Viajes

Vacaciones en el Infierno

Estamos a pocos días de que el verano se presente de lleno y el calor nos empieza a agobiar sobremanera. El asfalto se pega a las suelas de nuestros zapatos, las temperaturas nos azotan sin piedad y estamos a punto de soltar el típico “esto es un infierno”… A cualquier cosa le llamamos infierno, deben pensar los escasísimos habitantes de Danakil (Etiopía), quienes saben de primera mano cómo deben sentirse los habitantes del Hades.

Cualquier viajero que busque un destino extremo (muy extremo) tiene la oportunidad de dejarse caer (brevemente) por este desierto que se encuentra entre Etiopía, Eritrea y Yibuti. Eso sí, no tiene nada que ver con el típico “desierto” de dunas interminables. Esto es otra cosa. Danakil cuenta con parajes de una indudable belleza, más propia de sueños o, por qué no decirlo, de otro planeta.

El infierno es tierra de volcanes

Danakil no es una superficie llana, ni mucho menos. Su desnivel va desde los 1.442 metros de altitud de uno de sus volcanes, hasta los 100 metros bajo el nivel del Mar Rojo. Y es que en este desierto hay más de 30 volcanes activos, uno de los cuales, el Dallol, desprende llamas de colores producidas por el azufre y otros minerales.

¿Alguien puede vivir en este infierno? Únicamente la etnia de los Afar, un pueblo que se dedica a la extracción de sal y que (no les queda otra) tienen una gran tolerancia al calor. No en vano, la temperatura media es de 35º, aunque durante el día se pueden alcanzar los 60º. Eso sí, las mujeres son las que se llevan la peor parte, dado que han de recorrer cada día unos 15 o 20 Km. para proveerse de agua y leña. Es tal la inhabitabilidad, que comparten el entorno con un tipo de escorpión que sólo se puede ver de noche.

Calentamiento global

Debido al indudable calentamiento global que está sufriendo la Tierra, algunos científicos opinan que el futuro nos podría deparar condiciones similares a las que viven los Afar. Por ese motivo, están estudiando la manera de vivir en un entorno tan adverso.

En definitiva, se trata de un lugar muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver. Y aunque dicen que para conocerlo es mejor verlo en fotos y reportajes, también es posible visitarlo. Eso sí, hay que tener en cuenta que el viaje es largo y cansado. Se tarda una día en recorrer 150 Km. por pistas intransitables hasta llegar al “campamento base”. Una vez allí, comienzan las rutas por el infierno… perdón, por el desierto.