Palmete, un barrio de izquierdas en Sevilla… harto de la izquierda: «Vienen a llenarse el bolsillo»

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Borja Jiménez

Palmete es un barrio de Sevilla que supone un bastión para la izquierda. O al menos lo ha supuesto hasta ahora. PSOE e IU son, históricamente, los grandes partidos de esta zona. Pero la cosa podría estar cambiando. El motivo: el abandono al que la izquierda les ha tenido sometidos. La brutal subida de la luz se une a un problema que vienen arrastrando desde hace años, pero que se ha acrecentado en los últimos meses: los cortes de luz provocados por los narcopisos y las casas okupas. El Ayuntamiento de Sevilla, liderado por Juan Espadas (a la postre secretario general del PSOE-A), ha hecho oídos sordos a las quejas de los vecinos. Igual que el resto de administraciones y compañías eléctricas. El abandono es total. Y hay vidas en juego.

Y no es una forma de hablar: hay vidas en juego. Es el ejemplo de José María, que tiene que estar conectado a una máquina de oxígeno para dormir, por lo que los cortes de luz hacen que cada noche sea un riesgo para él. Pero no está solo el caso de José María, toda vez que hablamos de un barrio muy humilde de Sevilla que, ya acuciado por la subida del precio de la electricidad, ahora se tiene que enfrentar a estos cortes eléctricos provocados por unos delincuentes (narcos y okupas) que prácticamente se han hecho con el barrio. Pero esa es otra historia que contaremos en unos días.

La historia que hoy nos atañe es la de la desesperación de estos vecinos de Palmete, que se enfrentan también a que los cortes de luz destrozan sus electrodomésticos y sus alimentos. «Hasta once horas hemos estado sin electricidad, y tres días seguidos», explica un vecino.

«Uno de los cortes últimos ha hecho que José María se cayera desorientado por la falta de oxígeno por la noche»

«Se va la luz y, cuando vuelves, está todo encendido: el televisor, el aire, y ya te da miedo. Tampoco quieres quitar el transformador porque entonces no te das cuenta cuando vuelve. Y, entre otras cosas, tenemos el frigorífico lleno de comida. Y no es una hora o dos», señala a OKDIARIO Andalucía otra vecina.

Otra mujer que reside en Palmete nos muestra cómo en los últimos meses se le ha roto la lavadora, el horno y hasta la campana de la cocina por los cortes de luz. Reconocida votante de Izquierda Unida, se muestra completamente decepcionada con la deriva de la izquierda española: «Aquí no hay políticos ya. Aquí no hay políticos. Ni en lo que yo que yo he creído siempre, que es Izquierda Unida, es Izquierda Unida ya. Aquí Anguita se fue. Anguita luchó por nosotros, tirado por las calles. Pero aquí no hay más. Aquí no hay nadie. Aquí vienen todos a llenarse el bolsillo. Que viven en una chabola pero a los tres días tienen un caserón. ¿Cómo tienes un caserón mi alma? Si tú trabajas ocho años y ya tienes paga para toda la vida y yo he necesitado como mínimo cotizar 35. ¿Cómo?», se pregunta.

«Aquí vienen todos a llenarse el bolsillo. Que viven en una chabola pero a los tres días tienen un caserón. ¿Cómo tienes un caserón mi alma?»

Otro vecino también se queja del Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez y de «la subida de luz que nos están dando». «Pagamos encima más. Porque cada vez que cortan la luz encima sube la factura. Yo he pagado este mes 102 euros, y solía pagar 50», argumenta.

«Esto es un barrio de obreros. Aquí hay muchos padres de familia que no tienen ni para comprarse una pieza de pan. Nos cuesta mucho trabajo comprar un trozo de carne. Ahora, cuando se nos estropean las cosas, ¿quién nos lo paga? Que nunca nos hemos quejado pero estamos ya muy cansados», lamenta otra vecina.

«Desde finales de junio hay cortes de luz todos los días. Ese hombre ha estado a punto de morirse (explica señalando a José María). Se ha tenido que ir a vivir con su hija, porque vive de máquinas. A ver qué coño va a pasar ya porque es que esto no es vida. ¡Esto no es vida!», exclama desesperada una de las anteriores vecinas, que advierte de que ya no es por ella, que tiene 56 años, sino «por ese hombre, que necesita una maquinaria para poder respirar».

«Nos cuesta mucho trabajo comprar un trozo de carne. Ahora, cuando se nos estropean las cosas, ¿quién nos lo paga?»

José María

José María, Pepín para los vecinos del barrio, tiene por suerte una nieta que, a la vista del riesgo que suponía que su abuelo durmiera todas las noches en Palmete, decidió llevárselo a su casa. Además, de este modo, también se ahorrarían un gasto eléctrico.

«Hace dos años los cortes ya empeoraron muchísimo. Instalamos una sistema de alarma para que me avisara de los cortes de luz porque yo sabía que se le paraba la máquina de oxígeno, y tengo registrados todos los cortes de los últimos dos años. Uno de los cortes últimos ha hecho que él se cayera desorientado por la falta de oxígeno por la noche, y los vecinos tuvieron que ayudarlo», lamenta la nieta de José María.

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