Viajes
Pueblos abandonados

Poca gente lo sabe, pero el mayor pueblo fantasma de España está en Asturias y se inauguró en 1954

El norte peninsular alberga un espacio urbano que pasó de ser un referente del turismo social a convertirse en un símbolo de abandono. Con más de 270 edificaciones, amplias zonas verdes y acceso a varias playas, su origen se remonta a un proyecto impulsado en 1954. Hoy, tras un progresivo deterioro, se convirtió en el mayor pueblo fantasma de España.

En su época de apogeo, acogió a miles de veraneantes y llegó a convertirse en una auténtica ciudad-jardín con todos los servicios necesarios. Actualmente, permanece en un estado intermedio: edificios ruinosos, calles semivacías y proyectos de futuro que buscan revitalizarlo sin alterar su esencia original.

¿Cuál es el mayor pueblo fantasma de España y en qué parte de Asturias se encuentra?

La Ciudad Residencial de Perlora, ubicada en el concejo de Carreño, se inauguró en 1954. El complejo ocupaba más de 30 hectáreas a orillas del mar Cantábrico y fue diseñado por la Obra Sindical de Educación y Descanso como un modelo de turismo accesible para la clase trabajadora.

El planteamiento urbanístico se inspiraba en la idea de un «hotel horizontal»: un espacio abierto en el que las viviendas se dispersaban entre jardines, paseos y playas.

El conjunto estaba formado por 274 chalés de tipologías variadas, comedores colectivos, una iglesia, instalaciones deportivas, zonas de ocio, guardería e incluso servicios de atención sanitaria. Durante décadas funcionó como un núcleo vacacional gestionado por empresas públicas y sindicatos, destinado a empleados de compañías como Hunosa o Ensidesa.

Su capacidad alcanzaba las 2.000 personas por temporada, lo que convirtió a Perlora en un enclave clave dentro del turismo social del norte de España.

¿Cómo pasó Perlora de ser un destino favorito a ser otro pueblo fantasma de España?

Entre los años 60 y 70, la ciudad vivió su etapa más activa. El recinto se llenaba de familias, niños y actividades deportivas. Las playas de Carranques, Huelgues y Madrebona se integraban en el complejo, complementando su oferta vacacional.

Sin embargo, a partir de los 80 comenzó un proceso de declive. El traspaso de competencias al Principado de Asturias supuso el inicio de problemas de gestión y mantenimiento.

Las instalaciones quedaron obsoletas frente al auge del turismo privado y las nuevas formas de ocio. En 2006 se decretó el cierre definitivo del alojamiento residencial, aunque las playas y espacios naturales siguieron abiertos al público.

Desde entonces, los chalés permanecen tapiados, las infraestructuras deterioradas y la vegetación ha ganado terreno. El complejo pasó a ser conocido popularmente como el mayor pueblo fantasma de España, un título que resume su actual estado de abandono.

Intentos de recuperación y planes actuales

A lo largo de las últimas dos décadas se han planteado diferentes propuestas para recuperar la ciudad residencial. Algunos proyectos intentaron adjudicar la gestión a empresas privadas, pero ninguno prosperó. Incluso vídeos en redes sociales mostraron su estado ruinoso, reavivando el debate sobre su potencial turístico.

El verdadero punto de inflexión llegó en este 2025, cuando el Gobierno del Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Carreño presentaron el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI), también denominado ‘Nueva Perlora’.

El documento urbanístico plantea conservar 31 edificios singulares, entre ellos la iglesia, el bar La Cabaña y varios chalés de valor patrimonial.

Las medidas incluyen limitar la edificabilidad un 20%, garantizar la prioridad peatonal, habilitar 230 plazas de aparcamiento y mejorar los accesos a las playas. El objetivo es compatibilizar el turismo con la protección ambiental y arquitectónica, manteniendo la esencia de ciudad-jardín que distinguió al complejo en sus orígenes.

Voces críticas y debate sobre el turismo social

El plan de rehabilitación cuenta con respaldo institucional, pero también ha suscitado críticas. La organización Ecoloxistes n’Aición d’Asturies ha defendido la recuperación del complejo, aunque ha mostrado reservas frente a posibles demoliciones de chalés.

En su opinión, la rehabilitación debe ser prioritaria frente a la reconstrucción, con el fin de preservar el patrimonio histórico.

Asimismo, se ha señalado la importancia de mantener el carácter social que definió a Perlora durante medio siglo. Más del 30% de las familias españolas no pueden costear una semana de vacaciones, lo que reabre el debate sobre la necesidad de impulsar fórmulas de turismo accesible.

Para ello, distintas asociaciones han solicitado que los fondos públicos garanticen espacios para colonias infantiles, residencias artísticas o actividades deportivas.

El proyecto de la ‘Nueva Perlora’ prevé estar aprobado en 2026, abriendo el camino a licitaciones para su recuperación integral. La meta es transformar el mayor ‘pueblo fantasma de España’ en un destino turístico sostenible, con servicios actualizados y respeto por su diseño original.

Mientras tanto, las playas y senderos de la zona continúan recibiendo visitantes, que encuentran un contraste entre la belleza natural y las ruinas de un proyecto que marcó a varias generaciones.