y estudiando libros que hablaban de fraternidad, respeto entre sectores sociales y afanes de emancipación individual y colectiva, llegara a convertirse en una partida de arribistas e iletrados que acabarían siendo regidos por la voluntad torticera, desvergonzada y egocentrista de un «puto amo»?», se pregunta Rodríguez de la Borbolla.
También alude en su artículo a la referencia de Sánchez como «el puto amo» que hizo en el Comité Federal del PSOE el ministro Óscar Puente, al que define como «un tipo rudo que fue alcalde de Valladolid, que dejó de serlo por voluntad popular, que por su especial iracundia oratoria fue cooptado a la condición de miembro del Gobierno de la Nación, que vive del erario público y que tendría que saber que su función fundamental debe ser la de promover la serenidad de la ciudadanía española».
El «tipo rudo» Óscar Puente
Borbolla censura especialmente que lo que define como «rehala de presentes» en el Comité Federal «aplaudiera enfervorizada» la referencia de Puente llamando «puto amo» a Pedro Sánchez. «No cabe mayor descalificación, personal y colectiva. Pobrecitos y pobrecitas. Seguramente no saben que esa expresión de ‘puto amo’ deriva de la expresión americana the fucking master, o sea el jefe follador, es decir: el masca, el que puede cepillarlos a todos y a todas simplemente porque es el jefe, el que más manda. Y al que hay que aceptar, en todo y por todo, sencillamente porque es el que tiene el poder», explica Borbolla.
«Nunca jamás un partido político español había caído tan bajo», alerta el expresidente de la Junta, que subraya que «nunca» se ha «fiado» de Sánchez y ya publicó un artículo en mayo de 2017 en el que le comparaba con «Catilina, el conocidísimo conspirador romano, que utilizó todos los recursos posibles a su alcance para convertirse en primus inter pares en la sociedad de su época».
Borbolla recuerda que Catilina «acabó malamente, llevado por su ambición personal y desconociendo su deber como patricio, que no era otro que trabajar por el bien de la res publica. Y, al acabar mal, condujo a la muerte o al exilio a muchos de sus partidarios. No tuvo en cuenta que, en las clases dominantes romanas, por mucha que pudiera ser la ambición personal, siempre había que guardar un equilibrio entre la ambición personal y el deber público».
Siguiendo con ejemplos de la antigua Roma, el ex presidente socialista andaluz rememora que «Julio César, coetáneo de Catilina y de Cicerón, fue uno de los más grandes ejemplos de ambición política personal de la historia de la humanidad. Sin embargo, siempre procuró contrapesar su propia ambición con gestos de respeto al deber público, hasta el punto de que llegó a repudiar a su esposa Pompeya -con la que se había casado porque era nieta de Sila- por la apariencia de que ella podía haber faltado a las tradiciones religiosas romanas: «La mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino que parecerlo». En política no se trata solo de ser, sino de parecer».