Un inmigrante senegalés da una brutal paliza y roba a un hostelero en Sevilla: «Tendré cuchillo por si vuelve»

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Borja Jiménez

Julio del Rey es un conocido hostelero de Sevilla que regenta un bar frente a la Catedral de la capital hispalense, el Bar Julio. El pasado lunes, tras el partido que enfrentaba a la Selección española con Suecia en La Cartuja, Julio sufrió un ataque que nunca olvidará. Un inmigrante senegalés, con el que estuvo incluso hablando varios minutos, le dio una paliza y le sustrajo de la caja registradora 700 euros. El propietario, eso sí, lo tiene claro: la próxima vez se defenderá.

Tras el partido, este inmigrante senegalés entró al Bar de Julio a pedir una cerveza y, aparentemente, a hablar con el propietario. Sin embargo, simplemente estaba esperando a que se vaciase el local. Cuando el hostelero sevillano, pasada la una de la mañana, se disponía a echar el cierre, el inmigrante no lo dudó, le lanzó una mesa y, posteriormente, le amenazó y atacó con unas tijeras con el fin de llevarse el dinero de la caja: 700 euros.

OKDIARIO Andalucía ha quedado con Julio para que nos cuente qué es lo que pasó, aunque no nos hemos citado en su local, toda vez que el trauma que tiene le impide pisar su bar. Así que quedamos en otro lugar próximo a su casa, en el centro de Sevilla. 

Dolorido, Julio admite encontrarse «bien», pero admite que «los pinchazos que me hizo, aunque no son graves, me duelen un montón», explica el hostelero, que ha recibido incluso puntos por algunos de estos pinchazos. «Sinceramente, no me apetece ir al bar porque tengo todavía el trauma», admite.

«Ahora mismo no quiero ir a mi bar. Por eso no hemos ido ahí. No me apetecía»

Curiosamente, el propio delincuente, de raza negra, fue quien admitió a Julio que era de Senegal. «El hombre parecía un tío normal, bien vestido, con educación… Este tío lo ha hecho muchas veces. Yo quise cerrar el bar, apagué las luces, que se apagan desde fuera, al lado de la puerta, y cuando le invité a salir, cogió una mesa, me la lanzó, y me dejó hecho polvo. No me dio en la cara por poco. Me dio en el hombro porque lo esquivé», recuerda Julio.

«Cogió después unas tijeras que tenía preparadas, pequeñas, de delincuente, y con ellas me metió dentro de la barra para que abriera la caja, pero dio a varias teclas y la caja se bloqueó. Entonces, intentamos abrirla varias veces pero, cada vez que yo daba a un botón y no se abría, me daba con el pincho», señala Julio, que tiene pinchazos en el muslo, en el brazo, en la espalda y en el cuello. «Me pinchaba por todos lados», explica.

«Duele más el trauma que los puntos»

Eso sí. Julio lo tiene claro. No le volverá a pasar: «La próxima vez igual me defiendo. Pero si me defiendo con un cuchillo y me lo cargo, la ruina es para mí. Pero la próxima vez…».

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