La sanidad privada denostada por el PSOE salva a Andalucía: más camas, más ambulancias y más protección frente al coronavirus

La sanidad privada está cubriendo muchas de las necesidades de los cientos de pacientes por coronavirus que ya hay en Andalucía. Una sanidad privada denostada por un PSOE que durante todos los años que dirigió la Junta también maltrató a la sanidad pública, como se demuestra con el abandono del Hospital Militar de Sevilla que hoy daría 750 camas más a los sevillanos.

Andalucía destaca como la comunidad autónoma con mayor número de firmas de transporte sanitario terrestre, concentrando el 19% del total nacional. Esto se debe, en gran medida, a una sanidad que aporta en toda la región 21.743 camas, y que ya ha puesto a disposición de la Consejería de Salud para afrontar la crisis sanitaria del coronavirus.

En total, la sanidad privada cubre aproximadamente un 20% de la cobertura sanitaria andaluza. Además, dos de las compañías que lideran el sector, Quirón y Vithas, ya elaboraron un plan de contingencia para hacer frente al coronavirus. Y lo hicieron, incluso, antes que Pedro Sánchez.

En Andalucía, además, hay 1,8 millones de personas suscritas a la cobertura sanitaria privada. 

Hospital Militar

El coronavirus está poniendo en liza muchas de las carencias sanitarias de España. Pero algunas de estas insuficiencias claman al cielo. Es el caso del Hospital Militar de Sevilla, abandonado desde el año 2004 por la Junta socialista tras exigirle al Gobierno su control. Hoy, esas 750 camas habrían sido muy útiles.

El Gobierno de Aznar, harto de que la Junta de Andalucía del socialista Manuel Chaves lo utilizara como arma política para reivindicar su control. Los medios locales sevillanos denuncian que el Hospital se encuentra «vacío y destrozado por el vandalismo», tal y como se refiere Sevillainfo.es.

Una vez fue transferido el control del Hospital Militar de Sevilla a la Junta de Andalucía, la dejadez fue constante respecto al mismo. Tras años de reivindicación, el Hospital nunca ha estado en funcionamiento. Un arma política disparada, y después abandonada.