El maltratador trans de Sevilla pide que le saquen de la cárcel de hombres: «Me siento intimidada»
Candy, antes Cándido, se cambió de sexo para eludir su ingreso en prisión por violencia de género
Ahora pide el traslado a un módulo de mujeres: "Temo por mi vida"
El maltratador de Sevilla que cambió de sexo en el Registro Civil para evitar la cárcel no quiere compartir prisión con hombres. Dice que se siente «intimidada y acosada» por el resto de internos y lamenta la «ignorancia» de los funcionarios sobre la ley trans.
Cándido ha sido condenado dos veces a prisión por violencia de género. Ante una nueva denuncia de su ex pareja, cambió de sexo amparado en la ley trans impulsada por la ex ministra de Igualdad Irene Montero. Según defiende, siempre se sintió mujer. Ahora se llama Candy. Tras la última denuncia de su ex el caso rebotó durante meses hasta que acabó en un juzgado ordinario. La Audiencia de Sevilla resolvió que no debe juzgarse como violencia machista porque «esta persona ya era de sexo mujer».
Candy ha utilizado todas las estratagemas posibles para eludir una condena a 15 meses de cárcel por quebrantar la orden de alejamiento sobre su ex y amenazarla. Primero pidió un indulto al Gobierno de Sánchez, luego dijo que estaba en Marruecos y no podía volver. La condena prescribía en noviembre y sobre él pesaban varias órdenes de busca y captura. Fue detenido en julio en Espartinas, un pueblo a las afueras de Sevilla, y enviado al centro penitenciario de Sevilla I.
Candy ha remitido una carta a Diario de Sevilla para denunciar «la situación hostil» que está «sufriendo». Comparte el módulo 102 con «79 internos masculinos», algunos de ellos condenados por delitos sexuales. Explica que los directivos y los equipos técnicos no ceden a su petición de traslado a un módulo de mujeres porque no está «hormonada». «Usted no tiene tetas como yo, para mí es un hombre», dice que le espetó una educadora de la prisión, lo que a su juicio muestra «la ignorancia de la ley trans y la poca profesionalidad» de la trabajadora.
En la misiva, redactada con graves errores de ortografía, el maltratador insiste en que «se está atentando» contra su integridad física y su salud mental: «Me tengo que duchar en las duchas de los internos comunes, vulnerando mi intimidad. En el comedor me siento acosada, intimidada, he tenido que denunciar a dos internos por agresión violenta sexual e insultos y discriminaciones», relata.
Candy culpa a la dirección de la cárcel de vulnerar el reglamento penitenciario y exige un cambio de módulo: «Estoy asustada e intimidada y con un gran problema de salud mental. Ni siquiera los psicólogos del centro son capaces de ayudarme ni solucionar la situación. Temo por mi vida (…) y no puedo conciliar el sueño».
En declaraciones a OKDIARIO Andalucía, el abogado de la víctima, José Antonio Sires, sostiene que la solicitud de traslado de Candy «no responde a criterios objetivos ni a necesidades reales, sino a fines claramente subjetivos». El letrado considera que un cambio de módulo supondría un trato de favor al maltratador: «Las decisiones penitenciarias deben basarse en evaluaciones profesionales, no en intereses personales. La seguridad, la legalidad y la igualdad de trato deben prevalecer».
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