Andalucía

El presidente de Melilla responde al desafío de Marruecos: «Ceuta y Melilla son España y Europa»

  • Juanan Jiménez
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El presidente de Melilla, Eduardo de Castro, ha calificado como «absurdas y extemporáneas» las palabras del primer ministro de Marruecos, Saadeddine El Othmani, que aseguró en una entrevista en un medio egipcio que Ceuta y Melilla «son marroquíes como el Sáhara», agrietando todavía más las maltrechas relaciones entre el Gobierno de Pedro Sánchez y el reino alauí.

De Castro ha mostrado su rechazo a las palabras de Saadeddine El Othmani porque Melilla es española «desde hace 523 años», es decir 459 años antes de lo que ahora se conoce como Marruecos tuviera su independencia, concretamente en el año 1956.

La tensión en las relaciones entre España y Marruecos aumentan. Después del aplazamiento de la cumbre bilateral, prevista para este mes de diciembre, y del espaldarazo de la administración Trump a Rabat en sus aspiraciones en el Sáhara Occidental, Pedro Sánchez ve cómo la situación se le escapa de las manos tras las últimas declaraciones del Gobierno marroquí. En una entrevista el jefe del Ejecutivo de Marruecos, El Othmani, ha reiterado, en relación a las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, que «el statu quo dura ya cinco o seis siglos» y ha afirmado que «llegará el día en que vamos a reabrir el asunto de Ceuta y Melilla, territorios marroquíes como el Sáhara».

Entre líneas, el primero ministro marroquí reconoce que el cambio en la posición del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha cambiado de forma palpable, en relación con el Sáhara, alineándose con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. El Othmani se refiere a la presión ejercida por el comunista vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, que tras la ruptura de la tregua entre Rabat y el Frente Polisario ha pedido abiertamente «el referéndum de autodeterminación» para el Sáhara Occidental.

Estas declaraciones enrarecieron el ambiente previo a la cumbre bilateral que debía celebrarse a mediados de este mes y que ha sido aplazada hasta febrero. Primero, con la posible presencia del líder de Podemos en la delegación española –algo que no sentó nada bien a Rabat tras las declaraciones sobre el Sáhara– y después con su salida de esa delegación, atribuida por parte del Ejecutivo a la falta de contenido del ministerio de Iglesias en la cumbre.

Con la inmigración ilegal descontrolada en Canarias –Marruecos siempre abre la mano cuando España se muestra débil o toca asuntos que molestan– y la fijación de Pablo Iglesias en la causa saharaui, el Gobierno de Marruecos ha ido dando muestras de su descontento de diferentes formas, una de ellas aplazando la cumbre. Ahora, Rabat se descuelga con estas declaraciones que ponen el foco en las dos ciudades autónomas españolas.

La política exterior española, como tantas otras, está marcada de nuevo por las injerencias de Pablo Iglesias en el negociado de Arancha González Laya. La ministra de Asuntos Exteriores ha visto cómo de un plumazo se han deteriorado, más si cabe, las endebles relaciones entre el Gobierno de Sánchez y el reino alauí.